Hail Mary (Brave Patriots nº 4) de Scarlett Butler

¡Buenas tardes!

La entrada del blog de hoy está dedicada a la opinión de una novela que leí en colaboración con la 
autora, a quien agradezco enormemente el envío del ejemplar en digital. Pero sobre todo, que haya querido colaborar conmigo una vez más para que siga compartiendo mis impresiones al respecto de sus novelas.

Por eso, no me voy a entretener mucho más en la parte introductoria de esta publicación y prefiero dejaros con la sinopsis y mi opinión de Hail Mary, el cuarto volumen de la serie Brave Patriots escrito por Scarlett Butler.

SINOPSIS

Hail Mary En el mundo del fútbol americano, un Hail Mary es una jugada desesperada, un pase largo que se lanza con la esperanza de lograr lo imposible. Eso es precisamente lo que siente Matthew Sullivan al encontrarse de nuevo con la mujer que lo abandonó hace años. Cuando la vida le da una nueva oportunidad, no dudará en hacer lo imposible por volver a estar a su lado.

Dylan Connors ha vivido en Branson, un pequeño pueblecito, desde que era pequeña. Es su lugar seguro, pero cuando los Brave Patriots llegan para hacer una pretemporada con el equipo local, los Misuri Mules, toda esa seguridad se derrumba al ver de nuevo al quarterback del que se enamoró en Auckland años atrás.

El amor que una vez sintieron regresa a ellos, desafiando los límites entre el deporte y el corazón. Pero los secretos entre ellos son un gran muro que puede derrumbar todo lo que una vez existió.

¿Estarán listos para lanzar su propio Hail Mary emocional y alcanzar lo que parecía imposible?

OPINIÓN

Antes de comenzar con la opinión propiamente dicha, he de decir que, aunque pertenece a una serie, la realidad es que se puede leer de manera independiente ya que es autoconclusiva. Sin embargo, he de deciros que, para entender todo mucho mejor, y sobre todo, de dónde partimos, lo ideal es que las leáis en orden.

Toca el turno en esta ocasión de Dylan y Matthew, una pareja que ya nos suena a los lectores de esta serie y que tengo que decir que, yo tenía muchas ganas de saber más. Sobre todo, después de ese final que para nada me vi venir. Y he de decir que, la espera ha merecido la pena.

Porque aunque breve, esta novela nos hace sentir y sobre todo, nos rompe los esquemas al respecto de los personajes, haciendo ver que, en más de una ocasión, las apariencias engañan y que todos cargamos con unos demonios que no compartimos con los demás. Por motivos diversos y variados, entre los cuales prevalece el miedo.

También advierto que eso no será motivo excluyente de que, en más de una ocasión queráis zarandear al protagonista. Sobre todo, a ella. Más que nada porque, la pluma de la autora busca precisamente eso, el enfado. Para que le lector que se sienta algo identificado con ella, se vea reflejado y decida que, vivir con miedo, no es vivir, sino sobrevivir y por eso, no hay que dejar que este gobierne nuestras vidas. Puesto que seremos infelices. De ahí que, saber diferenciar dos verbos, que pueden parecer sinónimos pero que, al final, nada que ver, también será la clave para alcanzar y obtener la felicidad que todos nos merecemos.

Y es que, también subyace entre todas las páginas de la novela, lo importante, casi fundamental diría yo, que es el amor propio. Porque si no nos queremos bien a nosotros mismos, no podremos hacer lo propio con los demás. Y en ese amor propio hemos de incluir la aceptación de nuestras imperfecciones. Ya que la perfección no existe. En ninguno de los ámbitos de nuestras vidas, por eso, tratar de perseguirla constantemente lo que provocará será la insatisfacción de no ver un objetivo cumplido y sobre todo, tristeza a posteriori al ser consciente del tiempo empleado para nada.

Por eso, creo que Dylan necesita un psicólogo. Ya lo pensaba en la novela anterior, pero en esta queda confirmado, ya que, es tal la poca autoestima que posee para consigo misma, que se ha convertido en un mar de dudas andantes y por eso, no es consciente de hasta qué punto es infeliz en su resignación y autoengaño.

Me ha gustado mucho esta novela porque es muy femenina y porque en palestra los diferentes tipos de mujer de nuestra sociedad. De ahí que, de manera subyacente, la sororidad aparece entre sus páginas y sobre todo, pone de relieve que las mujeres tenemos que apoyarnos más entre nosotras y dejar de considerarnos como enemigas. Porque el mundo saldría ganando con esa dinámica.

Por eso, destaco como un aspecto muy positivo el hecho de que no haya "rivales" en la competición por atraer la atención de protagonista masculino. Aparte de que no tendría sentido alguno, ya que se ve desde el principio por quién bebe los vientos nuestro querido Matthew.

Junto a ello, también se pone de relieve cómo las mujeres tenemos que esforzarnos el doble o el triple que sus colegas masculinos para ser consideradas igual de válidas o respetadas que ellos. Más en un ambiente laboral muy masculino como es el de Dylan. Y sobre todo, sigue siendo muy triste cómo, incluso en aquellos casos en los que se ha obtenido la credibilidad, no faltan el paternalismo camuflados o los comentarios "bienintencionados" que esconden causar mucho daño.

Por eso, el falso caballero sureño de Dean no me ha caído nada bien en todo el libro. Pero mucho menos cuando mostraba esa masculinidad frágil camuflada de orgullo y hombría. La cual, realmente es muy habitual y da vergüenza ajena. Sin embargo, la autora, ha dado en el clavo a la hora de representarla.

