Lo que la tierra esconde de Olga Prado

¡Buenas tardes!

La entrada del blog de hoy está dedicada a la reseña de una novela que leí gracias a un libro viajero que 
llegó a mi casa en días pasados. Y, quizás os sorprenda pero... se me va a juntar pilita, así que, aviso desde ya que este mismo inicio de publicación va a ser similar en entradas posteriores.

En este caso en concreto, tenía muchas ganas de conocer la pluma de la autora y esta historia en particular. Muy pronto vais a descubrir por qué. Además, ha participado en algunas de las dinámicas de los amigos invisibles, por lo que también vamos a saber un poco más de ella tanto desde el punto de vista personal como de escritora.

Sin embargo, cada cosa a su tiempo y por eso, no me voy a entretener mucho más y prefiero dejaros con la sinopsis y mi opinión de Lo que la tierra esconde de Olga Prado:

SINOPSIS

Anaís decide dejar Barcelona y trasladarse con su hijo a Orce, el pueblo de sus abuelos. Allí, revivirá momentos entrañables de su infancia, volverá a amar, será traicionada, se enfrentará a su pasado y se verá envuelta en una sorprendente trama alrededor de los yacimientos arqueológicos situados en esa pequeña localidad granadina, que le abocará a tomar duras decisiones, a redescubrirse y a emprender su crecimiento personal.

OPINIÓN

Antes de comenzar con la opinión propiamente dicha, he de decir que el título es bastante metafórico aunque, al mismo tiempo, bastante informativo del tema principal de esta novela: la historia y la arqueología.

¿Por qué digo esto? Porque se puede establecer un paralelismo en cómo, las personas de cuando en cuando nos creamos una armadura de protección y/o escondite tras la cual ocultar nuestros verdaderos sentimientos y pensamientos al respecto de cualquier tiempo. Así que, esa tierra podría ser nuestro interior porque, como si de una campaña arqueológica o una excavación se tratara, es en el interior de la tierra donde se ocultan nuestra parte más valiosa.

Al mismo tiempo, vuelve a referenciarlo al incluir la tierra no desde un punto literal sino a la tierra como un lugar. O un hogar. Y ahí es donde desdice la frase de Joaquín Sabina ya que, en mi opinión sí que hay que volver al lugar donde se fue feliz. Y no hay período más feliz que el de la infancia.

Por eso, que Anais, la protagonista de la novela decide regresar al pueblo de su infancia para que su hijo tuviera la infancia más tranquila, despreocupada y feliz posible, no solo me pareció una decisión de lo más acertada, sino que demuestra hasta qué punto las madres son capaces de sacrificarse por sus hijos y ponerlos como su prioridad. Hasta el punto de cambiar de vida radicalmente. Dejando todo y a todos atrás.

Y este es solo uno de los numerosos ejemplos y referencias al amor que se incluyen entre sus páginas. El que se tiene hacia la familia. El más puro e incondicional que se puede tener. Y me ha gustado que se centre en este aspecto y no en otros progenitores que usan a los niños como arma arrojadiza, amargándoles el que debe ser el período más feliz de sus vidas.

Junto a ello, me ha encantado que juegue con el doble sentido de que los tesoros no están siempre fabricados de materiales preciosos, puesto que es muy cierto.

Este viaje es también muy intencionado y con otro mensaje hacia el lector de la historia. Además de que se repite de maneras diferentes a lo largo de la obra. Y ese es el de que hay que respetar el pasado. Tanto a las generaciones que nos precedieron y que en muchos casos fueron pioneros - un magnífico homenaje a los abuelos en nuestra sociedad, la cual parece olvidarse de ellos - como a las civilizaciones previas a nosotros. Y es ahí donde también da el lugar que merece a la historia en forma de una de las disciplinas que la componen como es la arqueología.

Cierto que yo no puedo ser objetiva al respecto por mis estudios, pero eso no quita que me guste encontrar novelas e historias donde se le da el lugar que merece. Más que nada porque el hombre es el único animal que tropieza - al menos - dos veces en la misma piedra, de ahí que, cualquier ayudita extra para evitar esas repeticiones y aprender del pasado sea fundamental.

Es también una novela de orígenes, pero también de segundas oportunidades. Y ahí es donde el personaje de Óscar tiene un rol imprescindible, no solo en la metáfora inicial sino en la contribución al mantenimiento y al respeto por el pasado puesto que es arqueólogo. Y nadie mejor que ellos para apreciar y respetarlo. O al menos, porque la autora también realiza una crítica durísima a la sociedad y a la falta de escrúpulos de la misma para según qué determinados temas.

