Morir por tu amor es la condena a mis mentiras (Gemelas II) (Costa Serena nº 7) de Maca Ferreira
¡Buenas tardes!
La entrada del blog de hoy está dedicada a la opinión de una novela que leí en colaboración con la autora, a quien agradezco enormemente el envío del ejemplar en digital. Pero sobre todo, que hay decidido confiar en mí una vez más para así saber mis impresiones al respecto de su historia.
Por eso, no me voy a entretener mucho más en la parte introductoria de la misma y por eso, prefiero dejaros con la sinopsis y mi opinión de Morir por tu amor es la condena a mis mentiras, el segundo volumen de la bilogía Gemelas, y que a su vez, es también el volumen siete de la serie Costa Serena escrita por Maca Ferreira.
SINOPSIS
Diana ha aprendido a construir muros alrededor de su corazón para ocultar cicatrices que nadie puede ver. Se enfrenta al mundo con una actitud desafiante que la mantiene a salvo, pero todo cambia cuando una mentira inesperada la arrastra a un juego tan arriesgado como atractivo.
Lo que comienza como una estrategia para esquivar sus problemas pronto se complica al conocer a Rachel, una mujer cuya sonrisa, junto con un tentador hoyuelo que parece tener vida propia, consigue desarmarla por completo. ¿Cómo algo tan pequeño puede tambalear el mundo de alguien que lo ha visto todo?
Esta vez, huir no será suficiente. Diana tendrá que enfrentarse al mayor desafío de su vida: aprender a confiar, a sentir y a abrirse al amor por primera vez, mientras combate su miedo más profundo: perder a Emma, su gemela y única conexión verdadera.
¿Podrá Diana derribar sus propias barreras y aceptar los sentimientos que tanto ha evitado o permitirá que sus heridas definan su destino para siempre?
OPINIÓN
Antes de comenzar con la opinión propiamente dicha, he de hacer un par de comentarios al respecto de esta novela.
En primer lugar, que pese a pertenecer a una bilogía y a una serie, puede leerse de manera independiente. Y este más que ningún otro, porque hay un pequeño recordatorio de cómo hemos llegado hasta este punto. Sin embargo, si yo fuera vosotros, si bien no la serie al completo, sí que os recomendaría encarecidamente que leáis el primer volumen de la bilogía Gemelas, porque solo así entenderíais mejor la historia, la relación de las hermanas entre sí y a su vez, el arco argumental de la propia Diana en sí.
Y hablando de Diana, mentiría si dijera que no tenía curiosidad por este personaje, al cual yo llamé cariñosamente, la gemela malvada. Pero que, al final del libro anterior, revela un secreto que porta y carga consigo y que realmente es el que nos ayuda a entender - en parte - por qué es cómo es y se comporta del modo en que lo hace.
Aunque comienza en un orden "habitual" como hay una cierta cuenta atrás temporal, también podría decirse que, en realidad, comienza in media res, porque lo que sucede en esta historia no es otra cosa que las consecuencias de lo acontecido previamente. Y en este sentido he de decir que este tipo de estructuras no son fáciles de gestionar, pero que Maca lo ha solventado de maravilla.
Sirviendo así también la premisa para indicar que, toda acción tiene su consecuencia. Y que por eso, en más de una ocasión, debemos reflexionar antes de actuar... a riesgo de que sea demasiado tarde. Pero a su vez, que una acción - o más de una - no tiene por qué definir nuestras vidas para siempre, más si hay voluntad de arrepentimiento y cambio. Como aquí sucede. Aunque sí que es cierto, que costó, costó que se diera cuenta, la verdad.
Otro tema que, asociado a esta premisa inicial aparece desarrollado en más de una ocasión es el de que, antes de juzgar a una persona o una situación, tenemos que conocer el mayor número de detalles posibles de la misma, pero también las dos versiones de la misma. Podríamos sorprendernos. E incluso, tener que ponernos un punto en la boca, al ver cuán equivocados estábamos por culpa de nuestro prejuicios e ideas preconcebidas infundadas.
