Todos nuestros veranos de Carmen Amil

¡Buenas tardes!

La entrada del blog de hoy está dedicada a la opinión de una novela que leí en un sorteo, al cual me 
apunté porque era la primera vez que iba a conocer la pluma de la autora, una acción que me encanta realizar. Y porque, al ser breve y estar ambientada en el verano, la consideraba una lectura ideal para la época.

Por todo eso, a punto de acabar el verano, considero que es un momento ideal para presentaros Todos nuestros veranos, escrito por Carmen Amil.

SINOPSIS


Veintisiete años de idas y venidas han sido suficiente para Carolina, pero, ¿será capaz de dejarlo todo atrás cuando el destino tiene otros planes? 

Carolina y Lorenzo llevan media vida orbitando uno al lado del otro. Ellos, el mar y las olas. Verano tras verano, han aprendido a quererse. A crecer. A sobrellevar sus eternas peleas.

A sus veintisiete años, Carolina decide, al fin, poner distancia entre ellos. Ya no puede más. Sin embargo, el destino tiene otros planes para ella.

Un reencuentro inesperado hace que reviva todos los veranos que han pasado juntos. Resurgen las cenizas. Y se escuda en el calor del rencor y la venganza.

Los cimientos de todo lo que creía posible se tambalean en cuanto el chico de los rizos con olor a sal vuelve a poner su vida patas arriba...

¿Serán capaces de perdonarse por los errores del pasado y de olvidar todo el daño que se han hecho?


OPINIÓN

En esta historia conoceremos la historia de Carolina y Lorenzo, dos planetas con órbitas pivotantes que coinciden fugazmente durante buena parte de su vida, pero que temen quedarse y estar. Demostrando así el pánico tan enorme que solemos tenerle al amor.

Pero además, es un viaje por tanto, de autodescubrimiento tanto personal de ellos como de pareja.

Aunque, si tuviera que definirla, indicaría que es una novela romántica porque son muchos los tipos de amor presentes en esta novela.

Así, me ha gustado mucho el homenaje que se les rinde a los pueblos y las pequeñas comunidades. Tanto para bien como para mal, porque el sentimiento de pertenencia es mucho más evidente y patente que en ciudades más grandes. Sin embargo, los rumores, las malas famas y rumores se expanden de un modo mucho más veloz y rápido. Siendo esa pérdida de anonimato lo que provoca que no suela gustar mucho vivir en ellos.

Sin embargo, no podemos estandariza o hacer cambiar de opinión a una persona acerca del lugar donde vivir o cómo vivir su vida. Porque eso sería cambiar a otra persona y sobre todo, porque tenemos que alcanzar la felicidad, que es nuestro objetivo vital y prioritario en la vida. En ese sentido, queda muy bien desarrollado con la idea de que son las personas las que convierten a un lugar en concreto en un hogar y no el sitio en sí.

Si esta premisa no la tomamos en serio o la aplicamos, no viviremos, solo sobreviviremos, que es justo lo que les sucede a ambos. Porque, en apariencia, tienen todo lo necesario para ser felices, pero, si se rasca la superficie, nos daremos cuenta de que no es así. Por eso, es tan importante que sepamos prestar atención a lo que sucede a nuestro alrededor, siendo más empáticos, pero también conceder segundas oportunidades en la vida. Podríamos sorprendernos. Más, si hay voluntad real de arrepentimiento.

Pero, también hay amor entre los miembros de una familia. Y en este sentido, tengo que decir que me ha parecido maravillosa la relación entre los mellizos, y que la autora ha sabido captar muy bien la especial y estrecha relación entre ambos. Es cercana, estrecha, sincera y por eso, real. Aunque, al mismo tiempo, ha sabido ejemplificar cómo, en más de una ocasión, el hecho de provocar un bien a los demás, lo que termina por causar es un daño ajeno.

Y por eso, me ha encantado el personaje de Ainara, una mujer que necesita su propia novela. Porque está llena de matices interesantes y reales. Porque, así, es parte de la familia y siente que la quieren, pero es perfectamente consciente de que jamás podrá alcanzar el nivel de intimidad entre los mellizos. Y por eso, sin querer, se compara a ellos, a sabiendas de que todas las comparaciones son odiosas.

Pero, a su vez, sirve de ejemplo de que todas las personas sus propios ritmos vitales y que nunca es tarde o demasiado pronto para, como menciono, comenzar a ser felices. Pero incluso también se hace hincapié en algunos temas importantes de nuestra sociedad que se han convertido a su vez, en temas muy serios. Como por ejemplo, la salud mental. Y por eso entiendo de los recelos y preocupación de quienes están a su alrededor al tomar la decisión que hace.

