Julien: condenados a entendernos de Abril Lainez

¡Buenas tardes!

La entrada del blog de hoy está dedicada a la opinión de una novela que leí en colaboración con la 
autora, a quien agradezco enormemente el envío del ejemplar en digital y sobre todo, la confianza en mí una vez más para querer saber mi opinión.
Aviso por tanto también de que su nombre se va a repetir en más de una ocasión, así que estad bien pendientes por aquí.
Por eso, no me voy a entretener mucho más en la parte introductoria de esta publicación y por eso os dejo con la sinopsis y mi opinión de Julien: condenados a entendernos de Abril Laínez:
 
SINOPSIS

Mi nombre es Kara Allen, soy médico y vivo en Nueva York, en Manhattan para ser precisa.
A mi mejor amiga, su novio la ha plantado el día de su boda, veinte minutos antes.
Un perfume misterioso ha sido el desencadenante de mi ruptura con… mi novio.
He solicitado un traslado y me han destinado a un pueblo perdido entre montañas… ¡Muy perdido!
Y eso no es todo. La casa que me han asignado, amplia y acogedora, me veo obligada a compartirla.
El nuevo inquilino se llama Julien, es ingeniero, y tiene los ojos como los de una pantera.
¿Cuál es el problema? Que es él. ¡Sí, él…! La última persona que esperaba encontrarme.
Y no cree en las casualidades, igual que yo.
Y, como era de esperar, nos declaramos la guerra desde el mismo momento en que lo veo plantado frente a la puerta.
Enemigos. Tenemos razones para serlo.
Amor prohibido. Tenemos razones para llamarlo así.
Y… el mayor conflicto lo podríamos titular «Pasión versus Razón».
Esta es nuestra historia.
Nunca sospechamos que estábamos condenados a encontrarnos.



OPINIÓN

Antes de comenzar con la opinión propiamente dicho, voy a aclarar un aspecto al respecto de esta novela porque, si bien es cierto que la sinopsis está narrado desde el punto de vista de la protagonista y también, que si bien hace alusión al nombre del protagonista en el título, el punto de vista que aquí aparece es el de los dos... lo cual permite empatizar mejor con ellos.

Y creedme que, al menos, uno de los dos personajes lo necesita.

Ya desde el planteamiento, la autora lo que nos recuerda que tenemos que ser más empáticos para con los demás. Y aquí además enlaza con un segundo aspecto que también tenemos que poner más en la práctica como no es otro que, debemos conocer las historias de primera mano, evitando ruidos y rumores externos. Porque las apariencias engañan y sobre todo, debemos conocer uno y otro punto de vista antes de juzgar. Siempre. A riesgo de meteduras de pata y sobre todo, de sufrimiento posterior.

Creo también que, las profesiones elegidas para los personajes no están escogidas al azar. Sino que, al contrario, dicen mucho del carácter de los mismos. Porque todas las acciones y decisiones tienen sus consecuencias. Incluso en aquellos casos en los que pueda parecer que no.

Así, ella es médico y por eso tiene una capacidad innata de cuidar, proteger e incluso querer curar a los demás. Mientras que él al ser ingeniero representa perfectamente bien cómo su vida está en obras y necesita reformas. Un aspecto este que me ha gustado mucho.

Al ser esta una novela romántica, el amor está bastante presente en más de un formato diferente.

Así, se nos recuerda el impacto que tienen los primeros amores en nuestras vidas. Tanto que, en no pocas ocasiones, sirven de mara de medir y comparación del resto de historias románticas de la misma. Lo cual es un error porque, para empezar, todas las historias de amor de nuestras vidas son importantes y por tanto, las comparaciones son odiosas.

Pero además, nos recuerda también que el amor, al pertenecer al campo de la psique, como el ser humano evoluciona y por eso, no debemos estancarlo o idealizarlo porque, en primer lugar la perfección no existe y en segundo lugar, tratar de buscar y perseguir un imposible lo que terminará provocando, a la larga será la infelicidad y la tristeza más absoluta. No solo por el tiempo perdido o malgastado amén de por no haber conseguido el objetivo que se habían marcado anteriormente.

Se habla también del amor entre los miembros de la familia. Y con esta inclusión, se nos recuerda que no todas las relaciones familiares son sanas. Es más, nos advierte de que, en numerosos casos, se da por supuesto que, el mero hecho de compartir un vínculo o un grupo sanguíneo con otra persona, nos da la potestad y el derecho para hacer o decir lo que opinamos al respecto del otro. Pensando así que se nos perdonará todo, pero no es así.

Además de esto, también juega muy bien y lo trata de un modo muy coherente con la idea de que las circunstancias en las que hemos sido criados tienen un profundo impacto en el desarrollo de nuestro carácter y personalidad. Amén incluso de que, sirven también para explicar por qué perpetuamos y aceptamos determinados patrones de comportamiento y conducta como positivos y sanos cuando en realidad, distan mucho de la misma.

Y un tercer aspecto relacionado con el amor entre los miembros de una familia, recuerda de un modo más que necesario que padre se hace y no se nace. Pero que también, debemos pensar y mucho cómo y cuándo comenzar a decidir dar ese paso a favor de la misma porque es una responsabilidad bastante grande y que dura para toda la vida. Responsabilidad que no puede ni debe ser sustituidas con posesiones materiales, porque la verdadera riqueza se encuentra en las pequeñas cosas de la vida de valor inmaterial y no en las que se pueden comprar.