Además de eso, esta novela también nos narra el viaje de autodescubrimiento y autoconocimiento de Diana en aras de buscar y sobre todo, conseguir la felicidad. Y la redención en forma de amor. Sentimiento del cual todos somos merecedores, a pesar de que no lo consideremos. Pero sobre todo, también que, si no nos queremos bien a nosotros mismos, no podremos hacer lo propio con los demás.
Un viaje este no exento de dramas, porque, por si no os habéis dado cuenta, algo en el título ya nos deja ver y entrever que, nuestra querida Diana es algo intensa. Pero, a pesar de lo turbulento y doloroso a priori que nos pueda parecer... tenemos que ser valientes y emprenderlo. Los resultados siempre merecerán la pena.
En su caso en concreto, a causa de su propia estructura familiar, su viaje y búsqueda quedan aún más patentes. No solo porque es extensa, reflejando así en un modo mucho más evidente, lo difícil y compleja que es la paternidad. Sino porque además tiene una gemela que, físicamente es idéntica a ella. Y por eso, su individualidad es más difícil de hallar y, a su vez, destacar - para bien - a causa de ella, también.
De ahí que haya olvidado que, para querer bien al otro, no debemos opacarle, sino provocar que quiera sacar la mejor versión de sí mismo. Eso sí que siempre será un rasgo identificativo de un buen amor. El cual, en este caso, también sirve para desarrollar en profundidad una idea que está bastante extendida en nuestra sociedad.
O mejor dicho; dos.
- La primera es que el amor entre los miembros de una familia brotará o surgirá de manera espontánea. Porque no es así, quien algo quiere algo le cuesta y por eso, este tipo de pensamiento o consideración, lo que en realidad termina por causar es que se le menosprecie. O que se tienda a pensar que no hay que esforzarse para llevarse bien con nuestros familiares.
- Y la segunda, es que se tiene que perdonar toda acción comentario hiriente que se nos dedique. Porque lo hacen con buen intención. Y es que las buenas intenciones está llenas de daño y por eso, estos amores también pueden ser tóxicos. Y mucho. Incluso sin que seamos conscientes realmente de ello. Porque es justo lo que le sucede a Diana, quien culpa a su hermana de lo que le pasa, sin que la otra sepa realmente por qué la responsabiliza de ello.
También hay mucho amor por la vida. Pero al mismo tiempo, Diana refleja cuán fácil es autoengañarnos y por lo tanto, confundir dos verbos que la gente tiende a creer como sinónimos, cuando no lo son. Como son vivir y sobrevivir. De ahí que por eso, ha sido tan interesante ver la dinámica del personaje para con ella. Ya que a veces parece vivirla y experimentarla intensamente, pero en otras ocasiones, muestra una apatía más que evidente hacia ella.
A su vez, esta contradicción sirve también para realizar una crítica más que rotunda y evidente a nuestra sociedad. Convirtiendo así por tanto, a la literatura en algo que trasciende un mero entretenimiento o hobby, sino como un arma de denuncia que sirve para poner de relieve aquellos aspectos de la misma que no son tan bonitos o tampoco tan brillantes.
Como puede ser, por ejemplo, el miedo a la comunicación y a permitirnos tener sentimientos. Porque implica y supone un esfuerzo para el cual no todos estamos preparados. O dispuestos a llevarlo a cabo. Por eso, preferimos no hablar ni comunicarnos y tampoco dar ese paso adelante para tener sentimientos. Describiendo por tanto, un patrón de comportamiento muy común de nuestra sociedad. Silenciosa, guardándonos las cosas para nosotros mismos, con lo peligroso que es eso, ya que el poder que tienen las palabras es bastante más grande del que pudiéramos pensar a priori.
Pero, relacionado con los sentimientos, por eso, también preferimos mantener relaciones sexuales a tener que comenzar alguna de tipo sentimental. Y ahí, nuevamente erramos, porque estas son más importantes de lo que pudiéramos pensar también, Porque la química y la compatibilidad en ese sentido es fundamental para que una relación fructifique. Pero además, olvidamos que, a base de repetir estos momentos, la intimidad compartida puede derivar en otro tipo de sentimientos de un cariz diferente. Y a ese amor sí que no podremos plantarle cara, ya que será una batalla perdida de antemano.
