El abanico japonés de Marta Muñoz Barrero
¡Buenas tardes!
La entrada del blog de hoy está dedicada a un libro que leí gracias a que formé parte de un libroviajero. De pegote, en realidad. Os lo cuento por aquí porque la historia merece la pena ser leída.
Como sabéis, en Instagram, los libros viajeros son muy habituales y estos suelen organizarse tanto por parte de los autores como por alguna/s cuenta/s que se dedica/n a ello en colaboración con los mismos. Esto es lo que sucedió con él. Además, en mi caso, no era la primera vez que participaba en un viajero organizado por la cuenta en particular -libroviajeoromantico-.
¿El problema? Que no lo vi a tiempo y, para cuando quise darme cuenta, el libro estaba cerrado y había echado a volar. O eso creí yo, porque, cuando toda esperanza parecía perdida, la autora se puso en contacto conmigo para animarme y pedir permiso y ser una incorporación de última hora con la que el libro cerrase su viaje.
Confieso que no las tenía todas conmigo, pero, afortunadamente para mí, no solo me dieron un enorme sí, sino que me acogieron de manera bastante cálida. Incluso he de decir que al final no he sido la última parada, sino la penúltima y por tanto, cuando el libro abandone mañana mi casa y mis manos, realizará una última parada más antes de regresar con su autora.
Como último dato diré que, cada uno de los miembros del viajero tuvo un par de regalitos personalizados en forma de marcapáginas y de llavero. Estos me llegaron bastante antes que el libro con todo el material de papelería. Y por eso, tuve que mantenerlo escondido hasta poder por fin mostrarlo todo.
Ahora sí, una vez explicadas las circunstancias de cómo el libro llegó a mis manos - y por supuesto, dando las gracias a la autora por sugerirme la idea de pedir permiso y por el envío de los detallitos - no me entretengo mucho más y procedo a dejaros con la sinopsis y mi reseña de El abanico japonés de Marta Muñoz Barrero:
SINOPSIS
"Marcada por la pérdida de sus padres y de su hermana gemela a una tierna edad, la joven Claudia D’Angelo ha crecido bajo el amoroso amparo de su hermana mayor Italia y su tío Miles Egoth. A los quince años su vida da un vuelco inesperado con la experiencia del primer amor. Raoul de Radcliffe, futuro conde de manera inminente, se convierte entonces en el centro de su universo, y Claudia, romántica por naturaleza, siente que su dulce historia superará todas las dificultades que se encuentre. ¿Cómo podría ser de otra manera? Inmersos en una absorbente felicidad, Raoul y Claudia pasan momentos tan perfectos que parecía imposible que algo pudiera salir mal. Sin embargo, el destino tiene preparado un terrible giro de los acontecimientos que pondrá a prueba la fortaleza de ese amor y abrirá un profundo abismo entre ellos que parecerá insalvable. La cuestión es… ¿lo será realmente?"
OPINIÓN
He de confesar que, si bien la portada me pareció delicada bonita, lo que realmente me motivó a querer leerlo fue su sinopsis porque, una aristócrata mitad inglesa mitad italiana - dos de los lugares donde he vivido - del siglo diecinueve - período histórico del que me encanta leer historias ambientadas en ese siglo - tiene muchos puntos para que me gustase. Como así ha sido. Y además, en este caso, el libro cuenta con un bonus absolutamente inesperado que he disfrutado muchísimo al leerlo.
No consideraría esta novela como una novela romántica; al menos no del todo. Más bien la consideraría una de estilo biográfico porque, a través de sus recuerdo y en modo de retrospectiva, Claudia, su protagonista, nos cuenta sus aventuras y desventuras hasta conseguir ser feliz.
Un estado que le costará conseguir porque, pese a que la conocemos siendo muy joven, la tragedia se empeña en perseguirla desde bien pequeña - con la muerte de sus progenitores - y además, encontrará personas en su camino que no se lo pondrán fácil.
