Un ático con vistas de Eleanor Rigby

¡Buenas tardes!

El libro al que le dedico la reseña de hoy lo ha escrito una autora a la que, hace relativamente poco
tiempo que descubrí, pero que, tiene una forma y un estilo tan preciosos que, creo que he de hacerme en papel con todo lo que escribe porque... es maravilloso. Sobre todo porque, además de hacerme disfrutar enormemente con la lectura, me da que pensar. Y eso no es algo que suela sucederme.

No es la primera vez que reseño algo de ella, pero sí que es mi primer contacto con un libro autopublicado por ella. Este perteneces a una serie titulada Juntos y Revueltos. Pensaba que era una trilogía pero... justo ayer colgó un stories hablando de uno de los personajes secundarios de la comunidad, lo cual significa, para mi absoluto goce que habrá más. Si bien me hubiera gustado saber la historia de mis personajes favoritos de la comunidad, creo que eso no sucederá nunca porque... ya están casados. ¡Cachis!

No deseo entretenerme mucho más en la introducción, así que, por eso procedo a dejaros con la sinopsis y después mi opinión de Un ático con vistas de Eleanor Rigby

SINOPSIS

¿Quién dijo que era necesario salir de casa para encontrar el amor?
Una divertida y entrañable comedia romántica.
¿Quién es el hombre que vive en el ático de la calle Cortázar, y por qué nunca se deja ver? Esa es la pregunta que atormenta a la comunidad de vecinos del edificio 13. Incluida a Matty, que aunque no vive allí, conoce la leyenda de Julian Bale y siempre lanza una mirada curiosa a su ático desierto.
Un anuncio en el tablón del bloque de pisos se presentará como la oportunidad perfecta para resolver el misterio. Solo ella se atreverá a adentrarse en la guarida del lobo, llevándose una sorpresa cuando descubra a alguien muy distinto a lo que imaginaba.


OPINIÓN


No voy a engañaros, además de que lo había escrito ella, los motivos por los que me decidí a leer este libro fueron dos: la portada y la sinopsis, si bien no estaba muy convencida por el hecho de que la acción se desarrollase en una comunidad de vecinos. Lo siento, no me matéis, pero no soy muy fan de series españolas tipo La que se avecina o Aquí no hay quien viva.

Por una vez, me alegré muchísimo de haberme equivocado porque a esta comunidad de la calle Julio Cortázar sí que me mudaría sin dudarlo. A pesar de que las paredes sean de papel y sus inquilinos sean un poco -bastante- entrometidos. Sin embargo, el hecho de que ellos vivan en el mismo número que yo en la vida real que yo -el 13, un número que no da mala suerte- me dio buena espina.

Además, los vecinos de esta comunidad no son para nada exagerados y sí bastante reales. Tanto, que he visto identificadas muchas partes de mí en varios de los inquilinos. Así, por ejemplo yo también tengo el "gaydar" de Edu - aunque no soy gay- y como él, es infalible. Basta un vistazo para que lo sepa, aunque haya gente como Óscar -ya hablaré más tarde de él - que me lo ponga difícil. También tengo la coletilla "A ver" de Eli. Tengo muchas más, pero cuando tengo que iniciar una frase o un pensamiento, ese siempre es mi encabezamiento. De hecho, me han remedado numerosas veces por ese motivo.

Si bien no he tenido una vida tan dura como la de Virtudes, sí que me siento identificada con ella en el terreno artístico. De hecho, tengo algunos pinitos en el tema de la escritura, pero no he alcanzado el éxito como ella. Y al hilo de esto... puede que me equivoque pero creo que la propia autora se lo pasó tan bien ideando las historias de esta comunidad que decidió incluirse como parte de los personajes en la persona de Virtudes. No la culpo, por otro lado puesto que me encanta cómo una y otra hacen de Cupido.

Pero, si tuviera que escoger a unos personajes como mis favoritos - Susana me llama mucho la atención también por el hecho de ser una amante de un político - estos serían el matrimonio Olivares. Deformación profesional, supongo. ¿Por qué digo esto? Porque, como ellos yo también soy historiadora. Para más INRI, estoy especializada en epigrafía votiva, así que de mitología sé un rato y por ese motivo, también llamaría a mis hijos bien con nombres latinos o griegos, o bien con nombres inspirados en ese tema. Así que, no me gusta que a Minerva le acorten el nombre y la llamen Minnie. Me recuerda a la novia de Mickey Mouse y, aunque me encanta, en este caso creo que afea el nombre.

Me da mucha rabia que estén casados, porque me hubiera encantado leer su historia de amor, la cual imagino llena de comentarios frikis históricos y referencias de esta ciencia. Lo hubiera disfrutado terriblemente.

Ninguno de ellos son los protagonistas, no obstante. Ese honor recae en Julian y Mattie. O como yo prefiero llamarla, Matilda. Creo que es una mujer con la suficiente personalidad y carisma para que su nombre se mencione por completo. Además, dado que es bajita - como yo- esa manera de llamarla cariñosa, le resta validez. Cosa que no le conviene con su estatura. Al hilo de ella, hago aquí un inciso para decir que todo el tiempo me la imaginé como Louisa, el personaje de Yo antes de ti en el libro de Jojo Moyes y su película homónima.

