Contra las normas: un amor ingobernable de Adriana Freixa

¡Buenas tardes!

La entrada del blog de hoy está dedicada a una novela que leí en colaboración con la autora, a quien  agradezco enormemente el envío del ejemplar en papel. Sí, sabéis que acepto encantada cualquier colaboración sin importar el formato, pero creo que hay algo mágico y que une más al autor y al lector cuando es en formato físico. Más, cuando iba acompañado de una nota personalizada tan bonita como en el caso de esta novela. O quizás soy yo, que tengo ya cierto regustín añejo - la edad no perdona - y el formato analógico, al ser el que ha crecido conmigo, es mi predilecto.

Parrafadas aparte, además de ser una colaboración como he dicho, es también una novela que se presenta al Premio Literario de Amazon, así que, continúo con mi campaña de dar publicidad y apoyo - doble - a las obras que veo que se presentan.

Por eso, una vez explicadas las circunstancias de cómo este libro llegó a mis manos - creo que nunca antes deseé tanto que fuera viernes - os dejo con la sinopsis y mi opinión de Contra las normas: un amor inquebrantable de Adriana Freixa:

SINOPSIS

Anita Smith tiene claro algo: ODIA a su nuevo (y afortunadamente temporal) vecino. Él representa todo lo que ella detesta. Es un mujeriego descarado, mucho más joven que ella y un creído. Y eso solo es el principio.
Luke Hill es un tramposo con demasiados secretos. Sabe que las mujeres ven un reto en él. Por eso desconfía de ellas. Aunque le costará no rendirse a los encantos de la única mujer que no quiere saber nada de él.
Sin embargo, el destino les guarda más de una sorpresa a este par de tramposos con demasiados secretos.
ADVERTENCIA: Prepárate para una historia de enemigos a amantes explosiva. Solo apta si te gustan las emociones fuertes.


OPINIÓN

Sé lo que he dicho en la introducción, pero hay un par de aspectos que merecen un comentario en profundidad y por separado, antes de empezar como tal.

El primero es el de la portada. No solo porque soy muy fan de las portadas ilustradas - que también - sino porque en este caso, es del tipo que incluye mensajes ocultos con alusiones a aspectos importantes de la novela y, si bien llama la atención a simple vista por la combinación de colores tan llamativa que tiene, es solo a medida que la vas leyendo cuando te vas dando cuenta de que los diseños para nada son aleatorios y al contrario, tienen una razón de ser para estar allí presentes.

Y el segundo es la sinopsis, que, si bien describe perfectamente cómo es la relación de amor y odio y llena de tiras y aflojas entre los protagonistas... en cierto modo engaña - o al menos, así sucedió conmigo - acerca de cómo puede ir transcurriendo la historia.

Quiero aclarar aquí que para nada me quejo por esto, ya que, si bien no me gusta que me engañen - como a nadie, imagino - este es el único caso en que permito que jueguen conmigo. Amén de que yo soy muy pava en lo que a adivinar qué va a suceder se refiere y rara vez acierto. En este sentido, es mucho más aclaratorio el título y subtítulo de la obra porque, si hay una característica que define a Anita y a Luke es el de ir contra las normas.

Entrando ya en materia de reseña, voy a ir yo también contra las normas para deciros que, este libro me llegó un viernes y pensaba convertirlo en mi lectura del fin de semana para tenerlo terminado el lunes máximo. Pero, las cosas nunca salen como una planea y en la primera noche me zampé yo solita 312 páginas. Ese fue mi nivel de enganche real a la pluma de Adriana, a la cual no puedo sino agradecer que hubiera despertado mi ansia viva lectora tras un período en el que se había vuelto una haragana y le costaba ser quien fue. Huelga decir que agradezco enormemente no haber echado un ojo a los capítulos que fue compartiendo por Wattpad porque... no creo que la curiosidad me hubiera dejado vivir en la espera.