Antes de nada, he de aclarar que, cuando escribo felicidad, me refiero a alcanzar la felicidad completa porque sí, ha perdido a parte de sus familiares desde bien pequeña, pero eso no significa que no haya recibido calor familiar. Al contrario, su familia la ama y mucho. Y aquí he de destacar a su hermana Italia - en realidad se llama Italia Firenze, nombre que me encanta - y a su tío Miles, quienes, además del parentesco que ya de por sí les une a ella por sangre, también han ejercido de padres amantes hacia ella sin crear diferencias con su propia descendencia.
Claudia no es una niña fácil, y no es porque tenga un carácter de mil demonios o sea rebelde, sino porque carga con el trauma de la muerte de sus padres y su hermana gemela - de la que en cierto modo se cree culpable al ser la única superviviente - y por ello, se niega a comunicarse con el mundo exterior. Un aspecto que me ha parecido muy interesante al ser incluido aquí porque pone de manifiesto y sirve de recordatorio cuán difícil es hoy día tratar con niños con algún tipo de trauma y que este problema tenía que serlo aún más en centurias pasadas.
Asimismo, habla de la música como cura. Dicen que la música amansa a las fieras, pero también ha sido en muchos casos refugio, vía de escape y de comunicación de artistas, melancólicos, depresivos y traumados. En este caso, la música precisamente será quien la saque de su estado de mutismo y además la encamine hacia un nuevo amor. Porque la música del piano que llama su atención la toca ni más ni menos que su vecino, Raoul de Radcliffe, un joven que está a punto de convertirse en el heredero de un condado.
El amor nace y se bate entre ellos como el movimiento de un abanico y pronto, ambos se enamoran. De hecho él es quien le regala un abanico japonés como símbolo de ese amor recíproco que le da título al libro y que además significa que ve sus futuros ligados ya que el abanico es una reliquia familiar.
Este regalo me ha parecido muy acertado porque, además del doble significado que acabo de mencionar, la autora nos recuerda con él que, en aquella época el lenguaje del abanico era bastante utilizado como medio de comunicación secreto entre enamorados. Y, al mismo tiempo, nos hace ver que surgirán problemas entre la pareja puesto que la madre de él nunca la ve con buenos ojos.
Me sorprendió ese odio porque, en esa pareja es Raúl el menos importante al ser Claudia hija familia de un duque, pero entiendo que la use así porque hubiera sido harto difícil convertirla en la madre sobreprotectora cegada por el amor hacia su hijo - y villana al fin y al cabo - que solo lo quiere para ella.
El odio hacia Claudia se incrementa a causa de un desafortunado accidente que los separa irremediablemente.
Pero no es el sentimiento imperante en la novela, al contrario, es el amor quien gobierna la vida de nuestra protagonista - aunque tarde en darse cuenta - ya que precisamente ese es el sentimiento que la lleva a lugar su vida de un modo muy particular con la de Ethan, un niño callejero al que salva de la pobreza para convertirse en su tutora no oficial - no podía ya que no les estaba permitido a las mujeres - pero sí oficiosa. Desde el momento en que toma esa decisión, se entrevé que en un ser bien dispuesto a compartir el amor que tiene dentro de ella y que, sin apena darse cuenta porque es muy joven, desea ser madre fervorosamente.
Me ha encantado la relación de confianza, afecto y amistad que estos dos personajes desarrollan a lo largo de todo el tema. Sobre todo porque no cae en los tópicos, da lugar a varios malentendidos por la curiosa costumbre nocturna que tienen y sobre todo, por la madurez y la objetividad que tiene Ethan a la hora de apoyar y querer a su tutora. Merece la pena tener a personas así en tu vida que, a pesar de quererte, te dicen su opinión sincera a sabiendas de que en ocasiones, la palabras no te gusten y puedan resultarte dolorosas.
