Lealtad: Redención II de Anna Aiza

¡Buenas tardes!

La entrada del blog de hoy está dedicada a la opinión de una novela que leí gracias a que me lo 
autorregalé por el día del libro. Sinceramente, necesitaba saber cómo terminaba todo tras esa introducción del personaje en la novela anterior.

Sin embargo, parece que me estoy adelantando a los acontecimientos y por eso, no me entretengo ya mucho más en la parte introductoria de la publicación y por eso, prefiero dejaros con la sinopsis y mi opinión de Lealtad: Redención II escrito por Anna Aiza.

SINOPSIS

Cuando el joven George Crowley debe huir de su pueblo escocés para escapar de un padre maltratador, jamás imaginó lo que la vida le depararía.

Recién llegado a Londres se topará con la dureza de los suburbios, pero también con la calidez del primer amor.

Una profunda amistad cambiará su vida para siempre, guiándole y ayudándole a encontrar su camino.

Y él deberá luchar para lograr su propia redención

Este es su viaje. La vida del capitán George Crowley. Una historia de amor, amistad, aventuras y superación, donde la lealtad guiará sus pasos hasta llegar a su propio destino.

OPINIÓN

Antes de comenzar con la opinión propiamente dicha, he de hacer una aclaración al respecto. Es cierto que como subtítulo, pudiéramos pensar que es una segunda parte. Y en cierto modo lo es, pero no es obligatorio o imprescindible haber leído Redención, la novela precedente. Eso sí, recomiendo encarecidamente la lectura porque, así el lector entenderá mucho mejor todo lo que aquí sucede amén de que empatizará con algunos personajes que ya aparecieron en la novela precedente y también, para rellenar algunos huecos que, en mi opinión, eran necesarios. Tanto de George, como de quienes están a su alrededor.

Y un segundo aspecto que me gustaría destacar al respecto de esta novela es que, si bien la primera de la serie, tenía una estructura mucho más novelesca... esta, es más que eso - que también, puesto que es ficción - porque nos narra su vida, convirtiéndola así en una biografía ficcionada de lo más interesante. Tanto, que voy a empezar la casa por el tejado y diré que he disfrutado mucho más este segundo volumen y que, literalmente, a pesar de sus páginas, lo devoré en dos días y medio.

En cuanto al título, está muy bien traído porque, creo que uno de los adjetivos que mejor define al personaje de George, es precisamente el de ser leal. Con las personas y también con los objetivos que se va marcando en la vida, convirtiéndole así en alguien bastante resiliente.

Pero esta novela, además de permitir al lector acompañarle en su viaje de vida de autoconocimiento y autodescubrimiento, pero también para hacer ver al lector que debemos ser más empáticos porque, no importa el tiempo que pase en según qué temas y aspectos de nosotros mismos y nuestra sociedad porque, las apariencias engañan y sobre todo, porque en la inmensa mayoría de las ocasiones, las circunstancias en las que hemos sido criados tienen un impacto tan grande en el desarrollo de nuestra personalidad que, no solo nos ayudan a madurar antes de tiempo, sino que sirven también para explicar cómo consideramos comportamientos y actitudes que de sano tienen poco. Al contrario, son bien tóxicos.

En este sentido, tengo que decir que ha sido una verdadera sorpresa porque jamás hubiera pensado que su infancia fuera tal que así. Y sobre todo, en este periplo vital me ha gustado también que se inspire en grandes obras de la literatura. En este sentido, he percibido una fuerte influencia Dickensiana que contribuye muy y mucho a desmitificar esa idea idealizada y perfecta que se tiene del tiempo pasado porque, la perfección no existe y por eso, cualquier tiempo pasado no siempre fue mejor. Y en este sentido, la dura y difícil situación de los niños es más que digna de subrayar. Más que nada porque, aún hoy, esa misma situación continúa repitiéndose.

Por eso, que lo critique y reivindique es maravilloso ya que convierte a la literatura en un arma de denuncia que va más allá de un mero entretenimiento y que sirve para poner de relieve y denunciar aquellos aspectos de nuestra sociedad para que seamos conscientes de los mismos. Así que, dejemos a los niños ser niños. Siempre.

Es también una novela que realiza un canto y homenaje fuerte y poderoso a la amistad. Y ya no solo como sustitutivo de que los amigos son la familia que se elige, que también, sino que a veces, esa amistad puede ser bastante tóxica.

Por ello, me ha gustado mucho ese sentimiento tan bien narrado de pertenencia a una banda. Y cómo esta, puede convertirse en familia. De ahí que rencillas y envidias también aparezcan entre sus miembros. Pero también, cómo en ocasiones la lealtad también puede ser aplicada a este ámbito de las relaciones personales. Y por eso, la lealtad, como sinónimo de buen amor, puede ser duradero y, al mismo tiempo, no podemos cerrar puertas a la aparición y llegada de nuevas personas a nuestras vidas, ya que jamás podremos saber cuán importante podrán ser a la larga.

