Ocho segundos para enamorarme de Raquel Silva

¡Buenas tardes!

La entrada del blog de hoy está dedicada a la opinión de una novela que leí en colaboración con la 
editorial y también con la autora, ya que, fui elegida como rep por ambas y por eso, he podido leerla antes que nadie. Y... ¡tremendo regalito inesperado!

Sin embargo, este no es el momento para decir nada al respecto en ese sentido, así que, en lugar de entretenerme mucho más en esta parte introductoria, os voy a dejar con la sinopsis y mi opinión de Ocho segundos para enamorarme de Raquel Silva.

SINOPSIS

Descubre si ocho segundos son suficientes para que florezca la chispa del amor. Una historia de amor en la ciudad eterna.

El sueño de Adriana siempre ha sido visitar la ciudad de Roma. Y cuando por fin se le presenta la oportunidad, casi la deja escapar. Casi.

A bordo del avión que la llevará a la ciudad de sus sueños, donde le espera todo un curso como estudiante de Erasmus, la emoción que siente se ve opacada cuando su prima ocupa el asiento de al lado.

Por suerte, un chico digno de las películas Disney que tanto le gustan aparece para salvarla y llenar el trayecto de magia.

Pero el avión toca tierra y es momento de decir adiós.

Su sueño está a punto de comenzar.

¿Podrá la Ciudad Eterna volver a unir a dos primas con una gran brecha en su relación?

¿Hará el destino que el camino de Adriana vuelva a cruzarse con el del chico del avión?


OPINIÓN

Antes de comenzar con la opinión propiamente dicha, he de decir una cosa. La cual es bastante probable que ya la sepáis: a mí me ambientas una ciudad en Italia y yo ya estoy muy dentro. Amén de que si encimas le añades un italiano... a los que en cierto modo tengo idealizados... pues claro, son datos, que siguen sumando puntos y aspectos en positivo... Como aquí ha sucedido.

Además, ya conocía la pluma de la autora y me había dejado muy buenas sensaciones y, me apetecía conocer y leerla en una historia no tan cósmica en la que elementos del universo fueran tan importantes. Junto a ello, en cierto modo empaticé con la protagonista porque, si pudiera dar marcha atrás en el tiempo, una de las experiencias que sí o sí hubiera hecho durante mi vida universitaria sería la de haberme ido de Erasmus. Precisamente a Italia.

Porque en Italia tengo mi segunda casa y es más, es un deber que tengo para conmigo misma; el de ambientar una novela escrita por mí en dicho país, si bien no al completo, sí en parte. Así que, como no me fui, obtuve la versión b, que es la de aprender italiano aquí en España y... me llena de orgullo y satisfacción decir que soy bilingüe en el idioma y que desde el extranjero, sigo promulgando y expandiendo mi amor por la lengua, la cultura y el país italiano.

Con todas estas premisas... era lógico que esta novela me causara buenas sensaciones y curiosidad al mismo tiempo porque, he de confesar que, en la inmensa mayoría de las ocasiones, encuentro muchas frases y expresiones en italiano mal escritas o usadas, incluso fuera de contexto, a causa de que se busca esa información sin tener en cuenta otros aspectos... algo que no suele suceder con otras lenguas como el inglés. En este caso, sí que he visto algún que otro error con el tema de los nombres de determinados edificios y alguna información que se ha quedado escasa al respecto de determinados monumentos y obras de arte.

Puede que sea como deformación profesional como historiadora, y sé que también el propósito de esta novela no es que nadie que la termine se convierta ni en catedrático de historia o historia del arte. Pero, dado que estos últimos son los estudios de esta protagonista, sí que considero que le darían un saltito de calidad amén de que estarían perfectamente explicados e incluidos en la trama de la novela.

No sucede mucho, pero como son fallitos que se pueden subsanar de manera muy veloz y sencilla, se deben tener en cuenta de cara a futuras ediciones. Que las habrá porque te deja el corazón calentito como un buen plato de saltimbocca alla romana o una porchetta; uno de los bocadillos calientes más deliciosos que he probado jamás.

Como iba diciendo, además de todos aspectos previos que me daban buenas vibraciones... además, la protagonista es paisana. Y eso es ya un punto bastante más alto a su favor. Adriana además estudió en Cáceres, como yo. Así que, ha estado muy bien ese traslado, no solo a mis tiempos universitarios, sino un regreso literario a una ciudad donde viví buena parte de mi vida. Y eso, también me ha dejado un buen sabor de boca. Eso y que, por supuesto, al estar tan cerca, mi pequeña Roma, aka Mérida, aparece ahí mencionada. Y, como pecholata orgullosa que soy, aunque sea mínima, cualquier mención y/o contribución a que la ciudad sea más conocida en el mundo, es más que bienvenida, apreciada y agradecida.

