Proyecto Vaticano de Edith Winter y Violant G. G

¡Buenas tardes!

La entrada del blog de hoy está dedicada a la opinión de una novela que leí en colaboración con las 
autoras, aunque, en realidad, es un regalo. Así que mi publicación es mi manera de darles las gracias.

No es la primera vez que las leo, tanto por separado como de manera conjunta, así que, no me voy a entretener mucho más en la parte introductoria de esta publicación y por eso, prefiero dejaros con la sinopsis y mi opinión de Proyecto Vaticano, escrito por Edith Winter y Violant G. G.

SINOPSIS

Después de un año en Ibiza, Mila sigue atrapada en una rutina laboral, tratando de escapar de un oscuro secreto que nunca debió haber descubierto. Jesús, el sacerdote local, se convierte en una figura crucial en su vida, pero también en una fuente de tormento constante.
La llegada de Víctor, un atractivo policía nacional, desatará una serie de eventos que revelarán secretos ocultos y pondrán a prueba los sentimientos.
Mientras tanto, dos individuos conspiran para eliminar a Mila de una vez por todas y así conseguir sus propios objetivos.

¿Podrá la fe superar al amor, o caerán todos en la tentación? ¿Logrará salvarse Mila del mal que la acecha?

OPINIÓN

Antes de comenzar con la opinión propiamente dicha, he de hacer un par de comentarios al respecto de la novela. Y también compartir una anécdota que, puede que os parezca graciosa o no, pero que a mí, personalmente, provocó que durante buena parte del libro estuviera riéndome.

La primera información que os comparto es que, es una novela independiente, pero no es la primera novela que ambas han escrito a cuatro manos con el nombre de Proyecto. De ahí que, si comenzáis a leer esta, no vais a tener problemas para seguir la historia, pero sí que podríais comeros algún spoiler al respecto de las parejas protagonistas de las otras dos novelas anteriores. Y sobre todo, no entenderíais del todo bien, el grado de cercanía que tienen entre sí.

Por lo que se refiere al dato "gracioso" ese no es otro que, yo tengo un amigo que se llama Jesús. Y que es cura. Además de que es bastante atractivo. Y todos estos rasgos los comparte con el personaje principal homónimo - pero mi Jesús sí que fue por vocación real - así que, cuando estuve leyendo la novela, no paré de pensar e imaginármelo. De ahí mi sonrisa de cuando en cuando. Y también mis carcajadas al respecto.

De hecho, tengo que decir que uno de los aspectos que más me han gustado de esta historia es que, hay una elección muy inteligente a propósito de los nombres de los protagonistas. Y que esta, a su vez, ya indica que las palabras tienen un peso muy poderoso, pero también que en muchas ocasiones, el nombres que nos han puesto - o impuesto - tiene un enorme peso en lo que será nuestro desarrollo vital. Para bien o para mal.

Y creo que el mejor ejemplo de todos los nombres es el de la protagonistas; Milagros. Porque ella recuerda que el amor también es un milagro - más hoy día - siempre que sea sano. Y que por tanto, no debemos renegar de él, no solo porque así seremos infelices. Sino porque los milagros - de múltiples tipos - existen y por lo tanto, como con el sentimiento, debemos creer en él. Además, se asocia con milagro como sinónimo de regalo. Y... ¿a quién no le gusta recibirlos; más cuando son inesperados?

Es cierto que la novela puede escamar, porque las autoras son valientes y se atreven a plantear una pregunta que, como sociedad, de cuando cuando, también nos formulamos. No es la primera vez que se plantea, porque, en cuanto se abren las páginas de esta novela aparece en nuestra mente El pájaro espino, por muchos años que hayan pasado de la publicación tanto del libro, como de la serie. Y esa no es otra que la del celibato del sacerdocio. Y como ellas se han mojado, yo también lo voy a hacer .

