La eternidad de tus instantes de Manuela Valerio

¡Buenas tardes!

Rompo momentáneamente la dinámica de reseñas de libros viajeros - pero continuaré mañana con 
ellos,  no os preocupéis - para presentaros en la entrada de hoy una novela que leí en digital en colaboración con la autora, de quien conozco la pluma y a la que doy las gracias por confiar en mí para que lea su pluma una vez más.

Por eso, no me voy a entretener mucho más en la parte introductoria de esta novela y en su lugar, prefiero dejaros con la sinopsis y mi opinión de La eternidad de tus instantes de Manuela Valerio:

SINOPSIS

Gabrielle es una joven parisina que escapó de su pasado. Huyendo, acabó en la Proveza francesa, donde se casó y acomodó junto a Étienne, su marido. Su vida es tranquila, lejos de la sociedad, tal y como ella anhelaba. Sin embargo, con la llegada de un forastero, que se hospedará en su casa, su paz empezará a tambalearse.
Olivier llega herido, y Gabrielle lo sabe. ¿Encontrará en Arlensole aquello que necesita para sanar? ¿Se llevará con él, cuando se vaya, algo más que un bonito recuerdo?

OPINIÓN

Bien es cierto que no he leído todas las novelas de la autora y soy perfectamente consciente de ello, pero, voy a empezar la casa por el tejado y voy a decir que, hasta lo de ahora, esta es, sin duda mi historia favorita de cuantas ha escrito. O al menos, la que me ha dejado el corazón calentito y me ha arrancado más de un suspiro mientras la leía.

Una novela llena de sensibilidad y muy inteligente ya desde el propio título porque, si por algo se caracterizan los instantes es por su fugacidad. Antónimo por tanto de la eternidad. Sin embargo, ya indica desde el título que el tiempo en esta novela será muy importante y también que puede haber instantes que, a pesar de su brevedad pueden ser eternos. Y eso depende de cómo lo viva y considere una persona.

De ahí que es un error intentar normalizar y generalizar todo lo que gira alrededor de los sentimientos y la subjetividad porque cada persona es un mundo y por tanto, reaccionará y experimentará diferentes sensaciones y sentimientos frente a la misma situación.

Desde el principio se aprecia que es una novela de segundas oportunidades y de perdón, no solo con la vida sino con uno mismo también. Y en este sentido, el personaje que mejor lo encarna es Gabriella, una mujer que, a pesar de que durante un tiempo fue el sol de muchos y deslumbraba a su paso, descubrió que, como Faetón, el brillo en exceso puede quemar. Y también, como se acercó demasiado al astro, este le quemó. Hasta el punto de hacerle daño físico.

Además, recuerda que ese sol no es solo una profesión, también puede ser una persona. De ahí que no debamos endiosar y/o idolatrar a nadie porque todos somos imperfectos - precisamente eso es lo que nos convierte en bellos - y que si bien podemos tomar a alguien como punto de referencia, inspiración o modelo a seguir, en ningún caso podemos hacerle el centro de nuestro mundo o firmamento porque, de nuevo, a la larga resultaremos heridos. Una manera bastante original de hacer referencia a la metáfora de la toxicidad de la que ambos protagonistas están rodeados, he de decir.

Al mismo tiempo, recuerda que es bastante difícil soltar lastre y dejar atrás esa toxicidad y por eso, paradójicamente Gabrielle, huyendo del caótico sol parisino que la ha dejado rota, se refugia en un pequeño y tranquilo pueblo de la Provenza francesa que lleva esta palabra en su nombre.

Al contraponer este cambio tan radical de vida, la autora rinde homenaje a las pequeñas comunidades de vecinos, pero de un modo muy realista porque no solo dice los aspectos positivos, sino también los negativos. Y este se encuentra en detalles como la falta de intimidad o la desconfianza que, a veces tienen hacia los extranjeros. En este sentido, y sin querer ofender a nadie, hay personas que no sirven para vivir en ellos, de ahí que lleguen desilusionados, enfadados y en vez de estar a gusto, provoquen caos e inconvenientes a su paso.

A Oliver en cambio lo usa para hacer un retrato maravilloso de la sociedad contemporánea, en la inmensa mayoría estresados, bastante dependientes de los móviles y bastante inútiles en el día a día. No solo en las tareas domésticas para sobrevivir, sino ya en una acción tan simple como es la de mantener una conversación tranquila y relajada con una persona sin distracciones ajenas. Una nueva paradoja por cierto porque, debería ser pan comido para nosotros ya que estamos en el período histórico en que las comunicaciones son más fáciles de ejecutar.

Junto a todo ello, también me ha gustado que incluya a un Oliver prejuicioso con respecto a los pueblos y a sus habitantes porque también es un pensamiento paternalista muy común - que incluso va más allá al considerarlos algo paletos -. Otro error porque la educación no la dan los estudios, sino las circunstancias donde uno se cría. Y en muchos casos sorprendería descubrir cuán falta de la misma - especialmente si se la asocia con la empatía - tienen algunos urbanitas.

Por último, asociado al escenario de Arlensole recuerda que la riqueza no la dan las posesiones materiales sino las pequeñas cosas y los momentos especiales de nuestra vida cotidiana. Momentos que no tienen precio por las sensaciones que provocan como un atardecer sobre un campo florido de lavandas. De ahí que no debamos obcecarnos buscando las últimas novedades e innovaciones tecnológicas sino que debamos bajar de cuando en cuando a la tierra para darnos cuenta de que somos mucho más ricos de lo que pensamos... si sabemos fijarnos bien en lo que hay a nuestro alrededor.

