Tú, mi mitad oscura de Noemí Quesada
¡Buenas tardes!
La entrada del blog de hoy está dedicada a la opinión de una novela que leí en colaboración con la autora, a quien agradezco el envío del ejemplar en digital. Eso, en primer lugar, pero más, que haya decidido confiar en mí para que le dé y comparta mis impresiones de su última novela, Tú, mi mitad oscura.
Por eso, no me voy a entretener mucho más y prefiero dejaros con la sinopsis y mi opinión de, precisamente, la novela anteriormente mencionada, escrita por Noemí Quesada.
SINOPSIS
«A veces, no hace falta recordar para saber»
La popular y polémica fiesta de los secretos del instituto Greenfield es la oportunidad perfecta para confesar, de manera anónima, los secretos más prohibidos, esos que nadie conoce.
Jenna Jackson ha vivido cada uno de sus diecisiete años en un lugar diferente. Solo puede recordar las cosas buenas que le han pasado.
Owen Baker ha nacido y crecido en Kalispell, Montana. Solo es capaz de recordar todo lo malo que le ha ocurrido.
¿Se atreverán a revelar que su memoria no es como la del resto? ¿Qué pasaría si ese misterio llegase a ser compartido?
Destinados a encontrarse para poder sentirse completos, vivirán una intensa historia llena de luz y oscuridad en la que nada será como cabría esperar.
Porque la luna, como ellos dicen, siempre tiene dos caras.
OPINIÓN
Antes de comenzar con la opinión propiamente dicha, he de decir que esta novela es completamente diferente a la precedente. Así que, si venís a ella con la intención de seguir sabiendo más de la Toscana y sus habitantes, lamento deciros que no, no los vais a encontrar.
Sobre todo, porque la novela en cuestión transcurre en América. Y sus protagonistas son adolescentes. Es más, están en el último año del instituto. Por eso, esa sensación de viaje de autoconocimiento y autodescubrimiento que experimentan está muy bien reflejado.
Además, es una novela inteligente que va dejando pistas de lo que va a suceder desde el principio. Y esas pistas comienzan desde el inicio porque, sí que es una historia de amor. Pero se sale de los tópicos de la búsqueda y del hallazgo del príncipe azul. Y ya lo deja indicado desde el propio título.
Junto a ello, otro de los aspectos que me han gustado de esta novela es el hecho de que, nos recuerde dos cosas, fundamentales para entendernos como seres humanos y sociedad. Y esas no son otras que, que todos somos el villano en la historia de otra persona. A veces, de manera consciente y otras veces no tanto. Por otra parte, también recuerda que estamos formados de luces y sombras, a veces mucho más visibles y otras menos visibles porque, nos da mucha vergüenza exponernos tal cual somos y hacer partícipes al resto de cuáles son los demonios con los que cargamos.
Por eso, estas dos premisas son muy interesantes en el modo en que se presentan, ya que, también se incide de este modo en que no hay que ser maniqueos, porque todo no es blanco o negro. Y tampoco bueno o malo.
Hay por tanto, mucho amor por la vida, relacionándolo además con el amor propio ya que nos recuerda que, esta se forma a base de experiencias positivas y negativas, ligadas indisolublemente. Porque, depende de nosotros el hecho de decidir cuál es el lado de la balanza con el que nos quedamos. Pero, la negativa de la realidad tampoco es sano, porque, en cierto modo, estamos negando la realidad y también, engañándonos a nosotros mismos.
Así que, recuerda de un modo más que necesario que, incluso aquellas experiencias que pensamos negativas y que por tanto, nada podrán proporcionarnos, la realidad es que, en el fondo, a posteriori, sí que se van a revelar como algo positivo de lo que habremos aprendido.
Otro tema muy bien desarrollado aquí es el del empecinamiento de que los opuestos son negativos. Por el mero hecho de ser diferentes. Y no es así, la diferencia enriquece. De ahí que, cuanto más diversas de nosotros mismos sean las personas que nos rodean, más ricos seremos. Asimismo, relacionado con esto, nos recuerda que, antes de juzgar a nada o a nadie, debemos escuchar todas las versiones de la historia. Porque podríamos sorprendernos... para bien. Así que, el mensaje a favor de la empatía es siempre bienvenido.
