La señorita Mackenzie de Anthony Trollope

¡Buenas tardes!

La reseña de hoy se corresponde con uno de mis objetivos lectores de este 2021. Y ese es el de leer más 
clásicos, bien redescubriéndolos con una nueva lectura o bien, conociéndolos.

Afortunadamente para mí, RBA ha acudido en mi ayuda con la publicación de la serie coleccionable de Novelas Eternas, la cual me está ayudando poco a poco a "hacerme con todos" cual Pokémons. Y si no, siempre me quedará pedirlos a mis bibliotecas, o recurrir a editoriales que estén especializadas en este tipo de novelas, que es el caso de la que os vengo a hablar hoy: se trata sin duda de D'Época Editorial.

Una editorial de la que he tenido el privilegio de tener la edición conmemorativa de Persuasión, que es preciosísima e incluía un DVD. Asimismo, me enviaron un montón de marcapáginas y postales con frases Austenitas que coloqué en un corcho junto a una fotografía de mi visita al museo de Jane Austen en Bath. Hablando de ella, hago de nuevo un llamamiento desde aquí para que publiquen de nuevo las Cartas de la autora.

Y bien, tras esta introducción, lo que en realidad quería deciros es que es de esta editorial la novela de la que os traigo la novela. Y, como decía, es de un autor clásico del que no había leído antes, a pesar de que en su momento era tan popular como el mismísimo Charles Dickens.

Se trata de Anthony Trollope, de cuya pluma reseñaré La señorita Mackenzie.

Eso sí, primero os dejo la sinopsis por aquí:

SINOPSIS

Encontramos a nuestra heroína en plena Inglaterra victoriana. Margaret Mackenzie, una solterona de mediana edad que ha dedicado toda su vida al cuidado de los demás, recibe una inesperada y considerable herencia tras la muerte de su hermano, y por primera vez en su monótona existencia se siente libre para buscar cierto grado de felicidad. Margaret decide mudarse entonces de su sombría casa de Londres a un alegre apartamento en la próspera y refinada comunidad de Littlebath, donde, tal vez con un ojo puesto en su fortuna, los pretendientes se le van presentando uno tras otro. La bondadosa y amable señorita Mackenzie tratará de sondear su corazón y evitar las trampas que pueda tenderle, valorando los motivos de cada uno de sus pretendientes.

OPINIÓN

Confieso que, sin haberlo planeado previamente, fue un verdadero acierto leer el libro-ensayo de George Eliot sobre las novelas decimonónicas porque así, pude apreciar de primera mano cómo uno tras otro se repetían los estereotipos ahí mencionados.

Ojo, que no estoy criticando la novela. Todo lo contrario, me ha encantado y ha sido una verdadera y grata sorpresa haber tenido la oportunidad de poder leerla. Eso sí, en el comentario previo al inicio de la propia novela nos dicen que hay similitudes entre Margaret, la heroína de esta historia, y Anne Elliot, la protagonista de la novela Persuasión, escrita por Jane Austen. Y sinceramente no lo veo así porque, si bien ambas son unas solteronas a ojos de la sociedad, Anne sí que tuvo la oportunidad de haber sido amada en su juventud por Wentworth mientras que Margaret busca precisamente eso; ser amada.

Pero no adelantaré acontecimientos. La señorita Mackenzie nos cuenta las aventuras y desventuras de Margaret Mackenzie, la hija menor de dicha familia, quien, si bien no es bella -tampoco es fea- no ha atraído la atención de ningún pretendiente porque ha dedicado toda su vida a cuidar enfermos: primero a su padre y después a su hermano. Así, ha pasado buena parte de su vida y por eso a la "anciana" edad de 35 años no ha conocido el amor.

Su suerte, sin embargo, cambia radicalmente de un día para otro cuando, de manera sorprendente, es declarada la heredera de la fortuna del hermano. Un cambio de situación que no gusta a nadie, puesto que la familia del otro hermano que le queda pensaba que sería él quien heredaría y, algo similar pensaron los Ball, primos de los Mackenzie y que a su vez reclaman ser herederos de todo este dinero desde hace bastantes años.

Libre por primera vez en toda su vida, Margaret decide hacerse dueña de su destino. Y por eso, decide alejarse de posibles malas influencias de propios y ajenos y mudarse a Littlebath. Hago un inciso aquí para explicar que el autor es bastante explícito a la hora de criticar qué es lo que sucede en dicha localidad. Tampoco hay que ser un genio para ver que el lugar real del que está hablando es Bath, en el sur de Inglaterra.

