La luna de Plata (El caso McGowan II) de Déborah P. Gómez

¡Buenas tardes!

La entrada del blog de hoy está dedicada a la reseña de uno de los libros viajeros que llegó a mis 
manos  la semana pasada. Y he de decir que, en este sentido se vienen curvas puesto que me junté con varios a la vez. Es uno de los riesgos de esta adicción sana que tengo a ellos y no es la primera vez que me pasa tampoco.

Por eso, no voy a entreteneros con las miserias de mi vida, y prefiero dejaros en cambio con la sinopsis y mi reseña de La luna de Plata (El caso McGowan II) de Déborah P. Gómez:

SINOPSIS

Corría el siglo XIX cuando Fernando Arellano partió a México a hacer fortuna. Un indiano, como se les conocía en la Tierruca. Años después, se le uniría su hijo Juan, cuyas ambiciones le llevarían por otros derroteros. Pero la estela que dejó su labor va más allá de casonas y palacios. Una oleada de crímenes y desapariciones sacudió el norte de España a su regreso sin que nadie se molestara en investigarlo.
Más de un siglo después, la periodista Elena Fernández intenta relacionar esta historia ya olvidada con el caso McGowan. Pero ¿qué tienen que ver los indianos con la Luna de Plata? ¿Qué relación podrían tener con los pueblos nórdicos y precolombinos?
Y lo más importante, ¿cómo va a conseguir resolver este caso sin que se entere Ethan McGowan?


OPINIÓN

Antes de comenzar con la reseña propiamente dicha, he de decir algo al respecto del viaje porque este turno no iba a ser el mío. Es más, hipotéticamente yo debía haber sido la persona que lo cerrase pero... como es el segundo de un bilogía y había gente apuntado al mismo que no conocía o había terminado el primero, la lista se modificó y... me adelantaron posiciones.

¡No sabéis cuánto lo he agradecido!

¡Tremenda la novela que acabo de terminar de leer! Enganchada es un adjetivo que se queda lejos para describir mi estado mientras lo leía. Literalmente, no podía soltarlo... aunque los párpados cayeran por el peso de la gravedad.

Sé que apenas llevamos una semana de marzo, pero sin duda, se ha convertido en una de mis mejores lecturas del mes. Y con esto ya voy a una mejor lectura por mes, aunque parezca increíble porque me considero una persona exigente.

Si no habéis leído la novela anterior es mejor que no leáis esta porque, esta trilogía no está formada por novelas autoconclusivas e independientes, sino que la historia se va completando - y creando más confusión porque tengo muchas dudas y teorías al respecto de todo - a medida que los volúmenes se van sucediendo.

Pero, también hay temas ya tocados y presentados en la primera novela que continúan desarrollándose en esta. Sobre todo el de la investigación del caso. El cual aviso desde ya que, si me hubiera visto implicada en estas circunstancias... yo hubiera muerto en las primeras 100 páginas de la primera entrega.

Así, de nuevo encontramos el tema de la pureza de la sangre y la raza como uno de los ejes principales. Y con ello nos recuerda la importancia que han tenido las mujeres en la historia a la hora de perpetuar el poder de los gobernantes... si bien, paradójicamente esto no se haya visto reflejado a la hora de recordar sus nombres. Y me ha parecido muy interesante y sobre todo, que estuviera tan bien relacionado al incluir la pandemia como una de las líneas temporales de esta novela.

Sobre todo porque con esto también hace una enorme crítica a la facilidad con la que la gente se cree los bulos. Más con la presencia tan importante de Internet y las redes sociales en nuestras vidas. Asimismo, recuerda que el miedo nos vuelve mucho más crédulos y, si se nos dice que hay un tipo sanguíneo mucho más fuerte y resistente a una enfermedad, nos lo creeremos. A pesar de que carezca de fundamento científico alguno. E incluso los propios profesionales de la medicina son los primeros adeptos a esas teorías.

Retomo el tema de la pureza de la sangre porque, evidentemente la virginidad aumenta esa consideración de pureza. Pero también sirve de pretexto para introducir la buena o mala consideración de las mujeres de cara a la galería. Y cómo no comportarse como una "buena mujer" - comportamiento perpetuado a lo largo de la historia como sumisa y sobre todo, orientada a ser madre y al cuidado de los demás - te convierte inmediatamente en el blanco de todas las críticas.

Estos dos extremos de lo que es una buena o una mala mujer aparecen reflejados aquí porque Elena es esa encarnación de la diablesa ya que no desea ser madre . Y eso no la convierte en una mujer menor que otras que sí lo desean. En ambos casos, la decisión a favor o en contra está perfectamente bien. Y hace hincapié en que es solo la mujer la única que tiene el derecho a decidir qué hacer o no con su cuerpo. Para cualquier tema que le afecte.