Eso es justo lo que les sucede a Jenna y Owen. Dos adolescentes que sirven también para que tengamos presente que las circunstancias en las que hemos sido criados tienen un profundo impacto, tanto para bien como para mal. No solo para madurar, puesto que la madurez no va asociada a una edad, sino a una personalidad determinada. Sino también para ayudar a contribuir y perpetuar patrones de actitud y comportamientos que, de sanos tienen más bien poco, sino que son tóxicos.
Por eso, entiendo que Jenna sea el "bien" y por eso solo pueda recordar lo positivo de cualquier situación, porque la relación con sus padres es buena y estrecha. Y me ha gustado que haya esa complicidad entre ellos. Eso sí, sabiendo separar que son padres, no amigos. Y esto es fundamental porque en más de una ocasión, la línea se difumina y por tanto, ahí empiezan los problemas. No digo que no haya que hablar de determinados temas porque, al contrario, la buena comunicación es síntoma de confianza, sino de saber elegir el enfoque más adecuado acerca de determinados temas.
Amén de que, sin darse cuenta también, los padres de Jenna la están orientando a comportarse de un modo particular al respecto de las relaciones. De las cuales, sin ser muy consciente, huye. Sobre todo por el tema de las mudanzas al acabar el año académico. Evidentemente el viajar para expandir horizontes y abrir mentes es necesario, pero, también conviene echar raíces de cuando en cuando - o al menos, saber echarlas - a riesgo de que nos deshumanicemos.
Por eso, está desconcertada en su llegada a Kalispell, un pueblo pequeño. Que sirve de pretexto para indicar ventajas y desventajas de vivir en pequeñas comunidades. Porque el sentimiento de pertenencia es mucho más inmediato, así como la ayuda en caso de necesidad. Pero, al mismo tiempo, hay menos respeto por la privacidad y la individualidad. De ahí que los rumores y malas famas corran como la pólvora. Y por eso, que no todo el mundo se vea capacitado para sobrellevar ese día a día.
Así que entiendo lo duro que es para Owen la vida cotidiana. Más cuando intenta pasar desapercibido y no desea que nadie se le acerque a él. Está maldito. O eso cree. Y es que lo de la creencia de estar maldito también sirve para tener presente cómo en más de un caso, las creencias y las supersticiones campan a sus anchas y tienen mucho poder aún hoy.
Sus caminos solo se hubieran cruzado en el instituto, otro submundo que funciona exactamente igual que un pueblo pequeño. Un escenario que puede parecer haberse elegido al "azar" cuando la realidad es que o es así. Ya que, como la edad de los personajes coincide en plena adolescencia, se da la importancia que tiene a los amigos, como esa otra familia importante que elegimos. Y también, como un ambiente donde esa personalidad y carácter se puede ir forjando. Asimismo, que también pone de relieve el rol fundamental que tienen los profesores en esa etapa. Y cómo en más de una ocasión, ellos se dan cuenta de cuando su profesión no es vocacional. Lo cual es muy triste.
Y a su vez, también pone de relieve que la educación viene de casa, y por tanto, que los profesores acompañan en el viaje de la madurez, pero no tienen por qué ser maestros de vida. Sí de aquellos conocimientos en los que se han especializado. Como docente, me ha gustado la referencia y este recordatorio que, en más de una ocasión, se ha perdido. Más en esta sociedad en la que la profesión está tan denostada.
Mismo instituto que también, por tiempo pasado en ellos, puede considerarse un hogar para muchas personas. Y donde también hay problemas que hay que subrayar para ponerle remedio lo antes posible. Como por ejemplo, el bullying. Y es la inclusión de estos temas lo que convierte a la literatura en algo que va más allá de un mero entretenimiento, sino como un arma de denuncia y de apertura de ojos a situaciones que suceden de manera más habitual y cercana de lo que podríamos pensar.
