La vida no es un chicle de menta de Jessica Sanz
¡Buenas tardes!
La entrada del blog de hoy está dedicada a la opinión de uno de los libros viajeros que llegaron a mi casa en días pasados. Sí, quizás os suene porque justo os compartí mi opinión del primer volumen de la bilogía ayer.
Por eso, no me voy a entretener mucho más en la parte introductoria de esta publicación y prefiero dejaros con la sinopsis y mi opinión de La vida no es un chicle de menta de Jessica Sanz.
SINOPSIS
Elisa tiene una vida en apariencia perfecta junto a Hugo, el hombre con el que sueña pasar el resto de sus días. Pero todo cambia cuando una nota inesperada llega a sus manos y le revela secretos que nunca se pudo imaginar.¿Podrá su relación resistir a las verdades ocultas que están a punto de salir a la luz?
Elisa quiere confiar en él, se empeña en hacerlo, pero los mensajes insisten en que Hugo no es quien dice ser. Cada nueva pista la empuja más hacia la desconfianza. Con el corazón dividido entre el amor y la duda, se enfrenta a una decisión que podría cambiarlo todo.
¿Hasta dónde llegarías para descubrir la verdad sobre la persona a la que amas?
OPINIÓN
Antes de comenzar con la opinión propiamente dicha, he de decir que es una segunda parte. Pero en este caso, es una bilogía cuya historia termina por cerrarse aquí y ahora, así que a riesgo de spoilers, y sobre todo, para entender mejor la evolución de los personajes... debéis leerlas en orden.
La novela anterior tuvo un final cerrado, pero sí que hubo un par de flecos que han terminado por cerrarse en esta novela, pero además también se repiten y amplían algunos temas ya tratados previamente en la novela anterior.
Así, por ejemplo, vuelve a narrarse la especial relación entre Elisa y su abuelo, a quien considera la niña de sus ojos y, a pesar de que ha comenzado a hundirse más en la bruma, día tras día trata de no olvidarse de ella. Más que nada porque cada vez son menos las personas y temas que lo mantienen aquí.
De ahí que por eso, se vuelva a realizar un homenaje más que necesario a lo fundamental que son los abuelos en nuestras vidas, y cómo por eso, tenemos que darle el lugar que merecen dentro de la sociedad. Porque su sabiduría proviene de sus experiencias de la vida y por eso, tenemos que aprenderlas y aplicarlas a nuestras propias circunstancias.
Sin embargo, como estamos acostumbrado a desechar aquello de lo que pensamos que no podemos extraer un beneficio - al menos, inmediato - solemos rechazarlo.
Pero además, también sirve para poner de relieve cómo la verdadera fortaleza está en la mente y no en un físico determinado. Y por eso, el abuelo, pese a todo lo que vive y sufre, es más fuerte de lo que pensamos. Más en su caso porque además él también es un personaje que sirve para que tengamos en cuenta que, el duelo, al igual que el resto de los sentimientos, se vive y se gestiona de un modo diferente. Y por eso, no podemos estandarizarlo. Amén de que, nadie termina por marcharse del todo si se les olvida.
Otro amor que se repite es el de los amigos como la familia que se elige. Y, en este caso además, ellos sí que reflejan a la perfección que la diferencia enriquece y no tiene por qué separar. Es más, esas diferencias que poseen los retroalimentan y en este volumen provocan más de una carcajada.
Además de eso, cada miembro del trío parece que se haya en un momento diferente de su vida. Y sin embargo, si todos ponen de su parte, se puede llegar a un entendimiento e incluso, hacer por verse y estar en la vida del otro. Solo basta el mismo grado de implicación e interés.
Pero Hugo también pone de relieve gracias a la aparición de una mujer en su vida, que tampoco podemos negarnos a que nuevas personas lleguen a la misma, porque nunca sabremos cuán importantes podrán ser en nuestras vidas.