En mi opinión, ser sacerdote es una profesión. Vocacional, sí. Pero un trabajo. Como otros múltiples trabajos y estudios. Sin embargo, el resto de profesiones y estudios no tienen prohibido ni mantener relaciones sexuales o casarse, mientras que esta sí. No lo veo una distracción lo suficientemente grande como para hacerle perder el norte. Más que nada porque los primeros apóstoles estaban casados. Y también porque los otros ministros de las religiones monoteístas también lo están. Y no pasa nada.

Por todo ello, creo que la institución debería ir adaptándose a los tiempos en los que se vive, y permitir que sean libres y amen por tanto en libertad. Porque así, incluso podrían conseguir que más personas se acercasen a la iglesia, ya que, con este hilo de pensamiento y normativa, la entienden como algo lejano y apartado de ellos. Una especie de reliquia que contemplar, sí. Pero desde lejos. Sin ningún tipo de interés.

Esta opinión, precisamente, Jesús, el personaje es quien mejor ejemplifica todo esta argumentación previamente formulado. Y a su vez, es el personaje que mejor arco argumental - o al menos, el mejor desarrollado tiene - indicando así que, nunca es demasiado pronto o demasiado tarde para emprenderlo. Porque la meta siempre será la felicidad. Y por ella, siempre es necesario emprender ese duro y difícil camino.

Un Jesús que, no vivía sino que sobrevivía, dejándose llevar por numerosos motivos. Aunque destaco dos: la culpa y la manipulación.

En cuanto a la primera, la culpa, y el modo en que se comportó cuando era joven - digamos que fue un chico rebelde - tuvieron un impacto tremendo en él, casi tanto como las consecuencias de sus actos en aquella época. De ahí que se avergüence de esta manera de comportarse. Pero, con esta compleja personalidad, las autoras recuerda que no podemos renegar de nuestro pasado, puesto que forma parte de nosotros. Y que además, ese pasado puede servir para decidir qué queremos que forme parte de nuestras vidas y qué no. Así que es fundamental.
Al mismo tiempo, recuerda que toda acción tiene su consecuencia, de ahí que invite a la reflexión antes de actuar... porque si no, la situación puede escapar completamente de nuestro control.

Y para concluir, Jesús sirve para recordar que nosotros somos los únicos que controlamos nuestras vidas, y a su vez somos los dueños de nuestro destino. Por eso, no podemos ni debemos dejar que otro sea quien nos domine, porque si no, al final no estamos haciéndolo del todo bien. Amén de que es otro síntoma de que, en realidad, no tenemos buena autoestima y tampoco sabemos amarnos de manera correcta a nosotros mismos. Un detalle fundamental para poder querer así a los demás de manera sana.

Por supuesto, es una novela romántica, en el caso de que no haya quedado claro. Y además, hay muchos tipos de amores incluidos y desarrollados en la misma.

En primer lugar, está el amor por el poder. El cual, es venenoso y tóxico. Y cual picadura de escorpión, una vez te inocula su veneno, es bastante complicado librarse de él y salir indemne de sus consecuencias. Amén de que nunca parecemos tener suficiente del mismo. Y como su brillo es tan potente, estamos dispuesto a todo con tal de mantenerlo el mayor tiempo posible.

En este sentido, tengo que decir que Caín me ha encantado. Sobre todo por su ambición insaciable. Pero aún más, porque me ha recordado a más de un papa del Renacimiento y del Barroco. No sé si esa era la idea de las autoras, pero si ese es el caso, está muy bien conseguido. Principalmente también por esa práctica tan habitual de antaño del nepotismo cuando ellos no podían cumplir los sueños o alcanzar los objetivos que previamente se habían marcado.

Junto a ello, el otro villano, Judas, demuestra una vez más esa ambición desmedida. Solo que en más de un aspecto de su vida. Por eso, volveré sobre él más adelante.

Hay otro amor, que es de los miembros por la familia. Que puede ser tóxico o no. En este caso, sí que lo es, pero además lleva asociado otros subtemas susceptibles de ser desarrollados.