Por lo que se refiere a Julian, obviamente no me parezco en nada a él en cuanto al físico. Sin embargo, sí que coincidimos en un rasgo: La importancia que le damos a las voces. De acuerdo, yo nunca me he enamorado del dueño de una voz pero sí que le concedo mucha importancia a una voz bonita. De hecho, puedo verme toda la filmografía de un actor en versión original con tal de escucharle o puedo dejar un audiolibro a medias si la voz que me lo está narrando no me convence. Es tal la importancia que le concedo a este detalle que mi despertador diario es el poema Amor completo de William Morris recitado por Jaime Olías.

La explicación a esto de las voces en lo que mi concierne se debe a que no me gusta para nada el sonido de la mía - sobre todo si está grabada - y ojo, digo voz que no acento, ese me encanta. En cuanto a Julian... bien, pocas opciones para enamorarse de una persona tenía él si no fuera a través de una voz puesto que es un ermitaño.

Admito que, si hubiera vivido en esa comunidad, también hubiera actuado tal cual los vecinos. Y me preocuparía muy y mucho no haberle visto nunca antes la cara a una persona con la que convivo. Si además entonces, tampoco le hubiera escuchado, el cotilleo en apariencia inofensivo del principio, se hubiera transformado en verdadera preocupación. No hubieran sido pocas las veces que hubiera llamado a bomberos o cerrajeros para asegurarme de que todo estuviera bien.

De él sabía que tenía una problema mental. De hecho, durante buena parte de la lectura dudé sobre si lo que tenía era una "simple" agorafobia o un episodio de estrés post traumático a causa de su estancia en el ejército. Así que en ese sentido, me comporté como una vecina más del edificio. Cosa que me avergonzó más adelante ya que, utilizando al señor Bale, Eleonor nos da una lección magistral de cuán cínica es la sociedad actual y sobre todo, cuanto daño pueden hacer las palabras cuando se tratan determinados temas. No importa si se pronuncian a la ligera como "broma" o si son fruto del desconocimiento.

No podía dejar pasar la oportunidad de hacer mención al acto de valentía de SImone Biles en estos juegos olímpicos haciendo referencia y priorizando su salud mental por encima de la física. Con ese acto, le ha dado la importancia que este tema tiene, rompiendo así muchos estigmas y estereotipos acerca de él. Un tema que la autora también trata aquí.

Por otra parte, también trata el tema de las redes sociales con la profesión de él. Para nada esperaba que fuera youtuber. En cuanto a las matemáticas, no puedo poner pegas porque soy de letras puras y hace muchísimo tiempo que dejé las matemáticas. Pero me alegro por él ya que ha encontrado un modo con el que ganarse la vida que además le sirve de vía de escape de su situación cotidiana. Esa es la parte positiva.

Y después está la parte negativa: el mal uso de las mismas. No se dedica a lucir su cuerpo y sin embargo, recibe un montón de comentarios insinuantes que no vienen a cuento. Ahí están los riesgos de introducirse en este mundillo cibernético.

Por último, Eleanor también nos da un repasito como sociedad para mal enfatizando el individualismo de la misma porque, a pesar de que son una comunidad de vecinos muy bien avenida y que las paredes son muy finas, nadie se dio cuenta del problema tan serio que sufría uno de los inquilinos. Y precisamente, el ojo que todo lo ve y el oído que todo lo escucha es quien se da cuenta.

Además de todos estos temas, en esta novela hay una historia de amor. Entre Julian y Matilda que no pueden ser más diferentes ya que donde él es introversión, ella es color y extroversión. El tipo de persona que hace migas con todo el mundo y que rápidamente entabla conversación con cualquier persona presente en una habitación, a pesar de que esté llena de desconocidos. Ese es el motivo por el cual la hermana de Julian la considera como la persona idónea para que trabaje como asistenta de su hermano. En realidad, lo que menos hace es ser asistenta, es mucho más una amiga. Sin embargo, su doble papel -obviamente será ojos y oídos de la comunidad con respecto al misterioso vecino - será la causa última del clímax.

Me ha encantado lo tierna que es su historia de amor: desde el desastroso final a cómo poco a poco se animan mutuamente a salir de sus respectivos caparazones - Matilda es muy feliz, pero también carga con un peso enorme de baja autoestima a causa de algo que le sucedió siendo adolescente-, las variadas formas de ella por querer saber de él tanto para sí misma y para los demás e incluso he entendido sus ataques de celos y dudas al respecto de dar el paso o no. La única pega que le pongo es que Julian en mi opinión se ha excedido en su reacción en el clímax - lo disculpo porque le pasa como a mí, que una vez abierto el cajón de mierda... arde Troya- pero, sabe darse cuenta del error y rectificar a tiempo.

Si bien hay una parte del final que no me gusta porque se les echará de menos, creo que el colofón a su historia y sobre todo, su reinterpretación son geniales.

Gracias Eleonor por escribir una historia así y por darnos este palito como sociedad que funciona mal.

Era necesario. Y a partir de ahora, intentaré mejorar en esos aspectos de mí misma que practico de forma más o menos continuada, consciente o no.

Prometido.

Algo me decía antes de leer esta historia que me iba a gustar y mi instinto no me ha fallado.   

Creo que ha quedado claro que debéis leeros esta historia, pero por si no lo habéis entendido os lo dejo claro: DEBÉIS LEER ESTA HISTORIA.

Recomendadísima.

¡Nos leemos muy pronto!

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