Y además, también me ha gustado que subraye que el trabajo de una madre no termina al concluir la jornada laboral, porque, cuando regresa a casa, sigue siendo el ancla y el motor del ámbito doméstico. Y en este caso, es la amiga de Dylan, Rosemary quien mejor lo encarna.

Misma mujer que pone de relieve por tanto, que el hecho de convertirse en madre es solo una faceta más de su vida. Que le encanta, pero no la defina en su conjunto. Más que nada porque una mujer no es menos que otra por decidirse a ser madre. Al contrario, todas lo son. Y en ese sentido, queda bien reflejado en esta novela que tenemos que tener mucho cuidado al respecto de hablar de este tema, porque nunca sabremos cuáles son los motivos o razones que han llevado a una mujer a dar o no ese paso.

Parte de la novela está ambientada en un pueblo pequeño de Estados Unidos y esa es la premisa para poner de relieve las ventajas y desventajas de vivir en un pueblo pequeño, en el que la sensación de ayuda y pertenencia puede ser mucho más evidente y apreciable de inicio. Pero también el poco respeto hacia la privacidad de las personas. Y por eso, los rumores, los comentarios y las teorías más o menos acertadas... corren como la pólvora.

De ahí que haya personas a las que sí que le guste vivir en ellos. Mientras que a otras no tanto. E incluso, pues también Dylan establece cómo, a veces, sí que es conveniente, mientras que en otras no. Sobre todo porque, si hay una situación peliaguda en la que hay implicados un hombre y una mujer, ella resultará siempre peor parada, a pesar de que su grado de implicación y responsabilidad sea menor.

Amén de que, en cierto modo también se tiende a perpetuar los roles de juventud. E incluso las figuras de poder o profesión heredadas de las familias. Y por eso, nadie está sorprendido entre el romance de la animadora y el capitán del equipo habiendo transcurrido un tiempo del momento en que lo fueron.

Matthew es el paradigma de lo importante que es conceder segundas oportunidades en la vida, porque el ser humano evoluciona y por lo tanto, es mucho más habitual no ser igual o ser una versión mejorada de nuestro yo más joven, en lugar de quedarnos estancados en ella. Es más, habría que preocuparse si eso no sucede. De ahí que, un error no tiene por qué definirnos ni como personas ni nuestras vidas para siempre. Más si hay voluntad de cambio y arrepentimiento.

Un Matthew que también sirve para poner de relieve cuán importantes son las relaciones sexuales dentro de una relación. Y por eso, cómo a base de repetir intimidad, se pueden desarrollar unos sentimientos de un cariz completamente diferentes.

Sin embargo, por miedo a sentir y sobre todo, a comunicar ese cambio de estado o sentimientos, preferimos callar y aposentarnos en la comodidad que supone no implicarse. A pesar de que sabemos que es erróneo y que seremos infelices.

Por eso, el paralelismo y la metáfora con la comunicación está tan bien trazado en esta novela. Porque sentimos, en más de un caso, el mismo grado de pavor al sentimiento del amor como a la comunicación. Y por eso, es erróneo, ya que hay que hablar. De todo y con todo el mundo. Especialmente de aquellos temas que más dolorosos y más esfuerzo nos cueste porque, aunque al principio, pueda resultar doloroso, finalmente nos quitaremos esa espina que nos impide avanzar y por tanto, podremos comenzar o continuar con nuestro viaje de autoaceptación.

No podemos postergar lo inevitable, por mucho que Dylan lo intentase y tampoco podemos huir del amor, ya que aparece dónde, cuándo y con quién menos lo esperamos, como así le sucede a Matthew. Porque al hacer una cosa y la otra lo que terminan por provocar es un desastre a su paso, haciendo incluso daño a aquellos que están a su alrededor, e incluso, siendo o no conscientes del todo de ello. Amén de a sí mismos.

Así por ejemplo la actitud de Dylan con Dean es egoísta, aunque más habitual de lo que podríamos pensar, ya que es muy fácil confundir amor con sentimientos similares, más si se ha sido pareja con anterioridad. Pero, no podemos obligar a nadie a que nos quiera como nosotros queremos que lo hagan, porque eso no es amor, es toxicidad. Y por eso, no es un buen amor y su dinámica no era del todo sana.

Y sí que es cierto que el amor propio en más de un caso es ponerse como prioridad. De ahí que en muchas ocasiones también se crea que es egoísmo, pero el egoísmo también puede ser entendido como ser felices. En pareja, y todos la merecemos. De ahí mi pena para con Dylan, ya que tiene tan integrada la idea de que quien bien te quiere lo hará libre que, prefiere sacrificarse ella - una vez más - en aras de los demás.

De ahí esa tan esperada y necesaria conversación pendiente cinco años después les haga darse cuenta de que, sí, está bien tener la vida planificada y organizada, pero que, de cuando en cuando, nunca viene mal dejar paso y hueco al caos y al descontrol.

Porque los hogares lo forman las personas que habitan en un lugar en concreto y no el sitio en sí. Y además, todas las familias son igual de válidas, independientemente del número de sus miembros. Incluso si son de dos.

¡Tremendo el Hail Mary de esta novela!

Y, para no variar, la autora ya ha soltado miguitas y me ha dejado con ganas de más por saber de otras dos parejas. Aunque, de momento, me inclino por Logan y Debbie, ya que ellos han sido quienes han despertado más mi curiosidad.

¡Muchas gracias por querer colaborar conmigo!

¡Nos leemos pronto!

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