Es también una novela de madurez y redescubrimiento de una misma. De hecho, precisamente creo que eso es lo que significa el viaje a Italia por parte de Claudia. En mi caso, yo considero que para avanzar en la vida primero has de saber de dónde vienes. De ahí que piense eso acerca del largo viaje que ella realiza, además de que también considero que, a veces hay que poner tierra de por medio de aquellos lugares y/o personas que no te traigan buenos recuerdos.
En cuanto a la madurez, lo menciono no solo porque el tiempo pasa dentro del arco argumental, sino porque, utilizando el abanico de nuevo como metáfora, la autora vuelve a demostrar que el amor es el sentimiento imperante en la vida de Claudia.
Al mismo tiempo, gracias a este complemento, se nos muestra que una persona puede tener más de un amor en su vida y que pese a que el sentimientos es el mismo, dependiendo de cuándo y cómo llegue a tu vida, este se vive de manera diferente. En este caso, queda ejemplificado con la persona de Eidrien, un encanto de chico que, además de tratarla como a una principessa, la quiere sin reservas mostrando interés y respeto en todo lo que tiene que ver con ella. Y junto a todo eso, tiene el pack completo porque es duque ni más ni menos.
Gracias a la subtrama de Eidrien también conoceremos la deriva argumental de Raoul, enfrentándolos. Me sorprendió bastante - y me dio bastante pena he de decir - la deriva argumental de este personaje. E incluso, hubo un momento en particular en que me pareció despreciable y, si bien aplaudo su intento de redención, en mi caso la considero insuficiente. Sin embargo, me ha parecido muy bien su inclusión para comparar y mandar así un mensaje al lector, haciéndole ver qué es una relación amorosa sana y cuándo hay que alejarse de relaciones tóxicas y obsesivas.
El saber popular que afirma que quien bien te quiere te hará llorar está equivocado en este caso y yo considero que quien te quiera, siempre te va a querer bien. A pesar de que en determinados momentos, algunas decisiones le causen dolor. Como a Eidrien.
En resumen, es una biografía preciosa y real de la que el lector, a pesar de que transcurra en el siglo XIX aprenderá bastante sobre relaciones humanas y sobre sentimientos positivos y negativos. Además de eso, en ocasiones se llevará más de un susto porque hay un subtrama más propia de una novela negra que de una biografía o una novela romántica que lo mantendrá en tensión desde las primeras páginas. A mí me ha gustado, eso sí, la única pega que le pongo al argumento es que en numerosas ocasiones, algunas de las acciones, pensamientos y comportamientos han sido más propios de una novela contemporánea que de una novela histórica de época y, aunque aprecio y admito licencias, en mi opinión le ha restado credibilidad y magia a lo que sucedía entre las personas implicadas.
Llegados a este punto, debería empezar a despedirme, pero... como he comentado al principio, este libro cuenta con un bonus inesperado y muy apreciado en forma de apéndice largo donde se nos narra cómo se conocieron y enamoraron los padres de Claudia: Daphne y Dante, otro nombre que me encanta y con el que creo que la autora rinde homenaje - otro más - a la cultura italiana y a Italia, los cuales creo que le encantan.
Una historia que nos ayuda a entender y a rellenar muchos huecos y que me ha gustado también mucho. Es más, diría que casi más que la primera a pesar de que yo la hubiera publicado de forma independiente y como si de una novela corta se tratara.
¿Por qué digo esto? Porque, de nuevo, ha repetido patrones argumentales que a mí como lectora no me ha gustado encontrar tan de seguido y sobre todo, porque, de nuevo ha hecho que sus personajes actúen y tengan pensamientos demasiado adelantados a su tiempo. Y aquí me ha llamado más la atención porque en este caso esos motivos tenían mucho más peso en la historia que en la historia anterior.
