Las campanas no son solo para las iglesias de Yolanda Quiralte

¡Buenas tardes!

La entrada del post de hoy está dedicada a una novela que he leído para uno de los retos lectores a los 
que me he apuntado este año. En este caso no está organizado por ninguna cuenta de Instagram de editoriales. La premisa de este reto es bien sencilla: doce libros a leer en doce meses. Muy asequible, como veis. Y además, las categorías son bastante normales y todas tienen muchos libros que leer que pueden englobarse dentro de esa categoría.

Para muestra un botón, el libro de hoy y a su vez, su primera categoría: una autora cuya pluma no hubiera leído. Por eso, acudí a mi biblioteca y pedí en préstame un libro cuyo título me llamó mucho la atención.

Una vez explicadas las circunstancias de cómo este libro llegó a mis manos, os dejo con la reseña y mi opinión de Las campanas no son solo para las iglesias de Yolanda Quiralte.

SINOPSIS

Si estuvieras en el cine viendo el tráiler de una comedia romántica, ahora aparecería un comisario guapo, Víctor Albalate, también llamado Conan, una agente atolondrada, Diana Sierra, y hasta varias escenas con disparos incluidos. Pero, ¡ah!, estás con un libro entre las manos, y lo único que te queda es leer para averiguar por qué el comisario, un tipo duro y agresivo, consigue hacer temblar a Diana sólo con su voz y por qué, después de cada revolcón, ella no consigue evitar que él se esfume de su lado. Y, sobre todo, descubrir de dónde salen unas misteriosas campanas de chocolate.

OPINIÓN

Si tuviera que describir esta novela en una sola frase, esta sería que las apariencias engañan porque, no es para nada lo que me había imaginado. E incluso esta misma frase la aplicaría al protagonista masculino de la historia, Víctor, cuyo comportamiento odié en buena parte del libro. Pero, una ves entendido todo, entiendo a la perfección que tuviera ese comportamiento tan odioso.

Esta es una novela de amor que tiene a Diana como protagonista, quien es una policía encargada de algunos casos un tanto bizarros. Una mujer a la que no le gusta la Navidad porque lo tiene asociado a la soltería, no por ella, sino porque su familia, "camuflando" su buena intención no para de recordarle año tras año este estado civil comprándole un ajuar. Y con ello, la autora, envía un mensaje de advertencia acerca de lo peligrosas que a veces son las buenas intenciones. El ambiente en la comisaría en general es de buen rollo... si no fuera por el comisario Albalate, quien es un jefe insufrible que se gasta un carácter de mil demonios.

Además, es un lugar misterioso porque, alguien le deja una chocolatina en forma de campana... dando así título a la novela.

Como en toda buena novela romántica que se precie, hay un "triángulo amoroso", que aquí he decidido escribirlo entre comillas porque en realidad, nunca existió. Y es que Carlos, es el personaje a través del cual la escritora lanza un mensaje muy importante al lector: el de no confundir sentimientos amorosos con la pena. Además, de que el hecho de que te traten bien, no es requisito indispensable para iniciar una relación con esa persona. Y por eso, hay que saber romper lazos cuando no sean sanos.

A Víctor tampoco le gusta la Navidad por motivos diferentes y además, existe una explicación que indica por qué se comporta como un demonio irascible de mecha corta: es incapaz de controlar sus sentimientos hacia Diana y sus días pasan entre preocupación por ella y celos de la compañía femenina que siempre la rodea.

Él también tiene su cuota de misterio y, aunque en muchas ocasiones, no me ha gustado cómo trataba a Diana después de acostarse con ella - llevando a ella y al lector a muchos equívocos en referencia a su comportamiento - una vez explicado, lo entiendo. Eso sí, aunque tuviera que mantenerlo en secreto, un poco de comunicación sin revelarle demasiado, tampoco hubiera venido mal y le hubiera ahorrado mucho sufrimiento.

Eso sí, a pesar de esos malentendidos, me ha gustado mucho cómo han desarrollado su relación. Eso por no hablar de los momentos llenos de risa y ese final con su subtrama que le ha otorgado un toque vibrante de acción que me provocaba no querer parar de leer.

Tampoco es un libro muy gordo, así que, a los amantes de la novela romántica, les durará un suspiro.

¡Nos leemos pronto!


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