Además de eso, con su personaje se demuestra que, podemos no desear ser madres pero sí que llevarnos bien con los niños. O que, sorprendentemente, nos prefieran como compañía a otras personas que sí que son más cariñosas con ellos. En ese sentido, me he visto muy reflejada en ella.

Pero en esta novela se recuerda y se demuestra que las personas evolucionamos. De ahí que podamos cambiar de opinión. Sobre todo si las circunstancias para ese cambio de parecer son favorables.

Y volviendo al tema de la maternidad, que no se desee tener hijos tampoco significa que no se sea romántica. De nuevo, ese es un tema que está relacionado con la psicología de cada persona y por eso, querer casarse por ejemplo, no es excluyente de formar una familia. Además, no todas las bodas han de ser un fiestón carísimo con al menos 350 invitados. Siempre he pensado que debe ser la mejor fiesta que una pareja organice en su vida y por eso, ha de ser un reflejo y la mejor representación de los caracteres de los organizadores.

A riesgo de resultar pesada, y aunque el tema de la pandemia puede considerarse trillado o repetitivo, si está bien justificada la presencia en él, a mí no me lo parece. Y en este caso lo está. No solo porque así el lector se dará cuenta de las diferentes medidas y modos diversos en los que los países vivieron este hecho tan dramático, que también. Sino porque, en este caso en concreto, juega mucho con el tema de la introspección y la comunicación individual y recíproca con los demás. Así como el profundo impacto que tuvo en la convivencia y en las relaciones de pareja.

En este caso, es Ethan quien lo lleva peor ya que es él quien tiene más problemas a la hora de expresar con palabras - que no con hechos porque es un romántico y tiene un diez en ese tipo de demostraciones - qué siente y cómo se siente. La ayuda profesional en su caso - más, con sus particulares circunstancias - le hubiera venido genial. Un caso individual que se puede extrapolar perfectamente a la sociedad contemporánea en general, con miedo a expresar en voz alta su mundo interior por asociación con debilidad y sensiblería y prefiriendo guardarse las cosas para sí... a riesgo de rebosar y explotar. Imaginad el resultado.

Sin embargo, su comportamiento está en parte justificado porque no ha sido la persona más afortunada en lo que a reparto de familias se refiere. Y tiene un background complicado cuanto menos. Aunque con esto, Déborah introduce el tema de la confianza - y no solo en la pareja - y sobre todo en dónde se sitúa la difusa línea entre mentir y ocultar la verdad. Así como si eso puede ser tomado como referencia para considerarlo como deslealtad.

En este caso entraría en juego la confianza o ausencia de ella y su consideración como una parte más o menos importante dentro de una pareja. Y recuerda el enorme peso y bagaje que nuestras parejas anteriores, así como las circunstancias donde hemos sido criados, para ser más o menos confiados.

Me ha gustado mucho que haga referencia a la habitual mala consideración de novela romántico-erótica como género literario y le dé un giro de tuerca en forma de alegato a favor de la misma. Y sobre todo, que lo relacione con la masculinidad frágil. Al mismo tiempo, me ha parecido maravilloso el homenaje que rinde a los valientes que se deciden a publicar y compartir sus historias y sus mundos interiores con los demás. Si eso no es exposición y nadar en contra de la corriente del comportamiento habitual de la sociedad, que baje Dios y lo vea.

Asimismo, también me ha gustado que se aproxime al amor de un todo poco habitual porque lo contrapone al miedo. Y usa esta oposición porque es muy cierta. Este sentimiento, positivo en la inmensa mayoría de los casos, también puede ser considerado como un arma arrojadiza ya que nuestros seres queridos son uno de nuestros puntos de flaqueza. Y hasta la persona más fría del mundo tiene a alguien cercano que le importe.

Por supuesto, puede parecer de cajón, pero como no siempre se lleva a cabo, nunca está de más recordar que, toda historia tiene sus dos versiones y que siempre - por muy mal que nos caiga una de las partes porque el posicionamiento es inevitable - debemos escuchar ambas para poder sacar nuestra propia conclusión al respecto. Recordatorio necesario en este caso, por lo paradójico que sucede en esta novela. Sobre todo porque hay personajes que trabajan en una agencia de investigación.

En casa del herrero, cuchillo de palo.