El tema del matrimonio romántico y la fidelidad conyugal no era tan común entre la aristocracia de ese tiempo, así que me flojea bastante el motivo del regreso a casa de Daphne. Asimismo, el tema de la anulación matrimonial se describe con bastante ligereza cuando, al contrario, no era tan fácil de conseguir y por supuesto, ese era un estigma que, una vez divorciada o anulada la unión, continuaba persiguiendo a la mujer durante el resto de su vida. Y para muestra un botón en forma de la vida de Caroline Norton.
Otro ejemplo de anacronismo es el modo de actuar en sociedad de Dante. Entiendo que sea extranjero y no pase tanto tiento en tierra firme como para estar al día de las mismas, pero... creo que se las salta a la torera.
Por otra parte, aunque en la mayoría de la historia Daphne me cayó bien, en ocasiones creo que pecó de inocente, sobre todo en lo referente a la profesión de Dante cuando era bastante evidente. Y relacionado con ella, me llamó bastante la atención que la tripulación permitiera tan de buen grado la presencia de Italia en travesía y cubierta con ellos ya que es bastante conocida la superstición de los marineros y piratas con respecto a las mujeres. Cuanto más si son pelirrojas y les gusta vestir de amarillo porque... lo tiene todo para triunfar y atraer la buena suerte a ojos de ellos. Sin embargo, entiendo el porqué de su presencia allí con ellos.
A pesar de todo eso, he disfrutado muchísimo de esta historia en la que se pone de manifiesto el poder regenerador del amor, que llega cuando menos se espera e incluso, cuando no está invitado a nuestras vidas.
Eso sí, si tuviera que quedarme con un personaje de esta historia, este sería Miles. Sobre todo porque no se parece en nada al Miles de la primera historia y porque me ha encantado saber que, en su juventud era tan pícaro y seductor como Nathaniel. Su historia del cazador cazado al conocer a Italia me pareció maravillosa.
En resumen, os recomiendo la lectura de esta novela porque vais a descubrir a dos generaciones de la misma familia en modo desordenado y porque, a pesar de los anacronismos, ambas historias son de las del tipo que te dejan el corazón blandito.
¡Nos leemos pronto!
La entrada del blog de hoy está dedicada a un libro que leí gracias a que formé parte de un libroviajero. De pegote, en realidad. Os lo cuento por aquí porque la historia merece la pena ser leída.
Como sabéis, en Instagram, los libros viajeros son muy habituales y estos suelen organizarse tanto por parte de los autores como por alguna/s cuenta/s que se dedica/n a ello en colaboración con los mismos. Esto es lo que sucedió con él. Además, en mi caso, no era la primera vez que participaba en un viajero organizado por la cuenta en particular -libroviajeoromantico-.
¿El problema? Que no lo vi a tiempo y, para cuando quise darme cuenta, el libro estaba cerrado y había echado a volar. O eso creí yo, porque, cuando toda esperanza parecía perdida, la autora se puso en contacto conmigo para animarme y pedir permiso y ser una incorporación de última hora con la que el libro cerrase su viaje.
Confieso que no las tenía todas conmigo, pero, afortunadamente para mí, no solo me dieron un enorme sí, sino que me acogieron de manera bastante cálida. Incluso he de decir que al final no he sido la última parada, sino la penúltima y por tanto, cuando el libro abandone mañana mi casa y mis manos, realizará una última parada más antes de regresar con su autora.
Como último dato diré que, cada uno de los miembros del viajero tuvo un par de regalitos personalizados en forma de marcapáginas y de llavero. Estos me llegaron bastante antes que el libro con todo el material de papelería. Y por eso, tuve que mantenerlo escondido hasta poder por fin mostrarlo todo.
