Luna de noviembre de June G. Icedo

¡Buenas tardes!

La entrada del blog de hoy está dedicada a una novela que me he leído en colaboración con la autora de
la misma. Sin embargo, en este caso se trata de un tipo de colaboración especial porque, el modo en que supe de la existencia de la escritora -quien vive en Mérida - a través de una actividad anunciada en la agenda del ayuntamiento de mi propia ciudad.

Obviamente, como buena amante de la cultura que soy - y en eso he de decir que últimamente estamos que los tiramos por las eméritas - mi primera idea fue asistir. Sin embargo, hubo un gran problema de logística con el que no conté hasta que me di cuenta del día en que sucedía: era viernes. Eso, en principio no es un inconveniente... salvo contadas excepciones que se traducen en viernes lectivos. Adivinad qué fue lo que sucedió justo ese día.

Y una segunda cosa a tener en cuenta es que, si bien hay profesores que se toman los viernes de forma más relajada... mi profesora no es de esas. Al contrario, se lo toma más en serio porque, "el C2 no es cosa baladí". En resumen, toda esperanza perdida y mi gozo en un pozo.

O eso es lo que yo había creído de forma errónea porque, si bien el mundo de Instagram y sus egos es bastante antipático y hostil, a veces te pone en su camino a personas ambles y gentiles. Que fue lo que sucedió en este caso. Y además, muy cerca de casa. ¿Por qué digo esto? El final de la historia podéis imaginarlo tras haber leído el primer párrafo, así que seré breve: June se ofreció a colaborar conmigo. De manera doble además porque, además de cederme un ejemplar de Luna de noviembre, la novela que nos ocupa hoy, también me entregó un ejemplar de La funambulista, su primer libro de relatos. Así que, en futuros post volveréis a leer el nombre de June.

Una vez explicadas las circunstancias de cómo el libro -libros en este caso - llegó a mis manos, no me entretengo mucho más y procedo a dejaros con la sinopsis y mi opinión de Luna de noviembre de June G. Icedo:

SINOPSIS

Sara es una chica que nunca ha tenido novio, desconoce por completo el mecanismo de seducción y la forma en la que funcionan las relaciones. En el primer año de facultad conoce a Alex, ambos estudian Enfermería. Un chico guapo, popular y aparentemente inalcanzable. Se enamora a primera vista de él; su inexperiencia y falta de autoestima hacen que lo idealice, hasta tal punto de verle como el hombre perfecto. Un verano coinciden en una clínica trabajando, Alex es seducido por una Sara misteriosa, retraída y tímida. Comienzan una relación amorosa que al principio está llena de proyectos e ilusiones, los cuales se van evaporando con el paso de los años.
Un amor herido de muerte, ahogado en la monotonía y la falta de compromiso que intentan sostener, pero irremediablemente desfallece. En el punto álgido de su libertad es cuando conoce de modo casual a Pablo; un joven cinco años menor que ella, soñador, desestructurado, que improvisa continuamente. Pero tras la fachada de indiferencia, libertad y decisión para elegir su propio destino, esconde una vida difícil que va desgranándole poco a poco. Marcado por una infancia de abandonos en centros de acogida, se refugia en los libros y en un sueño: ¡ser actor!
Los dos van desmembrando con sutileza ese muro que los separa de una hastiada realidad a la que siempre quisieron mirar con otros ojos. Por primera vez en sus vidas comienzan a ser ellos mismos.
Sara, irremediablemente, va desmontando la idea del hombre perfecto que había armado pieza a pieza con Alex para enamorarse completamente del desorden de Pablo. Tras un tiempo juntos sin ponerle nombre a lo que tienen, ella regresa a su vida estructurada y socialmente aceptada, mientras Pablo, por su lado, persigue su sueño.
Meses después vuelven a encontrarse, una cena aparentemente amistosa desembocará en sucesivos encuentros íntimos a escondidas. Sara se da cuenta de que nunca podrá ser feliz si sigue planteándose la vida solo con las cosas que están bien y nunca con sus auténticos deseos.
Finalmente, tendrá que elegir entre la necesidad de ser políticamente correcta o ella misma y decidir su propio destino. ¿Será con uno de ellos, con los dos o con ninguno?


OPINIÓN


Antes de empezar con la reseña propiamente dicha, he de decir que, tenía un buen presentimiento para con la historia tras leer la sinopsis. Y, no me equivoqué porque me ha gustado muchísimo.

¿Por qué? Porque es muy real y no hay nada impostado en los personajes. Un hecho que queda más que probado con la diversidad de sentimientos que Sara, la protagonista, me hizo sentir. Con ella pasé de la lástima, a la pena, la empatía e incluso a la violencia, porque, literalmente, hubo momento en que quise darle dos buenas bofetadas - insertar taco aquí para darle mayor fuerza a mi discurso - para que espabilara y se convirtiera en la capitana de su vida y saliera en la celda en la que cumplía una cadena autoimpuesta.

