Daisuki: El origen de mis sueños de Anabel García

¡Buenas tardes!

La entrada del post de hoy está dedicada a una novela escrita por una autora de la que conozco muy 
bien su pluma porque me lo he leído casi todo de ella. Además, es paisana y ya sabéis cuánto me gusta a mí promocionar el talento de mis paisanos.

En este caso, voy a hablaros de su última novela, la cual se publicó casi a principios de este mes. En cuanto vi que se abría la preventa, le pedí uno porque, además de ser un libro con una portada de lo más atrayente - de la cual hablaré más adelante con más profundidad - venía dedicado junto con un marcapáginas también dedicado y una vela que olía estupendamente bien a frutas tropicales pero cuyo olor en concreto no hemos sabido identificar. De hecho provocó arduas discusiones en casa. Y aún seguirían si no se hubiera consumido hace mucho. Yo me inclino por olor a mango porque me parecía muy tropical, pero, es bastante probable que me equivoque porque, no soy muy buena jugando a las adivinanzas.

¡Sácanos de dudas, Anabel, please!

Una vez explicadas las circunstancias de cómo el libro llegó a mis mano, no me entretengo mucho más y os dejo con la sinopsis y mi opinión de Daisuki: el origen de mis sueños de Anabel García.

SINOPSIS


Olivia tiene un sueño: trabajar en Baku.
Pero cuando por fin lo consigue, se le plantea un dilema: deberá investigar a Isaac, el presidente de la empresa, para destapar sus mentiras. ¿El único problema? Qué se ha enamorado de él.
Entonces, ¿qué es lo más sensato que puede hacer Olivia?
A) Despedirse y seguir con su desastrosa vida.
B) Beber para olvidar.
C) Decidir (borracha como una cuba) seguir adelante con su cometido tratando de que él no descubra que ha sido ella quien le ha jodido la vida.
D) Todas las respuestas anteriores.
¿Cuál elegirías tú?
¿Te atreverías a cumplir tus sueños?


OPINIÓN

Antes de empezar con la reseña propiamente dicha me gustaría comentar un oar de cosas acerca de la portada y la sinopsis que merecen ser mencionadas en esta parte del post.

Así, he de decir que la portada es bastante llamativa. Ya no solo por el modelo de la misma y sus penetrantes ojos, que también, porque el muso inspirador del protagonista masculino de este libro es bastante atractivo y creo que está bastante bien reflejado en sus páginas. Asimismo, hay menciones a algunos aspectos bastante importantes y relevantes de la historia de amor narrada en sus páginas. Dicho de otra manera, aunque no pueda parecerlo, es bastante informativa y reveladora.

Con respecto a la sinopsis - que a su vez me servirá para enlazar con el inicio de la reseña propiamente dicha - he de decir que, en cierto modo me despistó porque, tras leerla, creí que se trataba de otra más de las novelas de Anabel caracterizadas por sus preciosas, pasionales y sobre todo divertidísimas historias de amor. Y, si bien están presentes los tres elementos que acabo de mencionar, esta es más romántico-erótica que divertida.

Podría decirse que la autora ha arriesgado al salirse de su zona de confort, pero... quien no arriesga no gana y creo que la jugada le ha salido redonda ya que, a pesar de ser diferente, a mí me ha gustado mucho la historia de amor entre Olivia e Isaac.

Una Olivia que tiene como sueño profesional trabajar en Baku. Y os mentiría si dijera que no pensé que se trataba de la capital de Azerbaiyán en lugar de una empresa farmacéutica de lo más peculiar. Una empresa que, precisamente tiene como logo que lo representa a Baku, un personaje de la mitología japonesa del que no revelaré mucho porque, no soy yo experta en dicha cultura y además, porque sería haceros spoiler de algo bastante importante de las subtramas de la novela.

Con ella nos sentiremos perfectamente identificadas - al menos yo lo he hecho - porque es una mujer normal con complejos físicos fruto de la imposición de la sociedad y también de una pareja que no la ha querido. Porque no, si alguien te menosprecia o te hace sentir de menos, no es que no te valore, es que no te quiere. Así de simple y así de rápido y sencillo.

Además de ser utilizada para criticar a la sociedad actual en la obsesión malsana con alcanzar la perfección corporal que no existe, su personaje también es el instrumento a través del cual Anabel critica la precariedad laboral de la sociedad contemporánea en lo que a los jóvenes se refiere.

Junto a eso, creo que ella es quien tiene los pensamientos y reflexiones más interesantes y certeras. Algunas de las cuales nunca está de más que se nos recuerden aunque puedan ser bastante simples y evidentes. Y sí, aquí me estoy refiriendo al del amor propio primero sin medida y con total aceptación de nuestras virtudes y defectos antes de empezar a querer a otras personas porque, si no, no solo se corre el riesgo del efecto espejo y culpar a nuestra pareja de nuestras propias inseguridades, además considero que no estaríamos queriéndola realmente bien. Lo he dicho en incontables ocasiones pero lo repetiré una vez más: a la más mínima señal de actitud o comportamiento tóxico... huid. Eso NO es amor.

Estas son solo algunas de las características que definen a Olivia, pero hay otros muchos temas dignos de ser tratados más en profundidad. Otro es la valentía. Y, aunque ese es el caballo de batalla sentimental de ella, es decir, el de su lucha entre la cabeza y el corazón - dicho de otro modo, dejarse llevar o no -, como es tema transversal a muchos otros personajes, no considero justo que solo lo trate con ella.