Ahora sí, una vez explicadas las circunstancias de cómo el libro llegó a mis manos - y por supuesto, dando las gracias a la autora por sugerirme la idea de pedir permiso y por el envío de los detallitos - no me entretengo mucho más y procedo a dejaros con la sinopsis y mi reseña de El abanico japonés de Marta Muñoz Barrero:
SINOPSIS
"Marcada por la pérdida de sus padres y de su hermana gemela a una tierna edad, la joven Claudia D’Angelo ha crecido bajo el amoroso amparo de su hermana mayor Italia y su tío Miles Egoth. A los quince años su vida da un vuelco inesperado con la experiencia del primer amor. Raoul de Radcliffe, futuro conde de manera inminente, se convierte entonces en el centro de su universo, y Claudia, romántica por naturaleza, siente que su dulce historia superará todas las dificultades que se encuentre. ¿Cómo podría ser de otra manera? Inmersos en una absorbente felicidad, Raoul y Claudia pasan momentos tan perfectos que parecía imposible que algo pudiera salir mal. Sin embargo, el destino tiene preparado un terrible giro de los acontecimientos que pondrá a prueba la fortaleza de ese amor y abrirá un profundo abismo entre ellos que parecerá insalvable. La cuestión es… ¿lo será realmente?"
OPINIÓN
He de confesar que, si bien la portada me pareció delicada bonita, lo que realmente me motivó a querer leerlo fue su sinopsis porque, una aristócrata mitad inglesa mitad italiana - dos de los lugares donde he vivido - del siglo diecinueve - período histórico del que me encanta leer historias ambientadas en ese siglo - tiene muchos puntos para que me gustase. Como así ha sido. Y además, en este caso, el libro cuenta con un bonus absolutamente inesperado que he disfrutado muchísimo al leerlo.
No consideraría esta novela como una novela romántica; al menos no del todo. Más bien la consideraría una de estilo biográfico porque, a través de sus recuerdo y en modo de retrospectiva, Claudia, su protagonista, nos cuenta sus aventuras y desventuras hasta conseguir ser feliz.
Un estado que le costará conseguir porque, pese a que la conocemos siendo muy joven, la tragedia se empeña en perseguirla desde bien pequeña - con la muerte de sus progenitores - y además, encontrará personas en su camino que no se lo pondrán fácil.
Antes de nada, he de aclarar que, cuando escribo felicidad, me refiero a alcanzar la felicidad completa porque sí, ha perdido a parte de sus familiares desde bien pequeña, pero eso no significa que no haya recibido calor familiar. Al contrario, su familia la ama y mucho. Y aquí he de destacar a su hermana Italia - en realidad se llama Italia Firenze, nombre que me encanta - y a su tío Miles, quienes, además del parentesco que ya de por sí les une a ella por sangre, también han ejercido de padres amantes hacia ella sin crear diferencias con su propia descendencia.
Claudia no es una niña fácil, y no es porque tenga un carácter de mil demonios o sea rebelde, sino porque carga con el trauma de la muerte de sus padres y su hermana gemela - de la que en cierto modo se cree culpable al ser la única superviviente - y por ello, se niega a comunicarse con el mundo exterior. Un aspecto que me ha parecido muy interesante al ser incluido aquí porque pone de manifiesto y sirve de recordatorio cuán difícil es hoy día tratar con niños con algún tipo de trauma y que este problema tenía que serlo aún más en centurias pasadas.
Asimismo, habla de la música como cura. Dicen que la música amansa a las fieras, pero también ha sido en muchos casos refugio, vía de escape y de comunicación de artistas, melancólicos, depresivos y traumados. En este caso, la música precisamente será quien la saque de su estado de mutismo y además la encamine hacia un nuevo amor. Porque la música del piano que llama su atención la toca ni más ni menos que su vecino, Raoul de Radcliffe, un joven que está a punto de convertirse en el heredero de un condado.
El amor nace y se bate entre ellos como el movimiento de un abanico y pronto, ambos se enamoran. De hecho él es quien le regala un abanico japonés como símbolo de ese amor recíproco que le da título al libro y que además significa que ve sus futuros ligados ya que el abanico es una reliquia familiar.
