Todo lo que fui (Hasta que llegaste tú 1) de Lucía Villalba

¡Buenas tardes!

La entrada del blog de hoy está dedicada a una opinión de un libro que leí tiempo atrás, pero cuya 
opinión hube de postergar a causa de colaboraciones y otras cosas vitales y literarias que fueron sucediendo en mi vida. Dando como resultado un considerable retraso en lo que a la publicación de las mismas se refiere.

Sin embargo, como voy teniendo huecos libres entre unas y otras, poco a poco me voy poniendo al día con las pendientes.

Por eso, no me voy a entretener mucho más en la parte introductoria de esta publicación y por eso, prefiero dejaros con la sinopsis y mi opinión de Todo lo que fui, el primer volumen de la trilogía Hasta que llegaste tú, escrito por Lucía Villalba.

SINOPSIS

Maya coge un tren con el corazón roto.
Izan, con mucho miedo.
Maya cree que ya no quiere saber nada del amor.
Izan, que ya lo sabe todo.
Bajan en la misma parada.
No van en la misma dirección.
¿Qué harías si el destino se pone de tu parte en el momento menos oportuno?

OPINIÓN

Antes de comenzar con la opinión propiamente dicha, he de decir que este el primer libro de una trilogía cuya historia se desarrolla en cada volumen. De ahí que os tenga que advertir de que no está concluida y tampoco publicada al completo. Así que si sois de ese tipo de lectores ansiosos... tenéis que esperar para conocer el desenlace.

En este caso, conoceremos la historia de Izan y Maya, quienes, se embarcarán en un viaje de autoconocimiento y autodescubrimiento literal y metafórico. Por separado y juntos como pareja.
Además, al ser una novela romántica, la autora indica que el amor aparece dónde, cuándo y con quién menos lo esperamos. Así que tenemos que tener los ojos bien abiertos, no solo para aceptar y recibir su llegada, sino para saber distinguirlo de otro tipo de sentimientos que, si bien relacionados, en realidad, no son amor. Y ahí es donde comienzan los problemas y el daño. Incluso, a veces, de manera involuntaria. En este caso, el hecho de que ella sea fotógrafa, me ha parecido una metáfora de lo más interesante e inteligente.

Además de estas premisas iniciales, la autora introduce y desarrolla otros temas entre las páginas de la misma que son susceptibles de interés y que por tanto, paso a desgranar poco a poco.

De entrada, gracias a Izan, se realiza un fiel retrato y reflejo de nuestra sociedad, muy centrada en el trabajo y por tanto, olvidando otros aspectos, igual o más importantes. Sin embargo, dado que parece que solo entendemos el triunfo como el relacionado con el éxito y el reconocimiento público y una buena posición social y laboral, tendemos a menospreciar - cuando no despreciar - no solo otras profesiones consideradas "de menos" - especialmente aquellas que tienen que ver con las ramas artísticas - sino también que, poco a poco cada vez nos perdemos más y nos vamos deshumanizando de manera casi irrevocable.

Un ritmo de trabajo para el cual, en muchos casos, tampoco estamos preparados y por eso, el estrés y la presión parecen convertirse en nuestros nuevos mejores amigos cotidianos y que provocan que no vivamos, sino que en realidad sobrevivamos. Ya que no somos felices.

Es precisamente este rasgo, la infelicidad, lo que Izan comparte con Maya, quien tampoco es feliz y por tanto tampoco vive como debería hacerlo. Sin embargo, sus motivaciones tienen más que ver con los sentimientos que con su vida laboral. Eso sí, en ambos casos, es igual de preocupante.

Por eso está bien esta inclusión, ya que, ambos que, en apariencia son muy diferentes entre sí, en realidad tienen muchas cosas en común. De ahí que tengamos que tener presente que, las apariencias engañan y sobre todo, que no debemos fiarnos por una primera impresión, ya que todos tenemos unos demonios que no solemos compartir con los demás. Así que la humanidad y sobre todo, esa empatía que tanto echamos en falta, son, en realidad, imprescindibles.

De ahí que, no debamos fijarnos tanto en las apariencias o en un físicos determinado. Y sobre todo, que no hagamos caso de rumores o noticias falsas acerca de un tema o persona. Al contrario, debemos dar un paso adelante y expresarnos por nosotros mismos. Sea para bien o para mal, a la larga, saldremos beneficiados. Aunque para ello, eso sí, tenemos que perder el miedo a la comunicación... el cual es otro de las rasgos propios de nuestra sociedad y por eso, como con el amor, nos provoca un miedo y un pánico tal que, preferimos no hablar o ignorar antes de ser valientes y enfrentarnos a lo que la vida nos plantea de frente.

Como he mencionado anteriormente, principalmente, esta es una novela romántica. Y el sentimiento aparece de más de un modo, y no siempre sano. Pero además, provoca que sea un tema bastante susceptible de análisis desde diferentes puntos de vista.