Si bien la considero también una novela romántica, en esta ocasión no voy a hablar del amor como otro de los temas principales de la misma. Prefiero en este caso, sustituir esta palabra por el vínculo. Pues, de hecho, en todas las páginas de esta novela hay vínculos de variados tipos.

Siobhan, en este caso, es uno de los personajes que mejor lo ejemplifica y del que quiero saber más. Además de eso, la sororidad que muestra hacia Elena ha sido refrescante y un modo poco común de hacer ver a las mujeres que debemos ser más como Siobahn en ocasiones.

Ella es un vínculo que se crea forzado por determinadas circunstancias adversas. Y nos recuerda que, a pesar de que no queramos, hay determinados momentos en que se nos fuerza a tomar decisiones. Más o menos acertadas, eso sí.

Los vínculos de la organización Luna de Plata son múltiples, variados y poderoso. Y en este caso además, se demuestra que son mucho más antiguos de lo que se podría haber pensado en un principio. Curioso también el modo en que reivindica el papel de la mujer en la ciencia. No lo vi venir.

El vínculo de la amistad que perdura a través del tiempo continúa inquebrantable. Y al hilo de esto, tengo que decir que adoro a Gina y su maquiavélica mente a la hora de buscar artimañas para sus múltiples tejemanejes. Y, aunque no comparto su visión de que el fin justifica los medios, creo que ella va a tener de nuevo un rol fundamental en la resolución de todo el desaguisado que hemos conocido en esta novela. Vuelvo a rescatar a Siobhan de nuevo porque si bien los amigos son la familia que se elige, eso no quiere decir que todas las amistades tengan que durar toda la vida. Las personas somos cambiantes y evolucionamos, de ahí que habrá amistades que se irán, llegarán y perdurarán. Lo que siempre hay que hacer es dar la bienvenida a los nuevos. Más si son muy diferentes a nosotros porque las diferencias enriquecen. Una frase que queda demostrada de múltiples maneras a lo largo de esta novela.

Ya he hablado de la sangre y por supuesto, este líquido ha sido un elemento que ha vinculado a personas casi desde tiempos inmemoriales. De ahí su inclusión de nuevo y su importancia aquí. Porque toca hablar del vínculo familiar, que se ha de crear y cuidar. Por eso, es un error considerar que por el mero hecho de compartir sangre, el amor tenga que fluir natural, porque no es así.

El modo en que aquí aparece reflejado con el rol de Elena como "madrastra" está muy bien utilizado. Además de que pone de relieve lo difícil que es estar "en tierra de nadie" en lo que a la educación de otros se refiere. Más cuando está en una edad tan difícil como es la adolescencia. Y en ese sentido, con la edad de Gael, recuerda que la madurez no va asociada a un número, sino a la personalidad. Es más, en numerosos casos los adultos se han comportado de modo más infantil que los niños.

Y por supuesto está el vínculo amoroso entre dos personas. En este caso, el hilo rojo del destino se ha liado bastante y me ha mantenido de manera constante entre la incredulidad del embrollo creado y la rabia por el modo en que todo se ha liado. Eso sí, no negaré que lo he disfrutado terriblemente. Y huelga decir que estoy deseando leer cómo un testarudo personaje descubra que el castillo que había creado estaba construido de naipes y tenga que solucionar todos los problemas asociados a su cierre en banda.

En este caso he dado un poco la coña a la autora vía privado y sé que tengo que esperar - eso sí, menos tiempo del que me gustaría - para conocer el desenlace. El cual se prevé de alto voltaje.

Y también para saber cuáles de las teorías disparatadas fruto de mi perturbada e imaginativa mente es correcta. Porque aún no me creo que haya averiguado algo con lo pava que soy para estas cosas. Aprovecho de nuevo para decir que incluso le sugerí un final con todo el sentido del mundo en mi opinión, así que puedes utilizarlo si ves que estás falta de ideas.

En cuanto leí Sofía en este caso, vi la referencia a otra de sus novelas, La noche en que Thor conoció a Catwoman. Así que puede decirse que estoy en racha. Y quiero seguir así.

Por cierto, muy inteligente el modo en el que picas la curiosidad de los lectores para que conozcan tu pluma en un registro diferente.

Además, he leído a la autora de dos maneras diferentes ya. Así que, para continuar con la tradición... debemos ir buscando otro modo para que me lea el tercer volumen ¿no te parece?

En cualquier caso, me ha gustado muchísimo esta novela y te felicito por ella. Asimismo, te doy las gracias por cederla para un viajero, permitiéndome así leerla y disfrutarla.

El libro ya viaja hacia la siguiente parada.

¡Nos leemos pronto!



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