Este regalo me ha parecido muy acertado porque, además del doble significado que acabo de mencionar, la autora nos recuerda con él que, en aquella época el lenguaje del abanico era bastante utilizado como medio de comunicación secreto entre enamorados. Y, al mismo tiempo, nos hace ver que surgirán problemas entre la pareja puesto que la madre de él nunca la ve con buenos ojos.
Me sorprendió ese odio porque, en esa pareja es Raúl el menos importante al ser Claudia hija familia de un duque, pero entiendo que la use así porque hubiera sido harto difícil convertirla en la madre sobreprotectora cegada por el amor hacia su hijo - y villana al fin y al cabo - que solo lo quiere para ella.
El odio hacia Claudia se incrementa a causa de un desafortunado accidente que los separa irremediablemente.
Pero no es el sentimiento imperante en la novela, al contrario, es el amor quien gobierna la vida de nuestra protagonista - aunque tarde en darse cuenta - ya que precisamente ese es el sentimiento que la lleva a lugar su vida de un modo muy particular con la de Ethan, un niño callejero al que salva de la pobreza para convertirse en su tutora no oficial - no podía ya que no les estaba permitido a las mujeres - pero sí oficiosa. Desde el momento en que toma esa decisión, se entrevé que en un ser bien dispuesto a compartir el amor que tiene dentro de ella y que, sin apena darse cuenta porque es muy joven, desea ser madre fervorosamente.
Me ha encantado la relación de confianza, afecto y amistad que estos dos personajes desarrollan a lo largo de todo el tema. Sobre todo porque no cae en los tópicos, da lugar a varios malentendidos por la curiosa costumbre nocturna que tienen y sobre todo, por la madurez y la objetividad que tiene Ethan a la hora de apoyar y querer a su tutora. Merece la pena tener a personas así en tu vida que, a pesar de quererte, te dicen su opinión sincera a sabiendas de que en ocasiones, la palabras no te gusten y puedan resultarte dolorosas.
Es también una novela de madurez y redescubrimiento de una misma. De hecho, precisamente creo que eso es lo que significa el viaje a Italia por parte de Claudia. En mi caso, yo considero que para avanzar en la vida primero has de saber de dónde vienes. De ahí que piense eso acerca del largo viaje que ella realiza, además de que también considero que, a veces hay que poner tierra de por medio de aquellos lugares y/o personas que no te traigan buenos recuerdos.
En cuanto a la madurez, lo menciono no solo porque el tiempo pasa dentro del arco argumental, sino porque, utilizando el abanico de nuevo como metáfora, la autora vuelve a demostrar que el amor es el sentimiento imperante en la vida de Claudia.
Al mismo tiempo, gracias a este complemento, se nos muestra que una persona puede tener más de un amor en su vida y que pese a que el sentimientos es el mismo, dependiendo de cuándo y cómo llegue a tu vida, este se vive de manera diferente. En este caso, queda ejemplificado con la persona de Eidrien, un encanto de chico que, además de tratarla como a una principessa, la quiere sin reservas mostrando interés y respeto en todo lo que tiene que ver con ella. Y junto a todo eso, tiene el pack completo porque es duque ni más ni menos.
Gracias a la subtrama de Eidrien también conoceremos la deriva argumental de Raoul, enfrentándolos. Me sorprendió bastante - y me dio bastante pena he de decir - la deriva argumental de este personaje. E incluso, hubo un momento en particular en que me pareció despreciable y, si bien aplaudo su intento de redención, en mi caso la considero insuficiente. Sin embargo, me ha parecido muy bien su inclusión para comparar y mandar así un mensaje al lector, haciéndole ver qué es una relación amorosa sana y cuándo hay que alejarse de relaciones tóxicas y obsesivas.
El saber popular que afirma que quien bien te quiere te hará llorar está equivocado en este caso y yo considero que quien te quiera, siempre te va a querer bien. A pesar de que en determinados momentos, algunas decisiones le causen dolor. Como a Eidrien.
