Lucía intuición de Matilde Bello

¡Buenas tardes!

La entrada del blog de hoy se corresponde con la opinión de uno de los libros viajeros que llegaron a 
mi  casa en estos días pasados. Y, aunque pueda parecer que me repito más que el ajo, la realidad es que, de nuevo, se me han juntado varios a la vez y por eso, las próximas reseñas que veáis publicadas por aquí, estarán dedicadas a los mismos.

Además, en este caso también, gracias a este viaje he conocido la pluma de la autora, una de las cosas que más me gusta del mundo.

Por eso, no me voy a entretener mucho más en la parte introductoria de la entrada y prefiero dejaros con la sinopsis y mi opinión de Lucía intuición de Matilde Bello Orozco:

SINOPSIS

Si la intuición tuviera dientes hace tiempo que me habría comido el mundo. Menos mal que las hadas no me siguen el rollo, porque a mí las indigestiones me sientan fatal.
Esa soy yo, Lucía la fantástica: impulsiva, impaciente, impertinente, a veces infantil, muchas veces deslenguada, siempre díscola y muy a menudo obstinada. ¿Qué le voy a hacer? El melodrama me pone. Altamente histriónica.
También soy ciega. De nacimiento. Supongo que por eso tengo un instinto animal, para llegar donde no me alcanza la vista. Lo mío son las sensaciones, las palabras y fantasear con mil historias, de ahí mi profesión: guionista, y soy muy buena. Lo digo yo. Y lo dice mi jefe.
¿Debilidades? Sí. Una. Bueno varias, pero fundamentalmente una. Javi. Con él mi talento se agudiza, será por nuestros duelos dialécticos; y mis apetitos se desmadran, indudablemente porque su presencia me perturba. O sea, todas las Lucías de mi interior se vuelven idiotas. Y eso me desquicia. Pero también ha conseguido dar una nueva tonalidad a mi mundo. Y eso me encanta.

OPINIÓN

Antes de comenzar con la opinión propiamente dicha, he de hacer una advertencia a futuros lectores para que no les suceda como a mí. Y es que esta novela breve es la primera parte de una bilogía, así que ya debéis ir con la mente preparada porque el final es abierto. La buena noticia para aquellos lectores ansiosos es que la segunda parte de dicha bilogía ya está disponible, así que no tenéis que esperar mucho para conocer y descubrir el desenlace de esta historia y el desarrollo de unos personajes que, a mí, personalmente, me dejaron muy buen sabor de boca.

No sorprendo a nadie si digo que, la protagonista indiscutible de esta historia es Lucía, quien nos va a narrar en primera persona sus aventuras y desventuras vitales. Las cuales, os puedo asegurar desde ya que son variadas y de los más entretenidas.

De entrada, en mi opinión, es una novela valiente puesto que es el primer libro que tiene a una protagonista ciega. Pero, en contra de lo que puede parecer - y aunque mi comentario puede sonar estúpido - se comporta como todo el resto de nosotros. Es decir, que siente, padece y si se tiene que enfadar y mandar todo al carajo, no le duelen prendas al hacerlo.
Y ese golpe de realidad me ha parecido muy acertado porque con esto critica el paternalismo que la sociedad tenemos hacia determinados colectivos de personas cuando no tendría por qué ser así. Además, con esto también hace hincapié en que tras muchas buenas palabras y buenas intenciones, el dolor y el daño que se crea y se causa al afectado o afectada es exactamente idéntico que al hacer las cosas por detrás.

Lucía es también el canal a través del cual lanza otra crítica a la sociedad acerca de la validez o no de las personas a la hora de realizar sus trabajos. Y en este caso además, la crítica es doble porque no solo Lucía es ciega, sino que es mujer también. Y si ya de manera habitual tenemos que esforzarnos el doble o el triple para que nuestros colegas masculinos nos tengan en la misma consideración, puedo hacerme una idea ligera del grado de esfuerzo que ella ha tenido que realizar para conseguir estar donde está en la novela.

Por supuesto, el cuerpo humano es muy sabio. De ahí que, cuando uno de los sentidos no funciona, el resto se desarrollan mucho más para facilitar la existencia lo máximo posible. Justo lo que le sucede a ella. Y además, plantea un debate interesante al lector al hacerle reflexionar sobre si la intuición puede ser considerada un sentido o no. En mi caso, estoy convencida de que sí. Es más, creo que es una gran denostada y desconocida a la que hay que prestar más atención porque no nos va a fallar jamás.

El alegato que hace a favor de las segundas oportunidades me ha gustado mucho porque lo usa varias veces, pero desde puntos de vista diferentes. Con total sentido en ambos casos.

Y tanto en el asunto laboral relacionado con Lord Byron como con el de su nuevo compañero Jandro, el mensaje que se extrae es siempre el mismo: que debemos dejar los prejuicios a un lado y no prestar atención únicamente a las fachas, porque puede que nos llevemos alguna sorpresa agradable al atrevernos a rascar más allá de la superficie y formarnos una opinión por nosotros mismos.