Es evidente que, Adriana, la protagonista realiza un viaje literal y metafórico vital. No solo porque, al estar en la universidad, por edad, se encuentra en una encrucijada y a mitad de camino entre la etapa adolescente y la etapa adulta. Pero también, termina realizando un viaje literal al marchar de su Cáceres natal, que no se caracteriza principalmente por ser una urbe... a la città eterna de Roma.

Pero en esta travesía, la autora incluye mensajes bastante importantes, dignos de ser mencionados:

Así, por ejemplo, me ha gustado el palito a la sociedad en forma de crítica hacia el respeto del patrimonio. Especialmente hacia el patrimonio local y nacional. Y es que, en la inmensa mayoría de los casos, salimso fuera a conocer destinos bastante masificados, olvidando e incluso, ignorando las verdaderas maravillas que tenemos al alcance de la mano. Además de eso, también está muy bien representado cómo el modo en que cuidamos nuestro pasado, dice mucho de nosotros como sociedad actual y cómo evolucionaremos en el futuro.

Otro aspecto que también me ha gustado mucho, sobre todo, por la parte que me toca, es el de que no hay que menospreciar - y ahí se relaciona con el patrimonio de nuevo - ninguna lengua extranjera y considerarla más o menos fácil que otra, ya que todas tienen su dificultad. Y por eso, que le dé el lugar que merece al italiano, lo subrayo y lo pongo en mayúsculas si hace fala. Porque solo aquellos que han profundizado en el estudio y se han acercado al mismo, sabrán que, de fácil nada. Otra cosa es el itañol que tanto nos gusta hacer.

Lo cual demuestra que tenemos falta de empatía como problema general. Y ese es un aspecto que también se repite al respecto de determinados estudios porque, por ejemplo, Fabrizio está estudiando medicina y por eso, sí que se considera a priori que sus estudios son difíciles, mientras que ella al ser historiadora del arte... no goza de tantas buenas simpatías socialmente hablando. E incluso, esta poca empatía se refleja de un modo mucho más evidente en los estudios de Pía, Fiorella y los trabajos de Luca y Óscar ya que, mientras que ellas estudian moda con una clara intención de, primero convertirse en influencers y así hacerse un hueco en la moda, mientras que él es camarero.

Y por eso, existe cierto clasismo en según qué ocasiones al respecto de sus profesiones, más "manuales" olvidando que la diferencia enriquece y que todas las profesiones son básicas y necesarias en nuestras vidas cotidianas.

Así que ese desprecio es un error bastante grande, que dice mucho de nosotros al respecto de nuestra personalidad y comportamiento social. Y sobre todo, nos hace ver que no podemos idealizar ninguna profesión, ya que la perfección no existe y no existe absolutamente nada que sea perfecto y donde todo sean aspectos positivos.

Y esa idealización puede aplicarse también a determinados lugares. De ahí que, aunque es innegable tener al respecto de casi cualquier cosa, debamos cogerlas con alfileres porque, en no pocas ocasiones, la compañía hace y contribuye muy y mucho al respecto de la opinión que podamos formarnos al respecto. En ese sentido, he de decir que la pobre Adriana ha tenido muy mala suerte porque... vaya tela.

La familia, por tanto, es uno de los temas más importantes de esta novela. Y no porque se haga mención a la famiglia italiana, sino porque hace hincapié que, el mero hecho de compartir un grupo sanguíneo o un vínculo con otra persona, no provoca el surgimiento espontáneo del amor. Al contrario, como una relación importante de nuestra vida que es, debemos darle el cuidado y la consideración que merece. Y, al mismo tiempo, el mero hecho de ser familiar de otro, tampoco nos da derecho a criticar, hacer o decir lo que nos viene en gana al respecto de cualquier aspecto de sus vidas.

Ni siquiera amparándonos bajo la excusa de que lo hacemos con una buena intención, porque las buenas intenciones están llenas de daño. Y también porque hace un recordatorio más que necesario a la importancia que tienen las palabras, cuyos efectos son más peligrosos en el tiempo ya que son más duraderos e invisibles. De ahí que, como aquí bien se indica, hay que huir de la toxicidad, venga de quien venga.

Pero también la familia tiene su parte positiva, y aquí destaco la maravillosa relación que Adriana y su hermano comparte y sobre todo, que padre se hace y no se nace. Y aunque en ocasiones ese rol pueda estar "forzado", hay que darle el reconocimiento que merece, ya que no es nada sencillo.