En resumen, es una biografía preciosa y real de la que el lector, a pesar de que transcurra en el siglo XIX aprenderá bastante sobre relaciones humanas y sobre sentimientos positivos y negativos. Además de eso, en ocasiones se llevará más de un susto porque hay un subtrama más propia de una novela negra que de una biografía o una novela romántica que lo mantendrá en tensión desde las primeras páginas. A mí me ha gustado, eso sí, la única pega que le pongo al argumento es que en numerosas ocasiones, algunas de las acciones, pensamientos y comportamientos han sido más propios de una novela contemporánea que de una novela histórica de época y, aunque aprecio y admito licencias, en mi opinión le ha restado credibilidad y magia a lo que sucedía entre las personas implicadas.
Llegados a este punto, debería empezar a despedirme, pero... como he comentado al principio, este libro cuenta con un bonus inesperado y muy apreciado en forma de apéndice largo donde se nos narra cómo se conocieron y enamoraron los padres de Claudia: Daphne y Dante, otro nombre que me encanta y con el que creo que la autora rinde homenaje - otro más - a la cultura italiana y a Italia, los cuales creo que le encantan.
Una historia que nos ayuda a entender y a rellenar muchos huecos y que me ha gustado también mucho. Es más, diría que casi más que la primera a pesar de que yo la hubiera publicado de forma independiente y como si de una novela corta se tratara.
¿Por qué digo esto? Porque, de nuevo, ha repetido patrones argumentales que a mí como lectora no me ha gustado encontrar tan de seguido y sobre todo, porque, de nuevo ha hecho que sus personajes actúen y tengan pensamientos demasiado adelantados a su tiempo. Y aquí me ha llamado más la atención porque en este caso esos motivos tenían mucho más peso en la historia que en la historia anterior.
El tema del matrimonio romántico y la fidelidad conyugal no era tan común entre la aristocracia de ese tiempo, así que me flojea bastante el motivo del regreso a casa de Daphne. Asimismo, el tema de la anulación matrimonial se describe con bastante ligereza cuando, al contrario, no era tan fácil de conseguir y por supuesto, ese era un estigma que, una vez divorciada o anulada la unión, continuaba persiguiendo a la mujer durante el resto de su vida. Y para muestra un botón en forma de la vida de Caroline Norton.
Otro ejemplo de anacronismo es el modo de actuar en sociedad de Dante. Entiendo que sea extranjero y no pase tanto tiento en tierra firme como para estar al día de las mismas, pero... creo que se las salta a la torera.
Por otra parte, aunque en la mayoría de la historia Daphne me cayó bien, en ocasiones creo que pecó de inocente, sobre todo en lo referente a la profesión de Dante cuando era bastante evidente. Y relacionado con ella, me llamó bastante la atención que la tripulación permitiera tan de buen grado la presencia de Italia en travesía y cubierta con ellos ya que es bastante conocida la superstición de los marineros y piratas con respecto a las mujeres. Cuanto más si son pelirrojas y les gusta vestir de amarillo porque... lo tiene todo para triunfar y atraer la buena suerte a ojos de ellos. Sin embargo, entiendo el porqué de su presencia allí con ellos.
A pesar de todo eso, he disfrutado muchísimo de esta historia en la que se pone de manifiesto el poder regenerador del amor, que llega cuando menos se espera e incluso, cuando no está invitado a nuestras vidas.
Eso sí, si tuviera que quedarme con un personaje de esta historia, este sería Miles. Sobre todo porque no se parece en nada al Miles de la primera historia y porque me ha encantado saber que, en su juventud era tan pícaro y seductor como Nathaniel. Su historia del cazador cazado al conocer a Italia me pareció maravillosa.
En resumen, os recomiendo la lectura de esta novela porque vais a descubrir a dos generaciones de la misma familia en modo desordenado y porque, a pesar de los anacronismos, ambas historias son de las del tipo que te dejan el corazón blandito.
¡Nos leemos pronto!
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