Cuando el tiempo deja de existir de Irene Romo

¡Buenas tardes!

La entrada del blog de hoy está dedicada a una novela que leí en colaboración con la autora, quien me 
seleccionó como rep y también, por eso, en parte con la editorial, Ediciones Kiwi, quien fue la encargada en enviarme el ejemplar en físico.

Y es aquí cuando digo lo que suele ser habitual, pero que siempre es cierto. Ya sabéis cuánto me gusta conocer nuevas plumas, como aquí ha sucedido, pero también que, a pesar de que no pongo objeciones a la hora de colaborar con autores y editoriales, la realidad es que, la conexión que un lector puede crear con una historia en físico, es más complicada que en digital.

Sin embargo, no me voy a entretener mucho más en esta parte introductoria de la publicación y por eso, prefiero dejaros con la sinopsis y mi opinión de Cuando el tiempo deje de existir de Irene Romo:

SINOPSIS

¿Quién me iba a decir que podría empezar de cero?, ¿que tendría la oportunidad de vivir mi vida como ni siquiera me había atrevido a imaginar? Después de años envuelta en una sombra, por fin puedo salir, ser yo misma. Empiezo de nuevo en una ciudad lejos de mi pasado y mis fantasmas, donde solo tengo que esforzarme por encajar, hacer amigos y ser feliz. Ese es mi único objetivo. Y, aunque sea complicado y solitario desprenderse de los malos recuerdos y dejar de castigarme a mí misma, ¿quién me iba a decir que lo encontraría a él para ayudarme? ¿Quién es nadie para decirle a otra persona que pase página?, ¿que ya es hora de dejar de martirizarse? Hace años que decidí limitar mi existencia a una vida sencilla: con un trabajo normal y rodeado de mi familia. Sensaciones mucho más profundas no tienen cabida en mí, a menos que busque derrumbarme de nuevo, y no puedo permitirme eso. Otra vez no. Sin embargo, ¿quién soy yo para tomar esa decisión cuando el destino ha sido tan caprichoso de ponerla a ella en mi camino?

OPINIÓN

Antes de comenzar con la opinión propiamente dicha, he de decir que yo he empezado la casa por el tejado. En el sentido de que no sabía que se trataba de la tercera entrega de una serie. Sin embargo, os tengo que decir que, todos los libros son autoconclusivos y que no he tenido ningún tipo de problema o dificultad en ubicarme tanto en el quién es quién ni en los lugares en los que transcurre la historia.

Y el segundo aspecto del que me gustaría hablar es la portada puesto que tengo sentimientos encontrados con ella. Por una parte, no creo que sea la más adecuada ni le haga justicia a la preciosa historia de amor que se narra entre sus páginas. Pero, por el otro, creo que al representar Cudillero, uno de los lugares importantes donde todo se fragua y sobre todo, con ese paisaje tan idílico, creo que puede hacer referencia también a la paz vital - especialmente mental - que ambos protagonistas encuentran en el punto de su vida en que se conocen. Y en ese sentido, se convertiría entonces en una de esas portadas inteligentes que tanto me gustan.

Sabéis que no suelo hacerlo, pero hay ocasiones en el que las opiniones lo merecen. Y esta es una de ellas. Me refiero a que he de afirmar que me ha encantado esta historia de principio a fin y que, siendo yo una amante y una fan acérrima del cliché de enemigos a amantes, he de confesar que esta me ha parecido una de las historias de amor en las que se incluye el friends to lovers más bonitas que he leído jamás. Así que, enhorabuena Irene.

Lo único que me da rabia es que me gustaría tenerlo dedicado por tu mano. Pero espero que todo se andará en ese sentido y algún día pueda ocupar un hueco en mis estanterías estando firmado por ti.

En esta novela conoceremos la historia de Antía y Bras por separado, pero también juntos. Y en ese sentido he decir que el modo fue muy original y sobre todo, muy adecuado ya que sirve para denunciar uno de los problemas de nuestra sociedad actual. Acrecentado además porque están en el limbo y ese estatus les permite moverse libremente a sus conveniencias.

Estoy hablando, por supuesto, de los patinetes eléctricos. Ese gran peligro y gran plaga que pueblan carreteras y aceras, poniendo en riesgo vidas de conductores y peatones. No solo porque son silenciosos cual espías, sino porque, al no existir aún una regulación específica para ellos... tienen lo mejor de ambos mundos. Y sí, podréis imaginar que yo he sido uno de esos peatones que ha estado a punto de ser atropellada - más de una vez - por uno de ellos, así que no es que me caigan especialmente bien. De ahí que empatice en esta situación con Antía.

Sin embargo, es cierto también que, en líneas generales, no solemos respetar las normas de circulación y por eso, el hecho de salir a la calle se convierte en una misión de riesgo.