Como digo, sus caminos no hubieran pasado de simples compañeros de clase, si no hubiera llegado la fiesta de los secretos. Evento que sirve para introducir uno de los temas más presentes de la novela: la comunicación. A la que, como al amor, tenemos pánico. Más con la edad de los protagonistas. Ya que ahí el miedo se combina con la vergüenza a dar ese paso. Porque lo asumimos como síntoma de debilidad, cuando al revés. Solo aquellos verdaderamente valientes son los que se atreven a dar el paso y compartir su mundo interior con los demás. A riesgo de su juicio, que es lo que realmente nos da pavor.
Por eso, el anonimato nos da esa libertad que la comunicación cara a cara nos arrebata. Un modo original que sirve de pretexto y paralelismo del uso que damos a las redes sociales. Lo cual, a su vez, también dice mucho de nosotros como sociedad. Por eso, basta prestar atención a lo que nos rodea para darnos cuenta de la situación real. Y que las apariencias engañan, ya que somos más de lo que solemos mostrar.
De ahí la metáfora de las gafas que él suele usar - amén de ser muy parecido a Edward Cullen - he de decir, sirve precisamente para este doble objetivo: tenemos que ponérnoslas más a menudo si queremos realmente ser conscientes de este detalle, mientras que se pone las gafas de sol porque no quiere que le vean, pues teme que la oscuridad que le rodea sea patente y se contagie o propague a su alrededor.
Un Owen que sabe de la importancia de la salud mental y que por eso pretende dedicarse a ella. Sobre todo porque, al ser paciente habitual de la misma, sabe de los beneficios que esta reporta. Y también para tener bien presente que no hay una edad determinada para comenzar a hacer buena práctica de la misma. Nadie mejor que nosotros para saberlo a ciencia cierta.
Hay una historia de amor adolescente. Y con esto, se plantea el impacto de los primeros amores en nuestras vidas. Además de que, cumple con el estereotipo de que es un amor apasionado y lleno de primeras veces. Sin embargo, no es el típico amor adolescente, precisamente por las circunstancias de él. porque no es fácil tener una relación sentimental con alguien con indicios de depresión y sobre todo, con tan poco autoestima que no se cree digno de amor y por eso, tan lleno de inseguridades como es Owen.
Pero, el amor aparece cuando menos se le espera y por eso, oponerse a su llegada es una batalla perdida de antemano. Más cuando el amor es sano. Porque el sentimiento, a pesar del aspecto positivo es siempre una encrucijada. Y por eso, el no saber gestionarlo, más que beneficio, puede causar perjuicio.
Esa dificultad ha quedado muy bien reflejada al ubicar la historia en un año tan decisivo como el último del instituto, donde la presión por los estudios y la vida cotidiana se interponen inexorablemente. Más en América con el tema de las universidades.
Todo ello, ejemplifica muy bien que, incluso en aquellas ocasiones en las que queremos hacer un bien, podemos causar un mal. Incluso en el amor, que aunque poderoso, también es lo suficientemente sabio como para saber encontrar su lugar y su momento.
Y sí, el amor es poderoso, pero no salvavidas y por tanto, no podemos depender de otra persona para obtener y alcanzar nuestra felicidad, la cual está en nosotros mismos antes que nadie. Por eso, la línea tan fina entre ser detallista y terminar convertido en alguien obsesivo siempre ha sido la espada de Damocles entre este par. Y yo he de decir que tuve un momento Daenerys de Juego de Tronos en lo que vi venir cómo sucedería todo si alguien no tomaba la sartén por el mango.
Porque quien bien te quiere, lo hace libre y por eso, sabrá dar un paso atrás o alejarse si sabe que no es el mejor compañero de vida posible. Y porque, en ocasiones sí podemos ser buenos amigos y ser malos amantes. Por increíble que pueda parecer, ya que, el amor, como la luna tiene sus fases y evoluciona. Y por eso, conviene recordar que toda Luna, por brillante que sea, tiene su mitad oscura.
¡Muchas gracias por querer colaborar conmigo!
¡Nos leemos pronto!
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