Si bien es una novela romántica bastante gamberra, esta novela va de choques. Y no hablo solamente de choques entre dos caracteres tan diversos como el de Anita y Luke - que también -. Unos personajes que tienen una química tan impresionante desde el primer encuentro que ellos solo podrían provocar un apagón de las luces de Las Vegas - nótese la referencia a la novela aquí -.

Hablo también de un choque intergeneracional puesto que hay una diferencia de edad entre uno y otro, lo cual provoca que, irremediablemente haya diferencias en el modelo de educación y de expresión de uno y otro. De ahí que la "pobre" Anita se vea tan perdida al protagonizar un cambio a marchas forzadas de la sociedad analógica a la de las nuevas tecnologías.

Vuelvo a hablar de Anita porque, me ha parecido interesante acertado que sea una protagonista cercana a los cuarenta la protagonista de la misma puesto que, es cierto lo que dicen pero, parece ser que, una vez llegadas a cierta edad - no normativa - las mujeres no solo se vuelven invisibles en el mundo de la literatura, sino en el espectáculo en general. Por eso, he de aplaudir a Adriana por su decisión y tomar nota mental para mí misma e incluir al menos a una secundaria más cercana a esa década en mis próximas novelas.

Junto a ello, un segundo motivo por lo que me parece muy acertado que Anita tenga la edad que tiene porque con ello le sirve para hacer crítica al doble rasero de la sociedad para con las parejas donde hay diferencia de edad... cuando es ella quien es más mayor. En cambio, si esto sucediera al contrario, ni siquiera sería mencionado.

No será este el único dato con el cual aporta el toque feminista a su novela. Se ve muy bien reflejado en la relación de sororidad entre Anita y Yulea. Un nombre que no sé muy bien qué significa, pero cuyo personaje se ha convertido en el hada madrina de todos los cuentos contemporáneos que deberíamos leer antes de irnos a la cama y también en la amiga que conocemos en la cola del baño de la discoteca que todas querríamos tener en nuestras vidas. Esa, a la que no le importa que te acabe de conocer para ofrecerte su ayuda desinteresada, darte sabiduría con sus consejos y aportarte clarividencia ayudada de artilugios más o menos mágicos y sobre todo, ser brutalmente sincera a la hora de leerte la cartilla cuando sabe que no estás obrando bien hasta el punto de pincharte y llevarte al límite para que te expreses.

La expresión, o mejor dicho, la comunicación es otro de los temas importantes que se tratan en la novela. Y es que, en una época con tantos avances electrónicos que nos permiten comunicarnos con personas que viven en el otro lado del mundo si queremos, este es uno de los grandes problemas de nuestra sociedad. Del mismo modo que, en este mismo período donde nos encanta exponernos - más bien crear fantasías irreales acerca de nosotros mismos - la idea de exponernos cara a cara con otra persona nos crea auténtico pavor. Ambos conceptos y la consecuencia del mal uso y combinación de los mismos son tratados en el libro de manera excepcional y muy realista, de ahí que el lector se sienta bastante identificado en esas situaciones donde los dos temas son el problema principal.

En mi opinión, lo que creo que ocurre es que hemos asociado que la exposición y el hecho de dar un paso al frente para hablar y comunicarnos con las personas lo hemos asociado con la debilidad. Sí que es cierto que, en muchas ocasiones, los gestos pueden hablar más que las palabras, pero para los que vivimos en la parra de la vida y estamos en el mundo porque tiene que haber de todo, un recordatorio vocal de vez en cuando no nos viene nada mal.

Bromas parte, lo que intento decir con el párrafo anterior es que, comunicarse y exponerse es un doble hecho de valentía ya que, para ello, hay que dar un paso adelante... que no todos se atreven a dar. Y es en las relaciones sentimentales y personales el mejor ejemplo donde se ve reflejado.