Todos estos rasgos se aprecian a la perfección en Kara y en su carácter en ocasiones difícil y cerrado. Cuando nada más lejos de la realidad, ella no lo ve así. Más que nada porque no lo ha aprendido como tal. Y también explica porque, en aquellos casos en los que sí se siente querida y valorada, lucha como una jabata para proteger a los demás. Aunque, al mismo tiempo, ese carácter positivo, la convierte también en la víctima perfecta para aquellos más listos y avizores con dobles intenciones.

Pero también aparece la mención a esa otra familia, tan presente en nuestras vidas y que en este caso, elegimos nosotros. Y esa no es otra que la de los amigos. Quienes, por ambas partes, van a tener un enorme peso en la historia.

Esta otra familia nos recuerda que, cuanto más diferentes sean nuestros amigos de nosotros, más ricos seremos. Porque la diferencia enriquece y nunca separa.

Pero también advierte de que los amigos también pueden ser tóxicos. Y por eso, hay que tener los ojos bien abiertos... a riesgo de que nos causen más daño. En este sentido, lo relaciona de un modo mucho más apreciable con el personaje de Dafne, quien, ejemplifica a la perfección la ausencia de sororidad tan presente en nuestra sociedad. Y a su vez, lo usa como recordatorio para reflejar que, si las mujeres nos lleváramos mejor entre nosotras, el mundo sería un lugar mucho mejor.

Y sobre todo, también me ha gustado que recuerde que los amigos tenemos voz y voto a la idea de opinar al respecto de lo que dicen y hacen los demás. Pero solo en aquellos casos en los que nuestro parecer sea requerido. Y sobre todo, que debemos saber querer bien y respetar la individualidad de los demás. Porque no somos jueces para establecer leyes universales y sobre todo, porque, de manera consciente o no, nuestras circunstancias personales influyen para bien o para mal en quienes están a nuestro alrededor y podemos, por tanto, inclinar la balanza hacia el lado desfavorable.

Para ello, es fundamental la comunicación. Y es que hay que hablar. Siempre. Especialmente en aquellos casos en los que los temas de comunicación sean peliagudos y en cierto modo, dolorosos. 
Porque, es precisamente la ausencia de la comunicación lo que terminará provocando que aparezcan malentendidos, discusiones y peleas. Todas podrían haberse evitado sí se hubiera hablado a tiempo.

El problema - uno de los más repetidos de nuestra sociedad - se encuentra en que aún hoy consideramos la comunicación como un síntoma de debilidad y exposición para con el otro. Y por eso, el miedo y/o la vergüenza al juicio externo es tal, que provoca nuestro silencio. Cuando es lo contrario, el saber hablar y el exponernos, lo que nos convierte en valientes.

Y en esa exposición se incluyen palabras... pero también acciones. Estas, incluso hablan y dicen más de nosotros que nuestras palabras. De ahí lo importante que es la convivencia a la hora de crear intimidad para con otros.

Por supuesto, se habla del amor romántico, el cual aparece dónde, cuándo y sobre todo, con quién menos se le espera. Y este par, Kara y Julien, lo demuestra perfectamente bien. Porque su cliché de enemies to lovers no puede ser más evidente casi desde el primer encuentro. Pero también su sentimiento de culpa e incluso traición. Y en este sentido tengo que decir que no tenemos por qué sentirnos culpables jamás de amar a otra persona, pero sobre todo también que, a no ser que haya una infidelidad de por medio, también debemos erradicar esa sensación de estar traicionando a los demás. Porque no es cierta.

Un amor al que, de nuevo, debemos individualizar, y sobre todo, darle la importancia que merece sin comparar con historias anteriores o posteriores. Porque las comparaciones son odiosas y sobre todo, debemos tener en cuenta que el sentimiento evoluciona al mismo tiempo que el ser humano y por tanto, puede cambiar nuestra consideración al respecto del sentimiento. O de una persona.

En este sentido, tengo que decir que la química entre ambos es palpable desde el primer encuentro. Así que el cliché del enemies to lovers está bien presente desde inicio. Y es más, ambos son extremos, inmaduros y en exceso infantiles en ocasiones. Por miedo, ya que nos sentimos inseguros al respecto y frente al amor y por eso, nos defendemos como mejor sabemos: ocultando nuestro verdadero yo y atacando.

La convivencia en estos casos, contribuye mucho a sacar a relucir nuestro verdadero yo y sobre todo, a dejar atrás orgullos y prejuicios que poco o nada nos benefician. Porque, presentar batalla frente al sentimiento es, de antemano una guerra perdida y por eso, desde el mismo momento en que aparezca en nuestras vidas, debemos acogerlo con los brazos abiertos... nuestra felicidad está en juego.
Y ella ha de ser uno de los objetivos vitales de nuestras vidas.

Pero, sobre todo, antes de querer bien a los demás, debemos querernos bien a nosotros mismos. Y eso incluye el aspecto de ponernos como prioridad para con respecto al otro, por egoísta que eso pueda parecer. Y en ese establecimiento debemos aprender a saber decir no más a menudo, a aceptar un no como negativa y no siempre de un modo prohibitivo. E incluso ir un paso más allá, aprender a soltar lastre y desprendernos de todo aquello que suponga un impedimento de nuestro crecimiento personal. 

Personas incluidas.

Nuestra paz mental está en juego y esa es innegociable.

Por último, no puedo no hacer mención al círculo perfecto en lo que argumento se refiere ya que inicia y termina de una manera bastante similar. Pero aprovecho también para recordar que en una broma debemos reírnos todos los implicados en ella, seamos conscientes de nuestra participación o no. De lo contrario no es una broma.

¡Muchas gracias por dejarme conocer tu pluma!

¡Nos leemos pronto!

PD: Estoy deseando saber más de Daniel.



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