Y es que de nuevo, con el pretexto de poderoso caballero es don dinero, pone de relieve un problema al que no se le suele dar mucha importancia en las noticias y telediarios como es el del tráfico de restos arqueológicos y/o el expolio de determinados yacimientos. Lo triste es que las garras de la corrupción son alargadas y se clavan con profundidad porque, en numerosos casos, son precisamente miembros del gremio y del estudio quienes controlan ese mercado negro, ya que su acceso a los mismos suele ser ilimitado. Una verdadera lástima.

Así que, el haberlo relacionado y haber hecho partícipe al lector de este problema, instruyéndoles e instándoles al mismo tiempo a que denuncien si observan que una situación de este tipo se está produciendo a su alrededor, me parece muy acertado. Es más, lo aplaudo.

Pero como digo, también es el canal a través del cual aparece mencionada la segunda oportunidad en lo que a los sentimientos - dormidos - o en este caso escondidos a propósito por parte de Anais, se refiere. Y es que sí, como habréis podido sobreentender, el amor es un tema fundamental y muy presente en las páginas de la novela.

Ya he mencionado el amor por una tierra o una localidad, el cual se le suele asociar de mala manera y a ello ha contribuido el mal uso - o mejor dicho, el uso politizado - que determinados regímenes y partidos políticos le han dado. Y también el amor por la familia. Y en este caso, canta las bondades y las desventajas de vivir en un pueblo, donde los vínculos - para bien y para mal son más estrechos que en una gran ciudad, con la consecuente pérdida del anonimato.

Incluyo aquí la relación especial entre Anais y su suegra porque demuestra que se puede ser familia sin tener por qué compartir grupo sanguíneo. Es más, me ha gustado que rompa estereotipos y clichés al respecto con la buena relación y sintonía entre la protagonista y su familia política.

Pero la familia también la conforman las personas que no son de sangre. O dicho de otra manera, los amigos, quienes conviene que no se parezcan mucho a nosotros por el hecho de que la diferencia suma y enriquece y no genera - o no tiene por qué - ni crea odio.

Me ha parecido muy interesante el tema de endiosar o creer que las personas somos perfectas, cuando dista mucho de ser así. Es más, nos emplaza a ser cautelosos y a que recordemos que las apariencias engañan. Y que nos podemos llevar más de una sorpresa desagradable.

Del mismo modo que ha tratado de manera muy correcta esa fina y difícil línea que separa la amistad del amor. Lo que se extrae de esto es que, si bien las mejores relaciones sentimentales son aquellas en la que la pareja además de ser amantes son pareja, la realidad es que no se puede forzar a nadie a que nos quiera como nosotros queremos ser amados. Y tampoco pueden hacérseles crear unas falsas esperanzas porque, a la larga, terminarán sufriendo. O creando una relación tóxica, que es mucho peor.

El amor es todopoderoso, sí. Pero ha de tener su lugar y su momento. Por eso, forzarlo y "orientarlo" hacia uno u otro lado es un error. Relacionado con esto, una última lucha muy presente a lo largo de toda la novela es la del corazón contra el instinto. La moraleja en ambos casos es que hay que fiarse de ambas.

Por último, no puedo no mencionar otro tipo de amor como es el que se puede tener hacia un trabajo o una profesión, demostrando así - como otras veces - que, cuando algo te gusta - y pese a que hay días buenos y malos, y en este sentido creo que la autora también se refiere a su profesión y vocación de escritora - no te cuesta trabajo ponerte porque le pones todo el corazón en ello.

Sin embargo, de nuevo, cuando no hay amor y sí malos sentimientos, el trabajo puede convertirse en algo tóxico y una carga que no todo el mundo puede soportar. Y la tentación de delinquir continúa estando muy presente... con la consecuente deriva que he mencionado antes. Por eso, la ética se transforma en otro tema muy importante a desarrollar en las páginas de la novela. Que además ha de aplicarse a la vida.

No me esperé para nada quiénes eran los villanos - aunque hubo un momento en que cierto tufillo me dio acerca de determinada persona - pero sí que he decir que esperaba que la pluma de Olga me gustase. Y en eso, no he errado.

¡Gracias por dejarme ser parte de este viaje!

El libro ya ha salido hacia la siguiente parada.

¡Nos leemos pronto!

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