Pero no quiero adelantarme y prefiero tratar el análisis de los personajes con el detenimiento que ellos merecen. Del mismo modo que intentaré hacer lo que pueda con respecto a todos los temas importantes que aquí se mencionan, los cuales, aviso, son numerosos.

Si bien es una historia de amor ya que existe un triángulo amoroso, es también una novela de autodescubrimiento y de amor propio en la que Sara es su protagonista indiscutible. Y la autora nos informa de ello desde el propio título, ya que la luna ha estado siempre asociada a la mujer. Una relación que, si bien puede parecer que ha desaparecido, no es así. El mejor ejemplo de esta relación es que ambas continuamos ligadas por la menstruación, un recuerdo de que antaño, la luna era el astro tomado como referencia para dividir los meses del año.

Asimismo, la luna también se asocia con la mujer como algo negativo -sobre todo por los hombres - ya que nos comparan y tildan de mala porque, siempre mostramos una cara al público. Sin embargo, yo eso lo considero como un símbolo de poder ya que, somos nosotras quienes decidimos cuándo y cuánto queremos mostrar de nosotras, amén de que cuando brillamos y somos conscientes de todo nuestro poder, no hay fuerza que nos pare y ejercemos también un enorme poder de atracción. Como la luna con las mareas.

Y en cuanto a eso de que solo mostramos una cara... lo que yo opino de las diferentes caras de la luna es que son una metáfora del ciclo vital de toda persona y de todos los procesos, en los que, una vez alcanzado el apogeo -que puede ser más o menos duradero- se inicia un proceso de retroceso.

Como iba diciendo, utilizando a su protagonista femenina, nuestra historia introduce una serie de temas muy interesantes, entre los que destacaría la desmitificación del amor romántico con el que hemos crecido... a pesar de que pudiera parecer contradictorio con el tema del libro. Sin embargo, es así porque, la inmensa mayoría de nosotras hemos crecido con la idea del príncipe azul y por eso, durante buena parte de nuestra vida, lo que esperamos es la näif llegada de esa hipotética persona que, en realidad, no existe y nunca llegará. Es un golpe duro de realidad, pero es bastante necesario que se cambie este tipo de peligroso paradigma, especialmente si queremos evitar embarcarnos en una relación amorosa con una falsa idea de felicidad.

¿Por qué? Porque, de manera más o menos inconsciente, nos vemos machacadas con mensajes de presión por alcanzar la perfección en todos los aspectos de nuestra vida. Una perfección utópica y frustrante que tiene como consecuencia la abundancia de infelices mujeres con una baja autoestima, capaces y bien dispuestas a todo con tal de alcanzar el sueño del fabuloso felices para siempre.

Justo lo que le sucede a Sara con Álex.

Un Álex a quien tiene idealizado como a un príncipe y que, personalmente, nunca me llenó el ojo. Él es un pájaro, perfecto conocedor de todos los puntos débiles de su esposa y de lo ciega que está ella con él. Por eso, como perfecto manipulador y chantajista emocional que es, sabe manejarla a su antojo como si de una marioneta se tratase, sin tener en cuenta sus sentimientos y opiniones. En definitiva, sin saber respetarla -mucho menos quererla-, lo cual considero básico para una relación sana.
Al hilo de esto, si bien la luna está asociada con la mujer, creo que en este caso, la luna es Álex. No solo por el poder de atracción que ejerce sobre Sara y su familia, sino porque solo muestra su cara más bella en público, guardándose para sí la otra; mucho menos luminosa.   

Utilizando el clásico cliché de la chica tímida y el chico carismático y popular, June liga sus destinos... ¿indisolublemente? Por fortuna no, ya que Álex comete un terrible error al subestimar a su esposa y le es infiel... alegando que no siente lo mismo que con ella - y teniendo unos tremendos huevazos también con semejante afirmación -.

Puedo sonar terrible, pero agradezco enormemente su estupidez porque ese duro golpe de realidad sirve como punto de quiebre en la vida de Sara. Una mujer que se había perdido en esa relación, difuminándose con el ambiente de buena posición económica en el que se ha acostumbrado a vivir pero que decide alejarse de él y replantearse qué es lo que realmente quiere en su vida. La respuesta es bien fácil: ser feliz.

Un estado que se pronuncia de forma bastante rápida y sencilla, pero cuya consecución es bastante difícil, cuanto más si tu propia familia tiene en buena consideración a tu pareja a causa del dinero.

Este es otro tema aquí tratado, el de la erótica del poder. Porque es cierto que, en numerosas ocasiones, el hecho de que una persona goce de una buena posición económica, a ojos de los demás les hace unos privilegiados con poder y posición similares a los de una divinidad, omnipotente y libre de toda culpabilidad.

Además, esta rebeldía repentina también crea todas las alarmas en su familia, quienes me cayeron mal por su intransigencia para con sus hijas en su momento, pero que, a casa de haberse aburguesado y acostumbrado a presumir de su bondadosa y apocada hija Sara, se horrorizan ante la idea de que decida liberarse y empoderarse, siguiendo así los pasos de su hermana.

Porque sí, en esta novela también se hace referencia a la diversidad de mujeres y al doble rasero que la sociedad continúa teniendo para con ellas.