Del mismo modo que tampoco podemos pretender escapar de él, ya que lo hace dónde, cuándo y con quien menos lo esperamos. Y aquí entra en escena Rachel, la profesora de francés. Cuya profesión me ha hecho gracia y una metáfora interesante porque, le hace así patente a Diana que la propia vida es un camino de aprendizaje y por eso, todos los días aprendemos algo nuevo.
Y un personaje muy coherente que también es el punto de quiebre en la catarsis personal que necesitaba. Porque, estaba rodeada de estímulos que se lo estaban indicando, pero, como no hay más ciego que quien no quiere ver, prefería estar más centrada en su egoísmo que, en escucharse a sí misma.
Por eso, es Rachel quien le hace ver que la diferencia enriquece y no tiene por qué separar. Y que por eso, la estandarización nunca es buena sino que tiene que darse cuenta que las comparaciones son odiosas, de ahí que nunca es demasiado pronto o tarde para emprender ese viaje de autoconocimiento. Más si queremos ser felices. Porque la felicidad consiste en tener esas pequeñas cosas de la vida cotidiana, pero también en darse cuenta de que un buen amor tampoco consiste en usar como tabla de salvación al otro. Sino que, la equidad y la igualdad en lo que a implicación y toma de decisiones al respecto se refiere será la clave.
Por eso, tanto a comunicación como al amor romántico hay que perderles el miedo. Porque, a pesar de que no nos gusta ceder el control o sentirnos expuestos, no son síntoma de debilidad, sino de fortaleza. De ahí que se rompe el estereotipo de que la fortaleza no tiene que ir asociado a un físico potente, sino a la fortaleza mental.
Fundamental por tanto, la presencia de un profesional de esta rama en aquellos casos u ocasiones de mayor gravedad o en los que no sepamos cómo salir del atolladero en el que nos hemos visto metidos. Más que nada porque las mentiras tienen las patas muy cortas. Y por eso, de nada, sirve mentirnos para engañar o autoengañarnos. Profesional que, sin duda Diana necesitaba y que terminó por revelar el bien que su presencia le hizo.
Porque sí que es cierto que, en más de una ocasión los amigos son los psicólogos que tenemos en nuestras vidas. Pero, aunque, en más de un caso los consejos son bienvenidos y apreciados - más si vienen de quienes son la familia que escogemos - la realidad es que pueden ser, a la larga, una acción que contribuya a favorecer la gravedad de la situación.
Eso sí, tanto su amiga Sofía, como la presencia de Emma vienen a revelar cuán fundamental y poderosa es la sororidad en nuestra sociedad y relaciones. Porque, si las mujeres nos apoyásemos más entre nosotras, en lugar de considerarnos más como enemigas... el mundo sería un lugar mejor para todos nosotros. Pero, al hacerlo de manera mucho más habitual a la inversa... seguimos pagando las consecuencias.
Por todo ello, ha sido una lectura que he disfrutado muchísimo, ya que, a la larga, nos hace ser conscientes de que la venganza nunca es buena porque, generalmente a quien terminamos por hacer más daño es a nosotros mismos. Pero también que, vivir con miedo, no es vivir.
Y sobre todo, se nos emplaza a que miremos con más atención y profundidad, a nosotros mismos. Pero también a los demás. Porque, en más de una ocasión, aquellos que parecen más seguros de sí mismos, tienden a ser justo lo contrario. De ahí que tenemos que prestar más atención a la comunicación. Verbal y no verbal, ya que de manera consciente e inconsciente, siempre nos estamos comunicando.
Ya que la vida, es como un libro compuesto por páginas. Diferentes cada día y por ello, con una nueva oportunidad a diario para cerrar capítulos y querernos a nosotros mismos, en forma de perdón. Un libro lleno de aventuras, emociones y con un final feliz, siempre, que vuelve a demostrar que todos somos los protagonistas de nuestra historia, pero que, conviene por tanto, rodearnos de los mejores secundarios posibles para hacerla más enriquecedora e interesante.
¡Muchas gracias por querer colaborar conmigo!
¡Nos leemos pronto!
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