Buscando tu estilo hygge de Ángela Franco

¡Buenas tardes!

La entrada del blog de hoy está dedicada a la opinión de una novela que hace tiempo que leí, pero que, 
por colaboraciones y beteos varios, hube de posponer en la opinión.

Sin embargo, como todo tiene su lugar y su momento, no me voy a entretener mucho más en la parte introductoria del mismo y por eso, prefiero dejaros con la sinopsis y mi opinión de Buscando tu estilo hygge escrito por Ángela Franco, con quien me estreno en la pluma.

SINOPSIS

¿Podrán dos personas que se separaron de la forma incorrecta reencontrarse, dieciocho años después, de la forma correcta?

Enrique Arjona llega a Vigo dispuesto a cambiar de aires y decidido a encontrar un estado que hace tiempo que perdió: bienestar.

Según Claudia Beltrán, diseñadora de interiores de la empresa B.B. Te Decora, solo tiene que encontrar hygge. Hygge es una palabra danesa que se pronuncia hiu-gua(e), y que según Claudia viene a significar: «esa felicidad plena que sentimos al disfrutar de las pequeñas cosas».

Claudia y Enrique, los que fueron los mejores amigos de niños, se reencontrarán dieciocho años después, pero lejos de ser un gran acontecimiento, los hechos ocurridos en su separación, hacen que se conviertan en una pesadilla.

OPINIÓN

Antes de comenzar con la opinión propiamente dicha, he de decir que, principalmente, el motivo por el cual me decidí a leer esta novela, además de porque no conocía la pluma de la autora con anterioridad... se debe a que a desconocía qué era el estilo hygge. Y como bien dice el dicho, no te acostarás sin saber algo más y yo soy muy curiosa, ahí que fui.

En esta novela vamos a conocer la historia de amor entre Claudia y Enrique. Novela caracterizada por la importancia y el impacto de los primeros amores en nuestra vida, pero también lo importante que es conceder segundas oportunidades en la vida. Porque, si por algo se caracteriza el ser humano es, precisamente por su evolución continua.

Aquí se desarrolla un poco el cliché friends to enemies to lovers, poniendo de relieve cómo, en más de un caso, las mejores parejas son aquellas en las que además de ser amigos, son amantes. Pero también ha quedado reflejado muy bien - en más de un caso además - el miedo que provoca dar ese paso adelante, porque en el caso de que la cosa salga mal, la pérdida sería doble.

Pero además de esa premisa, también se ponen de relieve otros temas importantes y susceptibles de ser desarrollados con mucha profundidad.

Porque, una vez más, gracias a la amistad que ellos compartieron de adolescentes, queda reflejado cómo la diferencia enriquece y no tiene por qué separar. Es más, cuanto más diversos y diferentes sean de nosotros mismos, más ricos seremos.

Junto a ello, también ha quedado reflejada la sororidad como tema que subyace entre sus páginas. Tanto para bien como para mal. Porque, de joven, Claudia es criticada por ser "machorra" o mejor dicho, diferente. Y por eso, las chicas aprovechan para meterse con ella.

Y esta ausencia de sororidad pone de relieve que las mujeres tenemos que apoyarnos más entre nosotras si queremos que el mundo sea un lugar mejor para todos. Sin embargo, solemos comportarnos justo de manera contraria. Más si hay hombres de por medio y con lo que ello supone.

Afortunadamente, su especial relación con Paloma es buena prueba de lo contrario. Misma mujer que, junto con el propio Enrique de joven pone de relieve cómo, en más de un caso, los amigos son la familia que se elige. Y por eso, ha sido inteligente el modo en que ha jugado con esa idea, aunque es cierto que, en mi caso, como conflicto se me ha quedado flojo.

Pero, sirve también para que tengamos presentes que, al ser un tipo de amor, no podemos renegar de la llegada o la aparición de nuevas personas en nuestras vidas, ya que desconocemos cuán importantes podrán ser en ellas. Así que será siempre una batalla perdida de antemano.

Otro tipo de amor presente es el del amor entre los miembros de una familia, que puede ser sano o tóxico. Aunque, en este caso, la realidad es que se ponen de relieve dos cosas:

- La primera, que la paternidad es muy dura y difícil y que todas las familias son igualmente válidas, independendientemente del número de sus miembros y de si comparten grupo sanguíneo o no. Eso sí, no podemos valernos de esa excusa de unión para consentir o permitir hacer o decir de todo al respecto de nuestros familiares. Ni siquiera bajo la excusa de la buena intención, porque no es así. Y en más de un caso, esas buenas intenciones están llenas de daño. Así que cuidado con ellas.

