El dulce beso de las mariposas de Marta Muñoz Barrero

¡Buenas tardes!

La entrada del blog de hoy está dedicada a la reseña de un libro viajero que llegó a mi casa la semana 
pasada. Y sí, sé que os suena de nuevo este encabezamiento, pero la realidad es que debo avisaros de que se va a repetir en mis próximos libros en físico puesto que me he vuelto a juntar con una pequeña pilita de ellos.

En este caso, no soy la primera parada sino la segunda, así que el libro no estaba aún muy manoseado en mi turno. He de decir también que, conocía la pluma de la autora con anterioridad, precisamente de otro viajero, así que sabía por dónde podían ir los tiros de esta historia.

Sí que tengo que agradecerle todos los detalles incluyó para cada participante del viaje, porque son preciosos y muy relacionados con la historia.

Una vez explicadas las circunstancias de cómo este libro llegó a mis manos, no me entretengo mucho más y os dejo con la sinopsis y mi opinión de El dulce beso de las mariposas de Marta Muñoz Barrero:

SINOPSIS

La vida feliz y despreocupada del incorregible seductor, Nathaniel Egoth, choca con un altercado sin precedentes que le obligará a abandonar Londres con el objetivo de ponerse a salvo de sus perseguidores y proteger así a su familia de posibles consecuencias. Con su fiel compañero Jim, se esconderá del mundo en la casa de campo de alguien con quien nunca se les ocurriría relacionarle.
A pesar de no recibir una cálida acogida por la dueña de la casa, se le permite quedarse allí, en honor a la amistad que Nathaniel guardaba con el marido de la viuda. Poco podía sospechar él que aquella decisión iba a cambiar tanto su existencia. Su reencuentro con la hija de su fallecido amigo, Celia, va a hacer que cambie su perspectiva de la vida que lleva e iniciará un camino en apariencia sin retorno al que se resistirá con todas sus fuerzas.


OPINIÓN

Antes de comenzar con la reseña propiamente dicha, me gustaría hacer un par de comentarios al respecto del título y de la portada de la misma.

Del primer punto, el título, diré que ya indica la dulzura presente en esta historia. Porque, a posteriori, y una vez terminada diré que, el adjetivo que mejor describe la relación entre los protagonistas es precisamente ese, dulce.

Y en cuanto a la portada, he de felicitar a la ilustradora porque es, absolutamente preciosa. De esas que provocan que un lector se enamore a primera vista de la historia que el libro contiene entre sus páginas. No hablo por los demás, sino por mí ya que, por supuesto, eso fue lo que a mí me pasó. Amén de que sirve de complemento perfecto al título.

Entrando ya en materia de reseña, diré que es la segunda novela de una serie sobre la peculiar y particular familia Egoth de Londres, pero que, aunque algunos de los personajes que aparecen en esta novela también tuvieron su cuota de protagonismo en la anterior, el lector no tendrá ningún tipo de problema para situarse espacio-temporalmente.

En mi caso personal, tengo que decir que esta segunda novela me ha gustado mucho más que su predecesora y sobre todo, que he apreciado una evolución en la pluma de la autora que es sorprendente y que empieza con la correcta metáfora entre el sentimiento amoroso con la identificación de sentir mariposas en el estómago.

Huelga decir que, uno de los aspectos con los que más ganas me quedé en la novela anterior era por ver cómo el gran Nathaniel se enamoraba. Algo me decía que este personaje era mucho más de lo que aparentaba. Sorprendentemente y, para mi extraordinario regocijo, acerté.
No sin sorpresas en el camino, por supuesto.

Así, por ejemplo, me sorprendió muchísimo leer que era un personaje que sabía muy bien lo que hacía, cuándo y por qué lo hacía y no un Vivalavirgen barragán que ni sentía ni padecía. Amén de que el poco autoestima y amor propio que sentía hacia sí mismo lo había camuflado bastante bien.

Y me ha gustado porque no es muy común encontrar un personaje masculino que se infravalore de este modo y menos como un héroe decimonónico - recordándonos también que los hombres también pueden ser sensibles - sino porque con este personaje nos recuerda que las apariencias engañan en la inmensa mayoría de ocasiones y que por ello, debemos andar con pies de plomo a la hora de emitir juicios sobre los demás.

De la protagonista femenina, Claudia, diré que, de entrada, me sorprendió su edad porque es una mujer madura para la época. No me preguntéis por qué, pero pensé que era más joven. No sería descabellado un matrimonio con una diferencia de edad alta entre una joven debutante y un hombre como Nathaniel, no me miréis así. Y cuando digo diferencia de edad, me refiero a una distancia más grande que los veinte años que los separan.