Pero sobre todo, hay amor romántico. Y queda muy bien desarrollado el cliché del friends to lovers, donde aquellas parejas formadas por amigos que después son amantes son las mejores. Pero también ejemplifica muy bien el miedo y el pánico atroz que tenemos en más de una ocasión a dar ese paso adelante porque, en el caso de que alga mal, la pérdida sería doble. De ahí que, en más de un caso, preferimos callarnos antes que dar un pie al frente y expresar lo que sentimos. También porque, consideramos el juicio externo y la exposición para con los demás como un síntoma de debilidad. Sin embargo, retomaré este tema más adelante.

En el caso de la pareja protagonista, ellos no tienen miedo a dar ese paso al frente. Al contrario, lo han dado muchas veces, pero no en el momento y las circunstancias adecuadas. Porque estas también tienen un alto peso en que la cosa vaya bien o no. Porque el amor es poderoso, pero no lo puede todo, como aquí bien demuestra y ese es el motivo por el cual me ha gustado tanto.

Junto a ello, también habla de la importancia tremenda que tienen los primeros amores en nuestras vidas. Y lo erróneo que es ese comportamiento. Porque así restamos importancia al resto de relaciones importantes de nuestras vidas, pero además, porque el amor, al igual que el ser humano evoluciona. Y por último, porque usamos en muchas ocasiones ese primer amor como vara de medir y comparativa para el resto de relaciones posteriores, lo cual, combinado con las otras dos ideas anteriormente combinadas, lo que termina por generar es un señor desastre.

Sobre todo porque la perfección no existe - es más, ambos son bastante metepatas e imperfectos en su trayectoria sentimental común - y por eso, tratar de perseguirla y alcanzarla incansablemente, lo único que provoca es la insatisfacción e infelicidad por no haber alcanzado ese objetivo que nos habíamos marcado previamente y además, estaremos muy tristes por haber perdido un tiempo precioso en esa persecución.

Aunque, al mismo tiempo, también nos recuerda que el universo es sabio y por tanto, si se empeña en plantarnos a alguien delante de nuestros ojos y narices... quizás no debamos oponer una resistencia tan grande. Eso sí, siempre que el sentimiento sea de tipo sano porque no podemos obligar tampoco a que nadie nos quiera como nosotros queremos que lo haga. Porque quien bien te quiere, lo hará libre. Como el mar, el cual tiene tanto peso para ambos.

Habla también de la importancia de la comunicación, a la que, como al amor, hay que dejar de perderle el miedo. Porque, a la larga será más beneficioso. Ya que solo así podremos hacer saber al otro qué sentimos y pensamos al respecto de cualquier tema. Pero también, porque no hablar provoca malentendidos, discusiones e incluso rupturas sentimentales.

Y esa comunicación también sirve para darle el poder que las palabras tienen porque son mucho más poderosas de lo podríamos pensar, ya que su impacto y sus efectos son más invisibles a ojos de los demás. Y por tanto, más duraderos. Además, en este caso, Carolina y Lorenzo se han hecho mucho daño precisamente por esta vía.

Por otra parte, también habla de las palabras para bien porque, si vemos que no somos capaces de hacerlo por nuestra propia cuenta, podemos valernos de otros modos o medios, como por ejemplo, la música o las canciones. Porque la música enriquece el alma. De ahí que el uso de la música haya sido muy acertado. Sobre todo porque, de este modo, también damos el valor real y la utilidad que profesiones similares a esta tienen. Así que esa reivindicación es más que acertada, necesaria.

Por último, pero no menos importante, explica de un modo muy necesario que, antes de querer bien a otra persona, tenemos que querernos bien a nosotros mismos. Así que, relacionándolo con el ámbito de la comunicación, hay que saber cerrar capítulos y pasar página. Pero de manera real, porque si no, volveremos, una vez más a ese círculo vicioso y tóxico del cual es bien difícil salir.

Y sobre todo, decidirse a dar el paso para iniciar una nueva relación sentimental o conceder segundas oportunidades a anteriores y precedentes, ambas partes han de estar en el mismo punto, ya que si no, habrá una descompensación en los pilares de la misma. De ahí que, estará abocada al fracaso a pesar de la fortaleza del sentimiento.

Pero, el amor entre este par de opuestos que se atraen, siempre ha revelado que ese odio que mostraban públicamente, escondía un amor de igual intensidad. Y que es como el mar, casa, pero tumultuoso en ocasiones, aunque, cuando la mar se queda en calma y tranquila... ¡menudo goce y espectáculo que nos hace sentir!

Y también que, después del temporal, siempre llega la calma. Y que hay que ser pacientes en aceptar su llegada, nos limpiará y nos hará ser felices. Porque hay que vivir todas las historias de amor de nuestra vida como si fuera un amor de verano. Pero mucho más duradero.

A mí me ha gustado mucho este primer contacto con la pluma de la autora y también, puedo entender por qué quedó finalista en el premio al que se presentó.

¡Nos leemos pronto!



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