Misma mujer que es el instrumento para poner de relieve cómo la sororidad brilla por su ausencia. Más si hay un hombre de por medio. Y por eso, cuán erróneo es que continuemos considerándonos enemigas, porque si nos apoyásemos más entre nosotras, el mundo sería un lugar mejor. Aunque este tema quien mejor lo demuestra es un personaje que vuelve del pasado para recordarnos que no podemos huir del mismo, pero que, al mismo tiempo, continúa demostrando que tenemos que saber aceptar el rol que tuvimos una vez en la vida de otros y cómo a veces este se mantiene, pero otras veces no.
Porque el sentimiento, al igual que el sr humano, evoluciona y es un error garrafal pretender que otra personas nos quiera como nosotros queremos que lo hagan. Eso forma parte del amor propio y como tal, si no nos queremos bien a nosotros mismos, no podremos hacer lo propio con los demás. Porque quien bien se quiere a sí mismo, también hará lo propio con quienes quiere. Y eso, dejarles libres. Eso sí, del mismo modo que en el libro anterior, el personaje me ha vuelto a parecer que estaba metido a calzador y sin el suficiente contexto como para convertirse en un obstáculo verdadero y real para la pareja.
Hugo también sirve para retratar a la sociedad, pero para mal. Porque estamos obsesionados con el éxito y con tener un buen trabajo... a riesgo de nuestra salud mental. Por eso, el estrés y la ansiedad parecen haberse convertido en nuestros compañeros de cotidianeidad. Y es un error porque no a todos se nos dan bien las mismas cosas y todas las profesiones son igual de importantes. Por eso, conviene plantearnos si aquello que nos roba el sueño y nos pone nervioso es lo que queremos como método de vida.
Y sigue habiendo como tema de trasfondo, la historia de amor romántico. Y es valiente en el hecho de atreverse en ir más allá del final feliz. Porque vuelve a hablar de la rutina dentro de una pareja, como posible causa de que una relación se acabe. Pero además, como hay más parejas, también queda muy bien ejemplificado cómo la llegada de un hijo es una bendición, pero, si no se sabe gestionar bien puede ser muy estresante e incluso puede provocar la ruptura de la misma.
Para ello, nuevamente tiene que haber una buena comunicación, pero también el mismo grado de implicación y sobre todo, confianza. Temas en los que, la pareja principal adolecía. Y en mi caso, he de decir que me ha sorprendido quien, de los dos, sea Hugo quien se comporte así, sabedor de los problemas que Elisa arrastraba a causa de todo lo que les había pasado con anterioridad. Y si bien sabía que las cosas no era como parecían y agradecí su punto de vista, la realidad es que su intervención y su arco argumental hubieran quedado mucho mejor desarrollados y compactos.
Un detalle que sí que me ha gustado ha sido el de conceder el poder que las palabras tienen a través de las cartas. Porque, no hay que olvidar que la comunicación puede ser oral o escrita. Y ambas son importantes en igual proporción. Y que por eso, no hay tener miedo de hablar, incluso en aquellas ocasiones que nos resulte más complicado. Porque a la larga, saldremos siempre beneficiados. Porque amar y hablar no son síntomas de debilidad sino de fortaleza.
Y sobre todo, cómo esas mismas cartas han sido las que nos han permitido saber más de la relación entre el abuelo y Carmen, la cual, he de decir que, no me hubiera importado conocer más en profundidad como si de una precuela de la historia de los nietos se refiriese.
Pero, Elisa vuelve a incidir en lo importante que es el amor propio, porque somo nosotros la prioridad de nuestras vidas. Siempre. Y por eso, aún no ha completado del todo ese proceso, de ahí que en mi imaginación, espero que, pese a la mala experiencia con un profesional, no dude en recurrir y pedir ayuda en ese duro y arduo camino. Lo necesita.
En lo que se refiere al final es muy para ella, y me ha gustado el modo en que ha sabido adaptar su cuento Disney a la contemporaneidad y sobre todo, que haya hecho una comparativa y metáfora entre el amor, la vida y los chicles de menta. Que a veces pueden no gustar por su sabor intenso o picante, pero que siempre merece la pena saborear. Sin importar la duración o lo que ese mismo sabor tarde en marcharse.
El libro ya ha salido hacia la siguiente parada.
¡Nos leemos pronto!
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