A priori por tanto, son dos almas opuestas que chocan, pero... como en numerosos casos, cuando se rasca un poco esa coraza que nos hemos construido por miedo a expresarnos tal cual somos y revelar nuestros verdaderos yos... descubrimos que somos mucho más parecidos a otros de lo que podríamos parecer. De ahí lo fundamental que es la concesión de segundas oportunidades - sin dejar de lado el fiarnos de nuestro instinto, por supuesto -.

Al ser una novela de amor habla por supuesto del impacto que las relaciones importantes tienen en nuestras vidas, puesto que, de manera inconsciente nos llevan a idealizar o no este sentimiento. Y además, contribuyen también a perpetuar determinados comportamientos y actitudes más o menos tóxicas para con los demás. E incluso pueden afectarnos de manera tan profunda que pueden llevarnos a minar la imagen que podemos tener de nosotros mismos, robándonos ese amor propio tan fundamental para poder querer bien a los demás. Junto a ello he aplaudido que recuerde y haga hincapié en que, si bien es cierto que las personas podemos cambiar y evolucionar, en el caso de una persona tóxica, rara vez este cambio se produce - principalmente porque ellos no ven nada malo o negativo en su forma y concepto del amor - y por ello, no querrán soltar aquello que tenían. Lo consideran una derrota para su ego.

Eso sí, y me ha gustado mucho que lo incluya, debemos asumir nuestros errores y perdonarnos en el caso de que nos hayamos enamorado de una persona tóxica. En realidad, no es del todo culpa nuestra sino del concepto idealizado del amor romántico - y que ellos también saben explotar - combinado con el rol de héroe o heroína que hará cambiar a esa persona y ese brillo cegador que, cual astro rey pueden llegar a tener.

Así que, solo cuando aparece esa sombra - y de nuevo, otra paradoja en forma de luz divina y reveladora - llegamos a verlos tal cual son seremos capaces de alejarnos. Entendiendo eso sí, que tampoco debemos vivir en un remordimiento constante y continuo porque los errores no nos definen como personas.

Sé que puede sonar extraño pero, a veces está bien ser un poco egoístas. Especialmente si con ese comportamiento pelín egocéntrico lo que se consigue es el estar bien con uno mismo y la felicidad.

Por eso de nuevo la práctica de una empatía asertiva y positiva es fundamental ya que nos recuerda que cada persona es un mundo y que todos cargamos con nuestros propios demonios. Unos demonios que pueden haber dejado cicatrices más visibles o más profundas, pero todas de igual consideración. De ahí que nunca está de más el verse con los ojos de otras personas positivas, porque así contribuirán muy y mucho a la hora de hacer brotar o potenciar ese amor propio tan necesario para nosotros.

Retomo el tema de la comunicación aquí porque la autora genera una duda muy interesante en el lector acerca de una buena o mala comunicación. Y sobre todo, de la verdad asociada a la misma. Personalmente - y como sabéis que me gusta mojarme yo considero que siempre hay que ir con la verdad por delante. Más, de nuevo cuando nuestra propia felicidad está en juego.

Evidentemente hay que saber elegir las palabras adecuadas para hacer el menor daño posible, porque la verdad siempre dolerá ya que, pese a universal, no gusta a todo el mundo. Pero también es cierto que una verdad a tiempo ahorra mucho sufrimiento e infelicidad posteriores. Sin olvidar tampoco que la verdad siempre termina saliendo a la luz, así que no hay que huir de ella. Todo esto aparece magníficamente reflejado en las vidas de ambos protagonistas quienes, en apariencia tienen todo lo que caracteriza a una persona para ser feliz, pero en realidad... si rascas la superficie, se descubre mucha más tristeza de lo que podría pensarse.

Por supuesto, es una novela romántica y como tal, el amor sano está muy presente, otorgándole además un carácter sanador. Y de entrada, recuerda que puede aparecer en el momento más inesperado y con quien menos se piensa. Y, si bien no estoy de acuerdo con las circunstancias en las que aquí brota cual campo de lavanda que los rodea y los protege del mundo exterior que tanto daño les provoca, he de decir que me ha parecido precioso.

Además, también recuerda que, a la hora de la aparición de este sentimiento, no hay tiempos concretos. De ahí que dos personas puedan enamorarse sin problemas en un solo días. Por eso, está bien esta pullita de cara a la sociedad también recordando que, no debemos uniformar nada que esté relacionada con este sentimiento porque eso solo corresponde a las personas que conforman dicha pareja.

Asimismo, recuerda que no hay que confundir la comodidad con el amor o el sexo con este sentimiento. Si bien ambos términos pueden utilizarse para definir algunas de las etapas de una relación sentimental, estos no han de ser quienes la definan en exclusiva porque entonces faltaría otro elemento descriptivo muy importante como es la felicidad.

Por supuesto, no se puede luchar contra el hilo rojo del destino cuando ha decidido unir a dos personas, pero sí que es cierto que el amor no es todopoderoso y que a veces se crea o se desarrolla en unas circunstancias que no son las más favorables. De ahí que sea fundamental el recordatorio de que tiene su lugar y su momento, pero que hay que ser pacientes y no dejar de luchar en la espera.

La naturaleza es sabia y la vida sabrá recompensar nuestra paciencia en forma de segundas oportunidades exitosas y felices. Porque el amor nunca llega a destiempo. 

Me ha gustado muchísimo, como he mencionado antes y os invito a que la leáis. Puede que su lectura os dure mucho o poco tiempo como fue mi caso, pero el instante en el que llegaréis al final de la misma lo vais a recordar para toda la eternidad.

¡Muchas gracias por haber querido colaborar conmigo!

¡Nos leemos pronto!




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