Así, pone de relieve el tremendo impacto que tienen los primeros amores en nuestras vidas. Y en cuán erróneo es usarlo como vara de medir o comparativa con el resto de relaciones posteriores. No solo porque el sentimiento, al igual que el ser humano, evoluciona. Sino que, además de eso, al actuar así le estamos quitando protagonismo a otras relaciones posteriores. Y lo que es peor y más peligroso, estamos idealizando y perfeccionando a la otra persona. Cuando la perfección no existe. Y por eso, tratar de perseguirla incansablemente, lo único que provocará será la tristeza más absoluta por no ver satisfechos nuestros objetivos, pero además una rabia enorme al darnos cuenta del tremendo precioso tiempo que hemos perdido en esa infructuosa búsqueda.

Vuelvo a lo de la evolución del sentimiento porque, es indiscutible que el amor muta con el tiempo. Sin embargo, tenemos que saber verlo y darnos cuenta e cuándo está cambiando porque, en más de una ocasión, al relacionarse con la comodidad se convierte en cariño. Y este sentimiento, es comúnmente confundido con el amor, cuando no son sinónimos. Y es justo la no diferenciación entre ambos, lo que al final termina por provocar y causar un daño que no habíamos querido de manera inicial.

De ahí que, tengamos y debamos aprender a cerrar capítulos o soltar lastre en forma de personas que no nos aportan nada. Porque así, desarrollaremos un buen amor propio, el cual es fundamental para sí poder querer bien a otra persona. Por muy egoísta que pueda parecer a ojos de los demás. De ahí que haya estado muy bien el paralelismo y, al mismo tiempo, la contraposición entre ambos protagonistas, porque así se dan cuenta de lo similares que son.

Y sobre todo, que también tienen ganas de que alguien les quiera bien, lo cual es fantástico. Especialmente porque Maya cree tener un ojo clínico para los chicos malos - y más de una lectora se sentirá muy identificada en ese sentido con ella - pero también Izan, quien desea que alguien le vea como algo más allá de un físico y una cara bonita. En este sentido, me ha gustado mucho que él manifieste esa inseguridad, asociándola así con la masculinidad frágil. Situación que se repite en más de un hombre pero que, por miedo a hablar y exponerse, prefieren callar... haciendo que la bola de este problema sea cada vez mayor.

Hay también amor por la familia. Tanto la de sangre como la que se escoge. En este sentido, me ha gustado mucho que, en ambos casos, sean personajes secundarios femeninos quienes los encarnen. Ya que así, este libro se convierte en un canto maravilloso a la sororidad. Demostrando así de un modo muy evidente que, si las mujeres nos apoyásemos más entre nosotras y dejáramos de considerarnos como enemigas... el mundo sería un lugar mucho mejor para todos.
Naiara es, por tanto, esa amiga brutalmente sincera y por ello, incómoda que no todos podríamos saber manejar. Y la relación de Izan con su hermana, un poco también mamá oso es genial.

Además de eso, también da la importancia que las relaciones sexuales tienen dentro de una relación sentimental. Y, una vez más, vuelve a relacionarla con el modo en que nuestra sociedad se comunica e interrelaciona. Porque, las consideramos como algo inocuo y seguro, menospreciándolas en ese sentido porque, en teoría no llevan asociadas nada más que una atracción en uno o más momentos puntuales. Y en muchos casos es así, pero, tampoco podemos olvidar que, la intimidad compartida en esas situaciones, puede conllevar a la aparición de sentimientos de un cariz bastante diverso. Amén de que, tenemos que aprender a distinguir por tanto, entre mero sexo y hacer el amor.

O por lo menos, aprender a manifestarlo a tiempo porque, el hacerlo a tiempo, evitará la aparición posterior de malentendidos, discusiones o incluso rupturas sentimentales. Sin embargo, una vez más, el ser humano tiende a comportarse de manera idéntica que con el sentimiento. No es valiente y deja que el miedo - y con ello, la infelicidad controle su vida -. No sin cierta razón en este caso porque, la potencia que tienen las palabras es bastante poderoso. Sobre todo porque sus efectos son más invisibles en el tiempo y como tal, más prolongados. De ahí que haya que prestar más atención a su impacto. En este aspecto además, tengo que decir que me ha gustado esa inversión de roles porque, es Maya quien mete la pata. Lo cual rompe mitos y estereotipos y recuerda que también las mujeres tenemos miedo a la exposición y a la comunicación.

Y por último, como podéis imaginar, también se habla de amor sano y de cómo es una batalla perdida de antemano el plantar resistencia a su llegada, puesto que él sí que es muy poderoso. Además de eso, recuerda que una historia de amor puede comenzar de numerosas maneras diferentes. Pero que basta solo con tener presente que, quien bien nos quiere, lo hace de manera libre y que por tanto, siempre convendrá encontrar el mejor compañero posible de esta travesía llamada vida.

Ya lo dije al principio de esta entrada, pero, al ser el primero de una trilogía, el final de este libro es abierto. Y, si bien parece sencillo entrever cuáles serán los problemas o dificultades a los que Maya e Izan tendrán que enfrentarse, la realidad es que me han dejado con ganas de saber más de ellos. Además de que, la pluma de la autora es ágil y muy rápida de leer. Y por tanto, en menos de lo que dura un viaje en tren, os lo habréis terminado.

¡Nos leemos pronto!




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