O cuando se da, se hace tarde y mal. En este punto vuelvo a recurrir a Yulea porque considero que, su pensamiento acerca del perdón es absolutamente cierto y que de nada sirve arreglar el acto una vez cometido. A veces, lo que en realidad se necesita para no crear un problema es pensar bien las cosas que queremos decirlas, o simplemente, decirlas.

Una Yulea que es el epítome perfecto del clásico consejos vendo que para mí no tengo porque, a pesar de ser una mujer muy fuerte, clara y atrevida... también es muy celosa y miedosa de sí misma. De ahí que no se atreva a darlo. Todos cargamos con nuestros secretos y miserias, de ahí que la empatía debamos practicarla más a menudo.

También podría aplicársele el dicho popular que afirma que las apariencias engañas, pero, en este caso - junto al título del libro y el capítulo 50 - creo que es el personaje de Luke el mejor ejemplo del mismo. Un personaje masculino que al principio me cayó fatal con su imagen endiosada de sí mismo. Es más, pensé que iba a ser otro playboy niñato plano más.

Y para nada, porque con él, Adriana introduce varios temas que dan que pensar al lector y con los que critica a la sociedad contemporánea de nuevo.

Así, al hacerlo joven, lo que critica es las pocas oportunidades que tiene esta franja de edad en el terreno laboral porque se les ve inexpertos. Consideración que es una metáfora porque así se inicia la pescadilla que se muerde la cola de la experiencias y las oportunidades laborales. Junto a ello, también critica que, cuando se les dan esas oportunidades laborales, precisamente por su juventud o no son tomados en serio o no tanto como deberían, lo cual es un error, ya que, en numerosas ocasiones, su visión del mundo y las circunstancias pueden aportar ideas no contempladas desde un punto de vista más clásico.

Todo lo que aporte es bienvenido y si no aportas, aparta. Tengas la edad que tenga.

Y relacionado con esto está el segundo tema que desarrolla magníficamente bien. Ese es el de la creencia errónea en asociar juventud con inmadurez, cuando no es así. No por el hecho de tener más edad se es más maduro. Es más, la edad es solo un número. Y en el caso de que así fuera, todos tenemos el derecho a comportarnos con inmadurez alguna vez, tengamos veinticinco o sesenta y cinco.

Huelga decir que lo amé en sus momentos de Anita Lover 93 - de nuevo, referencia al libro, pero esta vez de mi cosecha - enamorado hasta las trancas donde él se convertía en la roca de la relación cuando Anita sentía inseguridades con su cuerpo. Un momento - otro más - que hace tan real e imprescindible este libro

Precisamente de eso va esta maravillosa historia de amor, de la eterna lucha del ser humano entre el seguir las normas o dejarse llevar. Y quien la lea, además de pasárselo tremendamente bien y engancharse hasta niveles estratosféricos en esta historia llena de consejos y frases como que nunca digas nunca, de un cazador cazado, de donde algo que parecía nada se convierte en todo y donde se nos indica que, si bien está fantásticamente bien seguir las normas... hay excepciones que confirman la regla y que ir contra las normas puede ser terriblemente divertido y feliz.

Siempre que sean discutidas entre los implicados en dicha relación, sea del tipo que sea.

Eso sí, por ponerle una única pega al libro, diré que, en mi opinión el segundo epílogo sobraba... a no ser que sea el principio de la historia de los dos implicados en él. En tal caso, bienvenido sea.

¡Vivan los finales felices llenos de tortillas de patatas!

Enhorabuena Adriana por una historia fantástica y muchas gracias por partida doble: no solo por querer colaborar conmigo sino también por tus afectuosas palabras en la dedicatoria que lo acompañaba. Que sepas que te he tomado la palabra y que estoy en plena planificación y estructuración de capítulos de una historia.

¡Mucha suerte en el concurso también! ¡Estoy convencida de que te va a ir genial en él!

¡Nos leemos pronto!


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