En este sentido, una de mis partes favoritas del libro ha sido la intrahistoria de cómo se conocen Robert y él. Una amistad que ya se entreveía como fuerte y especial en el libro precedente, pero que ahora es mucho más rica. Amén de que, ha confirmado mi enamoramiento total y absoluto hacia Robert. Por eso, incluso aspectos de la novela anterior que me habían parecido flojos o escasos en lo que a desarrollo se refiere, al estar ahora completamente narrados - dicho de otro modo, no han dejado huecos - todo ha quedado mucho mejor explicado.

Y por otra parte, este intercambio de roles entre protagonistas y secundarios ha sido de lo más refrescante. Y enriquecedora ya que, gracias a esta subtrama, hemos podido conocer mucho más a Elizabeth, un personaje breve en sus intervenciones que demuestra que, lo breve, si bueno, dos veces bueno. Pero que también ayuda a entender mucho mejor al Charles joven y al Charles adulto pre y post George.

Un par fantástico que demuestra cómo la diferencia enriquece - ya que no pueden estar más en las antípodas sociales - y no tiene por qué separar. Y, aunque es un pensamiento y actitud de lo más contemporánea la que Charles tiene, a la larga ambos salen ganando de ese contacto e intercambio.

Por supuesto, es una novela muy romántica. No solo por los tipos de amores relatados anteriormente, que también, sino porque se incluye el sentimiento y se desarrolla desde el punto de vista romántico.

Y aquí es donde le pongo un pero a la historia. Esto ya lo he hablado con la propia autora y, en parte entiendo que no le haya un rol preponderante y de importancia, pero en mi opinión, de la misma manera que George merecía una historia a su altura, Alice, tampoco se queda atrás.

Y en este sentido, me ha dado rabia de que su historia y su relación no estuviera narrada con más profundidad y desarrollo. Es más, incluso tengo que decir que me pareció precipitada de cara al final de la novela incluso. No solo porque lo merecían - como ya he dicho anteriormente - sino porque siento que, al haberlo hecho, Alice en cierto modo, no alcanza el rol de mujer protagonista que le corresponde. Y sobre todo, porque así, considero que este arco argumental hubiera quedado mucho más redondo de principio a fin.

Parafraseando así al título, George, a mis ojos, hubiera alcanzado la redención completa y real.

No es el único sentimiento o historia de amor romántico que aquí se narra, ya que, en este sentido, tanto Robert como George, confirman de nuevo que, a pesar de lo diferentes que podamos ser con otros a priori, la realidad es que se parecen mucho más de lo que podríamos pensar.

De ahí que ambos tienen en común - como buena parte del mundo - es el del profundo impacto que tienen los primeros amores de nuestras vidas, los cuales, como bien dice el saber popular, son inolvidables. Y si bien hay que recordarlos, el hacerlo precisamente de este modo es nuestro error más repetido.

Para empezar porque, parecemos olvidar que el amor evoluciona junto al ser humano y por eso, otorgarle ese recuerdo eterno, no es otra cosa que restar la importancia que el resto de personas que llegarán a nuestras vidas tendrán. Cuando todas las historias de amor son exactamente igual de importantes.

Además de que, la perfección no existe y obcecarnos en intentar conseguirla no es otra cosa que, perseguir e intentar alcanzar un imposible. Porque solo provoca una insatisfacción constante al no poder conseguir nuestro objetivo y, al mismo tiempo, nos hace olvidarnos de lo que sucede a nuestro alrededor... personas importantes y relevantes incluidas.

Y por último, este tipo de actitud y comportamiento, si bien muy repetido, lo que termina por provocar es que lleguemos incluso a hacer el ridículo y ser tema de burlas de quienes están a nuestro alrededor. Porque no se puede luchar contra el amor. Y en este sentido, más con la profesión de militar de George, me viene como anillo al dedo el decir que es una batalla perdida de antemano.

Eso sí, subrayo y destaco el argumento a favor del amor porque todos somos dignos de vivirlo con todas las letras que componen al verbo. Pero, para ello, tenemos que aprender y sobre todo, querernos bien a nosotros mismos, ya que si no, jamás seremos capaces de conseguirlo.

Y entre ese amor propio, la propia redención vital en modo de perdón ha de ser fundamental. Así que esa asociación, metáfora y viaje inicial desde el principio de las páginas hasta el final ha estado muy bien traída, y lo que es mejor, muy bien desarrollada porque se aprecia perfectamente bien.

Solo me queda por tanto, esperar por más novelas escritas por la mano y pluma de Anna, pero desde ya os digo que si sois amantes de la novela histórica ambientada en la Regencia, esta autora es sin duda una muy buena opción. Y parece que va a ir a más, ya que la evolución entre la primera y la segunda novela es más que considerable.

¡Nos leemos pronto!

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