- Y la segunda es que, un buen amor entre padres e hijos también se sustenta sobre el respeto de la individualidad de los mismos. Sobre todo porque, las circunstancias en las que hemos sido criados, tienen un profundo impacto en nosotros y en el desarrollo de nuestra personalidad o en el hecho de tener un carácter o no determinados. Más que nada porque, sin ser muy conscientes, tendemos a idealizar a nuestros progenitores y por eso, queremos usarlos como modelos o rol a seguir. Perpetuando de ese modo en ocasiones, comportamientos o actitudes que para nada son sanos y sí que son bastante tóxicos.

En este caso, también se trata y desarrolla del hecho de cuán importante es el amor propio, para así poder querer bien a los demás. Porque, en este caso, Claudia parece una mujer feliz por ser exitosa en su trabajo. Y no es así, las apariencias engañan.

Porque la realidad es que no vive, sino que sobrevive al no haber gestionado bien del todo el duelo. Más que nada porque se juntaron una serie de circunstancias que para nada le resultaron beneficiosas. Porque todos sabemos que las desgracias nunca vienen solas.

Por eso, ese duelo no bien gestionado provoca a su vez y trata una metáfora muy inteligente, su mala gestión de los sentimientos en general. Sirviendo a su vez también para convertir a la literatura en un arma de denuncia de aquellos aspectos de nuestra sociedad que no son tan bonitos o brillantes, pero que, precisamente por eso, conviene que se mencionen.

Como la salud mental y los problemas derivados de la misma, como puede ser la depresión. La cual es una enfermedad muy silenciosa, con muchos estigmas como los profesionales que la tratan y por ello, conviene no estandarizarla en el modo de su gestión y sus tiempos, pero también conviene acudir a profesionales en casos de gravedad. Porque, si no, las consecuencias pueden ser muy graves para todos nosotros. Y porque así no se vive, sino que se sobrevive. Más que nada porque, las personas no se marchan del todo hasta que terminamos por olvidarnos de ellas.

Y este es un modo para recordar a su vez cuán importante es la comunicación. En todos y cada uno de los aspectos de nuestras vidas. Pero, al igual que como sucede con los sentimientos, tendemos a sentir mucho miedo y por eso, preferimos callar antes de actuar. Un error, porque así le perderíamos el miedo y sobre todo, porque así dejaríamos de considerarle un síntoma de debilidad sino de fortaleza.

Principalmente porque la verdad siempre termina por salir a la luz. Y generalmente lo hace en el momento más inesperado o inoportuno. Aunque, en este caso, he de decir que, ese miedo a hablar y a revelar quienes son, sobre todo por parte de Claudia me ha gustado e incluso me ha parecido hasta tierno, sobre todo ante la incomprensión de Enrique que no entendía al principio esos cambios de humor.

Sin embargo, también me ha parecido hasta coherente porque, dependiendo de la situación vivida, a veces cuesta más pasar página y por eso, aunque ya no son los mismos, continúa asociándole con el pasado y con todo lo sufrido en aquel momento. De ahí que me haya gustado precisamente eso, que se enfatice en lo importante que es cerrar capítulos bien... porque nuestra paz mental siempre será lo más prioritario.

O dicho de otro modo, no es más que la concesión de segundas oportunidades, hacia uno mismo y hacia los demás. Y por eso, en esas nuevas distancias cortas vuelven a conocerse y se van enamorando. Incluso sacan la mejor versión el uno del otro ayudando a completar las partes del pasado que estaban más oscuras. Como todo buen amor debe ser.

Por eso, me ha parecido una metáfora preciosa amén de muy inteligente también cómo ella no solo le decora la casa, sino también la vida, la cual hasta ese momento había sido muy gris. Y él no se había percatado de ese detalle.

Y sobre todo, porque así el uno junto al otro terminan por darse cuenta de que, al final, son las personas las que convierten a un lugar en un hogar. Y no al revés. De ahí que para ser felices, siempre tendremos que hallar al mejor compañero de piso posible.

El cual será justo quien nos ayude a encontrar nuestro estilo hygge.

¡Nos leemos pronto!

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