De hecho, al hablar de valentía, Olivia no es el primer personaje que viene a mi cabeza. Ese es Diego porque, si bien pensé al inicio que se trataba de otro niño rico de papá que se aprovechaba de su posición de privilegio para convertir su hobby en algo pseudo profesional, lo cierto es que he de confesar que me equivoqué con él y que es muy valiente por enfrentarse a sus miedos, luchar contra sus demonios y, a pesar de ser perfectamente consciente de que no es buen cantante - su nombre artístico de hecho es un error monumental: Naluna - no todo el mundo estaría dispuesto a recibir el aluvión y chaparrón de críticas destructoras en cada una de sus actuaciones y ser capaz de levantarse al día siguiente y continuar como si nada.

Aprovecho la tesitura que me ha brindado Diego para mencionar uno de los temas - sino el más importante puesto que está mencionado en el propio título de la novela - principales de la novela: el de los sueños. Tanto en la acción de dormir como en el de aspiración de futuro como deseo. Personalmente, el negocio relacionado que se plantea en esta novela me parece más una utopía y algo propio de la ciencia ficción que de la realidad - amén de que me da miedo - pero sí que soy de esas personas que le da mucha importancia a los sueños, por muy bizarros que estos sean. Tanto es así que soy escritora no profesional y todas y cada una de las historias que he escrito y que han surgido en mi cabeza se debieron a que primero las soñé. ¿Cómo no voy a creer en ellos o prestar atención a lo que mi subconsciente me está diciendo a través de ellos?

Los prejuicios son otro de los temas importantes tratados y desarrollados entre las páginas de este libro. Y aquí, Isaac, el protagonista masculino - también conocido como maromo en mi cabeza o ternerazo imitando a Candela Peña por las amigas de Olivia - es el personaje que mejor los representa. He de decir que al principio me pareció un gilipollas con todas las letras por cómo trata a Olivia y cómo se cree con derecho a ningunear a las mujeres porque se sabe atractivo y porque se aprovecha de su posición de poder en la empresa para tratar fatal a sus subordinados y empleados. Por eso, la idea de que se vengara de él y le diera donde más le dolía convirtiéndolo en un cazador cazado me preció una idea maravillosa digna de aplauso y ola.

Sin embargo, las apariencias engañan y él es mucho más que esta tremenda primera intervención. De hecho, es todo lo contrario y realmente es un hombre bastante sensible y apasionado con una coraza enorme de protección porque tiene miedo de revelarse como quien verdaderamente es a causa de su baja autoestima y de la vergüenza que siente de sí mismo. Su arco argumental y evolución a lo largo de las páginas son, simplemente espectaculares y yo, he adorado enormemente su paciencia, su seguridad en sus sentimientos, su valentía y sobre todo el modo de amar tan sincero, comprometido, pasional, comprensivo y romántico que tiene hacia Olivia. Es maravilloso.

Huelga decirlo porque es bastante evidente, pero el amor inunda todas y cada una de las líneas de esta novela. Una amor que, como todo, en exceso - sea en este caso la sobreprotección - no es positivo, sino todo lo contrario. Sentimiento que aparece en diferentes tipos y variantes: familiar, fraternal, de amistad, hacia un país una cultura como son Japón y la japonesa y el amor romántico. Precisamente relacionado con este último se nos envía un mensaje bastante potente con respecto a qué debe ser un buen amor y cómo el mantener una relación sentimental no ha de ser sinónimo de coartar la libertad de la otra persona; al contrario, coincido al pensar en que es justo lo contrario.

El último de los temas que me gustaría indicar en este post es justo el contrario al del amor. El yang de su ying, términos que, precisamente se explican en la novela, y ese es el del dolor. Si bien entiendo lo que los personajes defensores de este sentimiento han querido demostrar con su modo de actuar, no creo que ese sea el sentimiento que mueva el mundo. Al menos no siempre, aunque en caliente... es generalmente el que provoca una reacción más inmediata. Del mismo modo que el amor está presente, el dolor se le equipara en importancia y a través de él, Anabel también nos envía mensajes que el lector debe aplicarse más a menudo en su vida cotidiana. De entre ellos destacaré el de que no hay un método aceptable para gestionarlo pues cada persona es diferente de la otra. O que hay que manifestarlo siempre y no guardárselo para sí porque si no, se enquista y se convierte en el dictador de nuestras vidas. Y relacionado con esto último, está el tema del perdón hacia los demás y hacia uno mismo, por los motivos indicados en la línea precedente.

No puedo concluir este post sin mencionar un mensaje que Anabel incluye entre sus páginas y que no es otro que el de hay que saber madurar sin dejar de ser niños. En eso consiste la felicidad. Un estilo de vida mucho más difícil de lo que parece.

Y tampoco puedo no agradecer a Anabel que nos haya ilustrado tan bien y de un modo tan absolutamente fantástico y completo acerca de la mitología japonesa. Como amante de las mitologías del mundo y romántica empedernida que soy, la historia del dragón y del ave fénix mitológicos junto a la de sus reencarnaciones más terrenales y humanas contemporáneas me ha conquistado por completo.

Un apunto al hilo de esto, a pesar de su número de páginas, me ha durado un día. Y eso que tiene más de 400 páginas. Espero que así os hagáis una ligera idea de cuán ágil y sencilla lectura tiene o del grado de belleza y romanticismo con el que está narrada la historia.

No sé si la siguiente historia será la de dos de los secundarios de esta novela, pero si es así... presiento que me voy a reír mucho...

Os recomiendo su lectura.

¡Nos leemos pronto!


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