Eso sí, tampoco debemos dejar que ese aspecto de nuestras vidas nos describa como personas, ya que nuestra personalidad está llena de matices que hay que aceptar y abrazar y que forman parte de nuestra individualidad, paso previo de que, bien aceptados, conllevarán la creación de un muy buen amor propio.

Un amor propio que ha de ser fundamental en nuestras vidas, no solo porque si no nos queremos bien, no podremos querer bien a los demás, sino porque, si no nos ponemos como prioridad, contribuiremos a la aceptación de comportamientos tóxicos y negativos como normales. Y entre esos aspectos, se incluye esa idea de que no podemos poner a depender nuestras vidas por la vida de ningún otro. Especialmente de nuestra pareja, porque, si ese otro nos quiere bien, nos querrá libre y querrá por tanto que vivamos todas las experiencias posibles en nuestras vidas que nos rindan felices.

Y una pareja que también debe aceptar el papel y el rol que ocupan en nuestras vidas. Por eso, hay que tener bien presente que, el amor pertenece al campo de la psique y que como tal, cada uno de nosotros tenemos una idea o concepto del mismo imposible de estandarizar. Tratar de hacerlo es un error que traerá infelicidad porque, no podemos obligar a nadie a que nos quiera como nosotros queremos que lo hagan. Por muy jóvenes que seamos.

Un amor del que tampoco hay que renegar porque puede aparecer dónde, cuándo y con quien menos se le espera. Y que incluso bastan ocho segundos para que deje una estela y un impacto grande en nuestras vidas. El cliché en este caso desarrollado - y en más de una ocasión - es el del friends to lovers - el cual no es mi preferido como ya sabéis - está muy bien desarrollado y a través del cual, la autora ha trabajado de una manera bastante bien llevada que, este sentimiento ha de provocar que nos sintamos todas y cada una de las veces como un niño cuando ve una película de Disney. O dicho de otro modo, que nunca jamás debemos perder la ilusión para con él.

Sin embargo, para que el sentimiento sea duradero, la confianza ha de ser uno de los pilares fundamentales de cualquier relación. Y por eso, asociada a la confianza, ha de estar la comunicación. Porque hay que hablar, sea del tema que sea y por incómodo o doloroso que nos resulte. El hecho de no hacerlo será, a la larga lo que provoque la aparición de malentendidos, problemas y discusiones entre los miembros de la pareja. De ahí que, esa dinámica de resolver trece preguntas está muy bien traída.

Amén de que el trece para Raquel parece ser un número muy importante porque aparece en su usuario de Instagram y sobre todo, porque recuerda también que las apariencias engañan y la diferencia enriquece siempre, ya que en Italia, el 13 no es el número de la mala suerte, sino que es el 17. Adivinad cuál es mi número preferido.

En esa confianza también ha de aparecer el respeto a la individualidad y a la privacidad dentro de la pareja. Y sobre todo, también respetar ese respeto a la vida privada del otro, ya que, precisamente ese comportamiento es indicador de justo lo contrario. Así, denuncia cómo, determinados tipos de amor, como el que se tiene por la fama, nos hace olvidarnos de todo y todos a nuestro alrededor con tal de obtener nuestro momento de fama.

Además, en este caso, en la mayoría de las ocasiones son las mujeres quienes solemos salir peor paradas y perjudicadas en más ocasiones. Demostrando así la doble moralidad y distinto criterio que se tienen al respecto de según qué temas cuando una mujer es la protagonista directa o indirecta de las misma. Y sobre todo, cómo el machismo aún sigue muy presente en nuestras vidas cotidianas y cuán largo es el camino que aún queda por recorrer.

Y, para concluir con los tipos de amor aquí presentes, se hace un magnífico homenaje al amor entre la familia que se escoge, como son los amigos. Y en este sentido, con las circunstancias de Erasmus, queda más que demostrado que, no importa lo diferentes que seamos los unos de los otros, el hecho de vivir y compartir una misma experiencia, nos une como grupo de un modo mucho más inmediato y fuerte de lo que podríamos pensar. Así que, este canto a la amistad ha sido precioso.

Eso sí, tengo que decir que, el final de esta novela me ha parecido precipitado. Sobre todo en el desarrollo y en la concatenación de los hechos. Los cuales, han dejado el arco argumental principal descompensado y desequilibrado y a mí me hubiera gustado que todo hubiera quedado narrado en igual promoción. Más que nada porque ellos me parecen muy bonitos.

Pero, no temáis, que el final queda redondo gracias al epílogo.

¿No os dan ganas de ir de Erasmus y visitar Italia acompañada de todos ellos?

¡Muchas gracias por elegirme como rep!

¡Nos leemos pronto!


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