De entrada, se recuerda que no hay que dar por descontado este tipo de amor, porque eso sería hacerlo de menos. Cuando no, es igual de importante que el resto de sentimientos. Además de eso, incide también en lo difícil que es la paternidad. Y por eso, se recuerda que hay que respetar la individualidad de nuestros hijos, sean de sangre o no, porque en ocasiones, son otros familiares los que, en ocasiones ejercen como tal. Y sobre todo, no hay que usarle como armas arrojadizas o vivir nuestras vidas a través de ellos. Eso no es amor. De ahí que Cain, al final se termina revelando como una persona que no sabe amar o querer bien.

En lo que refiere a Mila, me ha gustado mucho que también refuerce la validez de todo tipo de familias, ya que el mero hecho de compartir un vínculo sanguíneo no tiene por qué conllevar asociado el surgimiento del amor. Al contrario, si lo consideramos importante, debemos demostrarlo a diario.

Hay presencia también del amor por los amigos, que, en más de un caso, sustituyen a esa familia de sangre. Así que, Mila es bastante afortunada porque está muy bien rodeada y se siente muy querida. Así queda demostrado en toda la subtrama de acción incluida en esta novela.

Y por último, hay amor romántico. Una vez más, sano y tóxico.

En el caso del tóxico, uso de nuevo a Judas porque es el personaje que así lo tiene entendido. Y lo refleja porque plantea controlar a Mila en todo lo que hace. Chocando con el concepto del buen amor que refleja que, quien bien te quiere, lo hace libre. Aquí, en este caso, conviene saber distinguir entre sacar la mejor versión de nosotros mismos y cambiar. Porque pueden parecer sinónimos, pero no lo son. De ahí que, poder conocer la diferencia entre uno y otro es la clave para ser felices.

Se da también la importancia que merecen a las relaciones sexuales dentro de una relación, a las cuales tampoco hay que dar por descontado. Y es más, solemos preferirlas porque conllevan menos implicaciones y así nos dan menos miedo en lo que a exposición para con los demás se refiere. Pero, olvidamos también que, la química y la compenetración sexual son muy importantes. Y también que, compartir y repetir esa intimidad puede dar lugar y generar a otro tipo de sentimientos de diferente cariz.

Eso sí, en cualquier caso, cuando comienza a producirse el viraje hacia otra dirección, lo que tenemos que hacer es hablar con el otro. Porque si no lo hacemos, incluso en aquellos casos en los que tratamos de evitar esas conversaciones para evitar hacer un daño mayor, a la larga, termina revelándose como tal. Además de eso, esas conversaciones me parecen un síntoma y un rasgo de madurez que todo el mundo debería poner en práctica de manera más habitual. Así se evitarían muchos malentendidos, discusiones e incluso rupturas sentimentales.

Porque tampoco se puede obligar a nadie a que nos quieran como nosotros queremos que lo hagan. Porque eso tampoco es amor. Amén de que, confundir cariño con amor, también conllevará a la larga, sufrimiento a posteriori. Aquí es Víctor quien mejor lo refleja... y por eso, pido desde ya una novela para este chico, porque creo que lo merece.

Para concluir, hay amor sano y bonito, desarrollando el cliché friends to lovers. Confirmando así que las mejores relaciones de pareja son aquellas en las que los miembros de la pareja son amigos y también amantes. Pero, a su vez, refleja también muy bien, cómo, el miedo a dar ese paso más allá es enorme porque en esos casos, la pérdida sería doble.

Junto a todo eso además, se añade el extra de la profesión de él. Y en este sentido, he disfrutado mucho leyendo el conflicto interior que tenía. Y sí, incluso sus ataquitos de celos. Principalmente por la falta de costumbre para ello.

Aunque, realmente, lo que más he disfrutado de este amor es un salto de fe. Y por eso, nada más y nada menos que tan poderoso, que por eso, puede ser una experiencia religiosa - y milagrosa además en el caso de Jesús - porque te ayuda a conocerte a ti mismo, trayendo consigo la luz y la felicidad a nuestras vidas.

¡Muchas gracias por el envío del ejemplar y el regalo!

¡Nos leemos pronto!

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