Aunque con este primer encontronazo, la autora indica la importancia de las segundas oportunidades e impresiones en la vida - sin dejar de lado las intuiciones, por supuesto - porque, a veces, al dejar a un lado el aspecto negativo, podemos descubrir que las apariencias engañan, que somos mucho más parecido a otro de lo que pudiera parecer y que merece la pena dejar lo negativo atrás para salir de nuestra zona de confort.

Un segundo aspecto muy positivo a destacar a raíz de este antagonismo inicial, es el hecho de la crítica que hace a nuestra sociedad inicial y sobre todo, a la falta de empatía que nos caracteriza. La cual nos lleva a olvidar en buena parte de los casos que todos cargamos con nuestros demonios; algunos más evidentes que otros, de ahí que un momento determinado no tiene por qué servirnos de punto de referencia para describir o categorizar al otro. Amén de que todos tenemos un mal día y por eso, haya que saber practicar el beneficioso ejercicio de la paciencia. Eso sí, sin ser demasiado permisivos o buenos... a riesgo de que nos tachen de tontos.

Más bondad, pero menos estupidez.

Es, como podéis imaginar - además de porque lo he mencionado antes - una novela romántica. Si bien, paradójicamente, ninguno de los protagonistas tiene una buena relación con el sentimiento. Y es que el amor está presente en todas y cada una de las páginas en esta novela. En más de un tipo diferente.

Y como me han dado mucho espacio para analizar y comentar, os los voy a enlistar, incluyendo también referencias a otros subtemas derivados de los mismos:

Así, está presente el amor por los miembros de la familia. Y me ha gustado que haya incluido las dos caras de la moneda porque, de entrada nos recuerda que todos los seres humanos somos diferentes y por tanto, todas las familias también. Pero además de eso, hace hincapié en que nuestros familiares son un grupo de personas cercanos a nosotros con los que mantenemos relaciones y por eso, no hay que darlas por descontadas. Es decir, que solo por el hecho de compartir un mismo grupo sanguíneo, el amor no brotará o surgirá espontáneamente. Al contrario, los vínculos son muy importantes y como cualquier otro, hay que cuidarlo y mimarlo... a riesgo de que se rompa.

En ese sentido, me ha gustado mucho la relación de la dinámica de Bras. No solo porque él sirve como canal para romper estereotipos acerca de que los informáticos son raritos y tienden a ser antisociales, sino porque, al darles su cuota de protagonismo, también el lector que recién aterriza en la serie de novelas, sabe a qué se tuvieron que enfrentar el resto de los hermanos en sus respectivos momentos.

Con ellos se demuestra que el hogar no lo hace un sitio, sino las personas que habitan en él. Y desde la primera intervención se nota. Es más, esa calidez y esa sensación de bienvenida a la familia, no solo la percibe Antía, sino que traspasa las páginas y lector también se siente invitado a sus peculiares y divertidas reuniones familiares.

Y lo que me ha resultado más importante de todas estas dinámicas familiares es que el lector puede aplicarse el cuento desde el momento en que las lee porque, no importa vivir lejos o cerca de tus seres queridos, o ser más independiente o mucho más "tocón" y "pesado" basta un simple gesto o un mensaje de cuando en cuando para demostrar ese interés y preocupación por los demás ya que, el amor se demuestra con palabras... pero también con gestos.

Por otra parte, tenemos a Antía, que ha vivido todo lo contrario: el desarraigo más absoluto y un padre ausente pese a vivir juntos. ¿Habéis leído esa frase de estar solo en una habitación llena de gente? Pues así es como Antía vive. Y lo que es peor, crece.

A raíz de eso, y como las circunstancias en que nos criamos tienen un enorme impacto en el desarrollo de nuestro carácter y personalidad, amén de que sirven de punto de referencia y nos ayudan a aceptar e integrar determinados comportamientos como sanos o dañinos, de los dos, es Antía quien es un poco antisocial sentimentalmente hablando. De ahí que haya sido muy tierno el ir descubriendo sus reacciones - al inicio incómodas - y cómo se le iluminaba la mirada triste que le caracteriza como a una niña con zapatos nuevos cada vez que recibía cariño de modo desinteresado.

No quiero ejercer de abogado del diablo, pero sí que en parte puedo comprenderlo ya que no ha sabido gestionar el duelo. Un problema mucho más habitual del que pueda parecer hoy día. Especialmente en lo que a la gestión del mismo se refiere.

El primer mensaje importante que se extrae de esta situación es que no hay un único modo de superarlo. Pero también, debemos tener en cuenta de que, al no saber cómo gestionarlo, debemos pedir ayuda. Y es aquí donde la raíz del problema radica porque pedir ayuda se contrapone a la autosuficiencia y a nadie nos gusta exponernos y sentirnos débiles. Ni ante personas conocidas, ni ante desconocidos. De ahí que por eso, aparezca ese rechazo inicial.