Como iba diciendo, cualquiera aceptaría y aplaudiría de buen grado esa decisión - porque quiero recordar que en ningún momento Margaret incumple las normas o resulta escandalosa- cualquiera menos su familia, por supuesto, quien no deja de criticarla... a pesar de que decide hacerse cargo de la educación de su sobrina y costearle todo lo que necesite.

Si el lector espera a una mujer egoísta o ignorante por no haber tenido contacto con el mundo exterior y carecer de experiencia amorosa previa, se equivoca. Margaret no es egoísta -para muestra el botón de la sobrina-, al contrario, en cuanto conoce que el negocio de su hermano está pasando por apuros económicos, le da el dinero sin contemplación, sin importarle el hecho de que no la maniobra o la inversión más inteligente en la que desembolsarlo.

E ignorante tampoco ya que, más o menos atraídos por su dinero, recibe nada más y nada menos que ¡Cuatro! propuestas matrimoniales. Sin embargo, una tras otra las va rechazando. ¿El motivo? El principal es su felicidad y también que las circunstancias personales de buena parte de ellos no son las más propicias para aceptarlas, pero... Y como ya he mencionado que a lo que ella aspira es a ser amada... y no siente ese amor en ninguno de ellos. Eso no quiere decir que no tenga su final feliz, puesto que no es así. Lo tiene, y todo a causa de otro nuevo giro de acontecimientos.

Al hilo de los pretendientes... hay sorpresas en este aspecto. Sobre todo con uno de ellos, quien se monta una novela en su cabeza digna de publicación como libro independiente. Y en cuanto al pretendiente que se convierte en su marido, entiendo que por edad le dé vergüenza comportarse como un enamorado adolescente, pero que hubiera hablado de vez en cuando tampoco hubiera estado mal. Si bien los gestos hablaban por sí mismos, las palabras para defenderla hubieran estado bien. En ese sentido, lo vi bastante pegado a las faldas de su madre.

Por otra parte, de modo inteligente, el autor critica a la sociedad de su tiempo como bien indicó George Eliot en su libro. Para ello se sirve de los stumboldianos, un grupo de personas -a mí me pareció bastante sectario, la verdad- que sigue los preceptos en el modo de vida del señor y la señora Stumbolt, un sacerdote.

Del mismo modo, hace una crítica voraz a la presión social hacia la mujer en su búsqueda de esposo, la cual inicia antes y parece ridícula a partir de una cierta edad. Eso no sucede cuando es el hombre quien busca una primera o una segunda esposa. En ese sentido, me sorprendió muy gratamente el toque feminista que el señor Trollope le da a su novela, ya que Margaret tiene mucho amor y orgullo propio relacionado con este tema.

Si tuviera que destacar un personaje de la novela sería sin duda de quien toma el nombre. Me ha hecho vivir emociones de todo tipo, especialmente pena puesto que todo el mundo se le acercaba por interés cuando tenía dinero y no por el placer de su compañía. Una compañía que creo muy grata ya que no es pedante, pesada o tonta. De ahí que me alegrase descubrir que el cariño de la sobrina fuera genuino, puesto que pensé con sinceridad que ella también estaba fingiendo al principio.

Me sorprendió uno de los pretendientes, el señor Rubb, quien si bien estuvo interesado en ella por el dinero, siempre fue sincero con ella en ese sentido y al final sí que creo que llegó a amarla. Aunque, si de pretendientes he de hablar, destaco a otro de sus pretendientes, el señor Macguire.

Un señor Macguire que es bizco y desea ser sacerdote -recordad las novelas de toquilla y las de los cuñados que mencioné en el post de Elliot porque este señor encarna ambos estereotipos- y que fue protagonista indirecto de una de las escenas más divertidas -lloré de risa- del libro. Ese momento en que Margaret estaba sentada frente a él y no sabía dónde mirar y sobre todo, tenía dudas de si se estaba dirigiendo a ellas fue... real y simplemente sublime.

En cuanto a los antagonistas, destacaré a la señora Ball, el estereotipo y representación de la aristocracia de rancio abolengo pobres como ratas pero que ha de mantener su imagen de cara a la sociedad. Me cayó mal en buena parte de sus intervenciones, sobre todo por la displicencia con la que hablaba con Margaret, por cómo intentó manejarla a sus conveniencias y cómo la criticó por no hacerle caso y tener voz propia. Debió tener otro final en mi opinión.

No puedo hacer otra cosa que recomendar de nuevo esta novela porque la disfrutaréis enormemente, especialmente desde la mitad del libro hacia delante ya que las sorpresas no paran de sucederse. Y una última cosa antes de cerrar el post: nunca es tarde para encontrar el amor, pero siempre hay que ponerse a uno mismo por encima.

¡Nos leemos muy pronto!


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