Por desgracia, esta es una actitud que, a día de hoy no suele llevarse mucho a la práctica. Lo cual demuestra que aún queda un largo camino que recorrer en lo que a la empatía y a los prejuicios se refiere. De ahí que me haya encantado que diera ese paso a un lado y decidiera darle esa segunda oportunidad porque así, se han dado cuenta de que tienen muchas cosas en común - es más, yo he visto ahí shippeo - y sobre todo, demuestra que las diferencias no tienen por qué ser un motivo de separación, sino de unión ya que siempre nos enriquecemos de las opiniones, perspectivas y puntos de vista de los demás.

Es también una historia de amor en el que se aproxima a este sentimiento desde diferentes perspectivas. Demostrando con ello que no siempre el amor ha de entenderse y considerarse como positivo, sino que también puede hacernos daño.

Así, trata el amor familiar desde una perspectiva novedosa que jamás había encontrado en una novela: y esa es el del amor de una madre que puede resultar asfixiante - con o sin intención hacia los vástagos - y cómo, parece casi innata esa mala relación entre familiares políticos. Esa sobreprotección aquí incluida demuestra que no es un tipo de amor sano, y sobre todo cómo las opiniones de los demás pueden influir en nosotros mismos - sentimientos incluidos - si no tenemos un carácter fuerte y una personalidad muy bien definida.

Hace hincapié en la importancia de cuidar todas y cada una de las relaciones de nuestras vidas y cómo jamás hay que darlas por descontadas ya que, precisamente esa dejadez y falta de interés puede ser el punto de inicio - y no retorno - en numerosos casos del final de las mismas.

Expone una vez más uno de los problemas principales de nuestra sociedad como es el de la comunicación. Especialmente cuando se la asocia con un compromiso, el cual muchos no están dispuesto a llevar hasta el final.

A día de hoy, se la considera como un síntoma de exposición y debilidad el hecho de hablar con los demás sobre lo que sentimos. Cuando es justo al contrario. Hay que ser muy valiente para atreverse a hacerlo.

Además, recuerda que la comunicación puede hacerse de varias maneras y no siempre solo con palabras. También hay gestos que hablan por sí solos y revelan en muchos casos lo que no nos atrevemos a expresar con palabras. Pero, no hay que restringirse solo a uno a otro sino que, en el equilibrio está el punto perfecto para todo.

Relacionado con esto también me ha gustado que dé el lugar que el sexo merece en lo que a la importancia a una relación se refiere. Sin embargo, tampoco hay que basar una relación sentimental puramente en este aspecto dejando los sentimientos a un lado... a no ser que ambas partes estén de acuerdo en que sea de esta naturaleza porque, a la larga, una de las dos partes terminará sufriendo.

Y un segundo aspecto asociado a la ausencia - o mala praxis - de comunicación en una relación tiene como aspecto más evidente el hecho de que ambos miembros estén en puntos diferentes de la misma y solo sea, pasado un tiempo cuando se dan cuenta de ese desnivel.
Por supuesto, el componente de la idealización del amor juega aquí un papel muy importante. Pero creo que no debemos olvidar tampoco que los sentimientos son completamente subjetivos y que, como cada persona es un mundo, no podemos forzar a nadie a que nos quiera como nosotros queremos que nos quieran ya que, estaríamos convirtiéndoles en alguien que no son. Y eso, no es amor.

De ahí que considere que, ese es precisamente el problema de Javi, que la quiere, pero no sabe gestionar bien esos sentimientos amén de que está continuamente recibiendo estímulos contradictorios que más que ayudarle, le están confundiendo. De ahí que buena parte de los comportamientos y actitudes que tiene a lo largo del libro no los comparta, aunque, en parte, como he mencionado anteriormente, los entienda.

Por último, y no menos importante, me ha parecido maravilloso el canto a favor del amor propio que se incluye en las páginas de esta novela. Porque, no debemos olvidar que nosotros mismos somos el amor más importantes de nuestras vidas y que, por muchas manías o "rarezas" que podamos tener, si no aprendemos a valorarnos, darnos el lugar que merecemos y sobre todo, querernos bien, no podremos querer bien a los demás. Y es ahí donde está el riesgo y el peligro para nosotros y para nuestra sociedad.

Como he mencionado anteriormente, al ser una primera parte, el final me dejó bastante intrigada y necesito saber cómo continuará todo y sobre todo, si Lucía seguirá haciendo caso a su intuición en todos los aspectos importantes de su vida. Espero y deseo que sí, porque me ha encantado conocerla de esta manera.

El viaje ya ha salido hacia su siguiente parada.

¡Muchas gracias por dejarme ser parte de él!

¡Nos leemos pronto!

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