No será esta la única ocasión en la que se haga referencia a la importancia de la salud mental. Pero, volveré a hablar d ella cuando le toque. Más adelante.

Un segundo aspecto que me ha gustado mucho es el del tema de la paternidad y la maternidad. Puesto que, de nuevo, no se puede generalizar con nuestros hijos ya que, aunque intentemos darle uniformidad, debemos recordar que cada persona es diferente de otra. Si esto no se gestiona de manera eficiente, comienzan a aparecer las dudas acerca de los ritmos vitales acordes a nuestra edad, los cuales pueden hacernos sentir unos fracasados si no nos amoldamos a lo que marcan los "cánones". Ya sabemos que las comparaciones son odiosas, de ahí que haya que potenciar la originalidad y no la estandarización.

Por eso, la combinación de estos dos conceptos es mucho más difícil de lo que puede parecer a priori. Y tampoco hay que darla por descontada. En mi opinión además, es el ejemplo más claro de que, a veces las buenas intenciones están cargadas de daño. Y que la brecha generacional puede ser también fuente de numerosas discusiones.

Es también un tema que sirve para recordar que, la decisión de convertirse en progenitores, ha de ser pensada de manera muy concienzuda y no debe tomarse a la ligera. Es una responsabilidad para toda la vida y una preocupación continua que no todo el mundo se ve capacitado para llevar a cabo.

Junto a ello, conviene recordar también que, si la relación entre ambos padres no termina de manera amistosa, los hijos han de ser siempre la prioridad y nunca el arma arrojadiza o quienes paguen los platos rotos entre ambos. Así como tampoco debemos quererles por rachas y según nuestras conveniencias para determinados fines.

Y sobre todo, el mensaje que más destaco de este gran tema es que una mujer no es menos que otra por no querer convertirse en madre. Bien de manera voluntaria, o bien porque tiene complicaciones en su organismo. En cualquier caso, el respeto ha de ser la tónica imperante en las dos ocasiones.

También aparece ese tipo de amor en entre aquella familia que se escoge, como es la de los amigos. Y por eso, la relación entre ambos es tan bonita desde el principio. Además de que, con su relación lo que demuestra - una vez más - es que las mejores relaciones sentimentales son aquellas en las que los miembros, además de amigos son amantes. Es, en mi opinión la evolución más fluida y natural. Y al mismo tiempo, describe a la perfección los miedos y las dudas ante la posible ruptura y pérdida de esas dos personas en una... se describen de un modo de lo más realista.

Al respecto del sentimiento romántico me ha gustado mucho también que recuerde un dato que, aunque pueda parecer de cajón, cae por su propio peso. Como es el de que el sentimiento es poderoso, sí. Pero a veces no lo puede todo. Y aunque puede aparecer en las circunstancias más inesperadas, si las dos personas no remas a favor de dicha relación, a la larga hará aguas.

Ambos - Antía y Bras - son la consecuencia de sus actos - como todo el mundo - pero también dos almas afines. Por eso, el buenazo de Bras reconoce esa tristeza en la mirada de Antía; él mismo la vivió en sus propias carnes. Y con ello, enlaza de manera muy bonita con el amor propio y la salud mental. Fundamental para conocernos y valorarnos a nosotros mismos y darnos cuenta de que, si no nos queremos bien a nosotros mismos, no seremos capaces de hacerlo para con los demás. Y en este sentido, me ha gustado que haya drama, pero que no se regodee en exceso en el mismo.

Al contrario, es refrescante que se centre mucho más en el viaje de autodescubrimiento y superación que ambos emprenden por separados y que deciden enlazar una vez llegados al punto del camino. Porque sí, somos consecuencia de nuestro pasado, pero tampoco debemos vivir supeditados a él.

De ahí que, si queremos alcanzar la verdadera felicidad - del modo que sea - debemos perdonarnos a nosotros mismos en primer lugar, y este ya de por sí es un modo de realizar un ejercicio positivo de amor propio. Pero además, debemos saber cerrar de una vez y para siempre esas etapas que nos generan angustia e infelicidad.

Solo así el futuro se abrirá ante nosotros como el amanecer de un nuevo día. O como Antía en primavera, metáfora muy bonita e inteligente del hilo argumental que realiza este personaje.

¿Qué más puedo añadir? Que me ha encantado y que por supuesto, lo recomiendo a todo el mundo. Os dejará el corazón calentito... aunque ahora en verano con estas temperaturas no sea lo más conveniente.

¡Qué gran modo de estrenarme con la pluma de Irene y de Kiwi!

¡Muchas gracias a ambos!

¡Nos leemos pronto!

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