Sin embargo, que fuera una mujer con experiencia de la vida era justo lo que le pegaba a alguien como Nathaniel ya que, si hubiera tenido a una joven debutante a su lado, esta hubiera salido despavorida al conocer su fama y él, sobre todo, no se hubiera detenido a mirarle dos veces.

Encarna bastante bien la idea de que el primer amor nunca se olvida y que, marca de tal modo que sirve para establecer la vara de medir y comparar con otras relaciones posteriores. Y, al mismo tiempo, es un libro muy real porque deshumaniza el concepto del amor platónico en el que todos colocamos en un pedestal al objeto de nuestros deseos cuando, la realidad es que eso es un error pues todos distamos de ser perfectos.
Eso sí, me ha causado ternura que ninguno de los dos reconozca con claridad los sentimientos hacia el otro. Sobre todo en el caso de ella porque, están bastante claros con la elección del nombre de su hijo.

Hace también un retrato bastante fiel de los roles que debía tener una mujer en la época, tanto para ser considerada buena, como una mala mujer. Y sobre todo, cómo en el segundo caso, la culpa recaía siempre en ella en forma de mala fama que no la abandonaría en lo que queda de vida.
Una mala fama que puede venir por sentir deseos y expresarlos una vez alcanzada la edad de dama respetable - como la madre de Celia - o, si se dedica a profesiones no asociadas con las mujeres. Como el de escritora.

Y en ese sentido, me ha gustado mucho la referencia a las escritoras quienes, en muchos casos, tuvieron que ampararse en el anonimato para conseguir una oportunidad de publicación... así como que creo que es un modo muy ingenioso en el que la propia Marta cómo ha sido su proceso e incursión en este mundo de la narración y publicación de novelas.

Entre esos roles, por supuesto, está el de madre. Una madre paciente, calmada y amorosa que son los adjetivos que se extrapolan al resto de sus facetas como persona. Adjetivos que pueden llevar a equívocos por ser confundidos con un síntoma de debilidad, cuando al contrario, también tienen su carácter. Y son muy protectores para con los suyos, además de fieles y fieros cuando creen que están en peligro.

Unas mujeres que, solo en casos excepcionales podían heredar o ejercer de salvaguardas de la fortuna de los herederos, pero que perdían de inmediato el derecho a herencia y/o manejar la fortuna... a pesar de que fueran ellas quienes, en muchos casos, eran las encargadas de traer el dinero a casa.

El contraponer dos familias tan opuestas como los Egoth y la de Celia - y sobre todo, el modo en que se aman los unos a los otros - ha sido interesante porque demuestra muy bien que se puede querer a alguien por compartir vínculos sanguíneos con ella, pero, al mismo tiempo, que no es un requisito obligatorio. Y sirve también que se pude querer a otras personas como si fueran de la familia por lo estrechos que son los lazos de amistad que los unen a través del tiempo.
Relacionado con esto, me ha gustado mucho que haya incluido el modo en que nos recuerda que, en no pocas ocasiones, las buenas intenciones, camuflan acciones dañinas y dolorosas para los demás. Por eso hay que ser más empático para con los demás y sobre todo, ser cuidadosos con las palabras que elegimos a la hora de expresarnos... a riesgo de causar dolor en los demás.

El miedo es un tema muy presente a lo largo de esta novela y quien mejor lo refleja es Nathaniel, quien, a pesar de que tiene igual o incluso más claros los sentimientos hacia Celia que la propia implicada, en cierto sentido es un cobarde y no quiere estropear la única buena relación sana que ha creado con una mujer que no es de su familia. Y eso denota también una falta de autoestima bastante grande.

Al mismo tiempo, sin embargo, con esto la autora nos recuerda la importancia del amor propio y de la consideración de ser válidos a nosotros mismos antes de poder querer bien a otra persona porque el amor no es una trampa y no encierra. Al contrario, libera a uno mismo y dejar ser, tanto al otro como a uno mismo. Magia es lo que ocurre si eso sucede.

Me ha encantado conocer el dulce beso de las mariposas y sabía que no me iba a decepcionar la historia de Nathaniel porque, a veces, que una torre alta caiga no significa que se destruya, al contrario, es una nueva oportunidad para volver a construirse. Mucho más fuerte que antes además porque no hay mejor cimiento que el amor.

El libro ya ha volado hacia la siguiente parada.

Muchas gracias Marta, por dejarme ser parte del viaje y por todos los detallitos.

¡Nos leemos pronto!

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