Si eres una mujer con "muchas" parejas, cambias de compañero cada cierto tiempo, te gusta disfrutar del sexo y además, te gusta probar y experimentar cosas diferentes porque has de buscar y encontrar tu camino, la sociedad te machaca y te critica hasta casi la extenuación lapidaria. Sin embargo, si ese mismo comportamiento lo tiene un hombre... no solo no se le critica, sino que se le aplaude.

Todo muy igualitario ¿verdad?

El brete es aún mayor cuando, en ese tiempo de autodescubrimiento, conoce a Pablo mientras trabajaba ya que ella es enfermera y él trabajaba de comercial. Un hombre diametralmente opuesto a su primer amor, quien, para más inri, es cinco años menor que ella.

De nuevo aquí la autora incluye el doble rasero y la presión de la sociedad para con las mujeres porque, aún a día de hoy, las relaciones en que la mujer es mayor que ella no están bien vistas, justo lo contrario si es al contrario.

Me gustaría añadir en este punto de que la madurez es un estado mental no permanente -todos actuamos como niños alguna vez a pesar de ser adultos - más que un número de años.

Y es precisamente ese estado mental el que debería marcar los tiempos vitales de una persona, no la sociedad. Para todo: madre, tipo de relación, independencia... todo.

Con Pablo, al contrario que con Álex, tuve un buen presentimiento porque, desde el primer momento le dio alas y total libertad a Sara para manejar tiempos y ser ella misma. Amén de que también me gustó muchísimo su amor por la literatura, demostrando así que no hace falta tener estudios superiores para ser un enamorado de lectura e incluso un literato.

El recurso de la metaliteratura me ha parecido muy oportuno y adecuado porque, no solo me ha permitido recordar a los autores aquí incluidos, sino que además nos ha ido narrando las diferentes etapas de la relación apoyándose en el recurso literario. Por no hablar de que "Mereces un amor que te quiera despeinada" me parece precioso y uno de los mejores cantos existentes a lo que debería ser una relación de pareja sana.

Y el hecho de que sea actor me parece, de nuevo, una metáfora magistral a la imagen pública de la mujer de cara a la sociedad, encarnada en este caso en la persona de Sara. ¿No es su -nuestra- vida como un espectáculo teatral en el que el público asiste voluntario y de buen grado a la representación estando a su vez bien dispuesto a la crítica?

Por supuesto Pablo, dista mucho de ser el príncipe perfecto azul, lo cual lo hace aún más interesante y atractivo a mis ojos. Especialmente cuando es evidente que es bastante tímido e inseguro -como Sara- y que su alma de literato es bastante frágil y tiene un miedo terrible a la soledad.

Otra idea malentendida con la que nos taladran desde bien pequeños: la de que la soledad es mala, cuando yo no lo veo así. Al contrario, nos permite pasar mucho tiempo con el que es el amor de nuestra vida: nosotros mismos. Sin embargo, entiendo que haya personas que le tengan miedo.

Incluso aquí se hace referencia a ese tipo de personas que no saben estar solas y encadenan relación afectuosa tras relación. Comportamiento que tampoco es positivo.

Por eso que he mencionado, no puedo hacerle responsable de que él busque pasatiempo con otras mientras conoce a Sara. ¿Por qué? Porque desde el inicio es tremendamente sincero con ella y sobre todo, porque es un bendito y tiene una paciencia extrema con ella, sus mensajes contradictorios y su indecisión. Característica que, como he mencionado antes, llegó a exasperarme en más de una ocasión.

Junto a todos estos temas - y muchos más en los que no me quiero detener para no hacer spoilers - acompañaremos a Sara en su precioso, duro y traumático viaje hacia el autoconocimiento, la libertad y el amor propio lleno de valentía y maravillosos descubrimientos por el camino, entre los que destacaría dos:

- El primero es el de la importancia del amor hacia uno mismo y que nosotros debemos ponernos siempre en primer lugar en cualquier relación; a pesar de que puede sonar egoísta y no todo el mundo esté dispuesto a aceptarlo.

- Y el segundo, que es tan importante como el primero es que sí, se puede querer a más de dos personas a la vez. Pero eso no significa que se esté enamorada de ambas. Y ahí es donde quiero hacer especial hincapié: en el hecho de que ni se puede ni se deben confundir los diversos tipos que hay.

Efectivamente, también puede haber sexo sin amor y con amor.

Una lectura magnífica y recomendadísima que todo el mundo debería leer. Así que, si leéis este post, haceos caso de mí. 

June, ha sido un gusto conocerte, leerte y analizarte a la vez.

Espero que sea la primera de muchas. Esperando el turno de Laura con ansia -guiño, guiño - 

¡Muchísimas gracias por el ejemplar!

¡Nos leemos pronto!

PD: Soy una firme creyente de que los lugares son parte de las personas y pueden provocar todo tipo de sentimientos en ellas, entre ellos la inspiración. Por eso, me ha encantado el guiño a Mérida y a todo lo que sucede en ella.




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