Nadie más que tú de Rosana Lenn
¡Buenas tardes!
La entrada del blog de hoy está dedicada a la opinión de una novela que leí en colaboración con la editorial Ediciones Versátil, a quienes agradezco enormemente el envío del ejemplar. Pero sobre todo, que hayan vuelto a confiar en mí, para que dé mi valoración de una de sus obras.
Por eso, no me voy a entretener mucho más en la parte introductoria de esta entrada y prefiero dejaros con la sinopsis y mi opinión de Nadie más que tú escrito por Rosana Lenn.
SINOPSIS
Yera lo quiere todo. Eidan se cree nadie.
Yera lleva desde su infancia soñando con convertirse en boxeadora profesional, así que cuando por fin se atreve a entrar en el club de boxeo que Eidan regenta junto a su padre, un famoso pugilista venido a menos, sabe que debe demostrar de qué está hecha.
Eidan, que trabaja en el club, odia el boxeo y se siente atrapado en una vida familiar que lo asfixia. Ansía la libertad de poder decidir su camino y sueña con que, por una vez, lo elijan y deje de ser nadie
Lo que comienza como una relación forzada entre opuestos, pronto se convierte en una atracción irrefrenable, no exenta de swings, ganchos y algún que otro golpe bajo. Sin embargo, cuando la ambición empieza a ganar terreno y lo más fácil es tirar la toalla, ¿sabrán tomar las decisiones correctas?
Una historia de amor tan potente y vibrante que te pondrá contra las cuerdas.
OPINIÓN
Antes de comenzar con la opinión propiamente dicha, he de hacer un comentario al respecto de la novela y de la autora. Porque, por fortuna, he podido leer todo lo que ha publicado, de un modo u otro. Pero me hizo especial ilusión cuando descubrí que iba a ser publicada por editorial, así que no me pudo hacer, de nuevo, mucha ilusión al ver que iba a poder leerla en colaboración con ellos.
Entrando ya en materia de opinión, vamos a conocer la historia de Yera y de Eidan, quienes demuestran que, son más de lo que parecen y a u vez, que todos cargamos con unos demonios que nos da más o menos vergüenza compartir con los demás.
Pero a su vez, ambos son también más parecidos de lo que pudieran pensar el uno del otro. Confirmando que, antes de juzgar o emitir una opinión o crítica acerca de los demás, hemos de conocer todas las versiones de la historia, porque podríamos sorprendernos.
En este sentido, he de decir que, al inicio, cuando vi el nombre del protagonista masculino, a pesar de que la novela estaba ambientado en España, me chocó un poco. Pero, la realidad es que solo a posteriori el lector descubrirá el motivo por el cual es así. Y además, será consciente de lo bien traído que está a colación con el título, convirtiéndolo así en uno de esos inteligentes de los que tanto me gustan.
Es, a su vez, una novela de autoconocimiento y autodescubrimiento, incidiendo en la idea de que nunca es demasiado tarde o pronto para emprender un camino que nos lleve a ser felices. Y en este caso, ambos lo representan a la perfección, aunque más Yera.
Porque, es bastante raro, que a una edad como los dieciocho o los veinte años en los que no se es del todo adulto, pero tampoco niño se tenga claro el futuro. De ahí que, como bien indica la novela en más de un modo, no hay que entender una caída como un fallo o un error, sino como una nueva oportunidad en aras de encontrar el camino que nos lleve a la felicidad.
Y es que no todo el mundo tiene los mismos ritmos vitales y por eso, las comparaciones son odiosas. Por eso, es tan importante que nos rodeemos de personas lo más diferentes posibles a nosotros, porque así seremos más ricos.
Con la situación de Yera y su trabajo inicial de paseadora de perros, no solo se introduce ya el primero de los amores aquí presentes, como es el que se puede sentir por los animales, sino también, el de hacer una crítica real y necesaria acerca de cómo están subiendo los niveles de vida y por eso, en más de una ocasión, a la hora de querer realizar unos estudios universitarios, el dinero de la beca no es suficiente y han de buscarse alternativas y modos diversos para ingresar dinero en las economías diarias en aras de medianamente sobrevivir.
Pero Yera además, sirve también para realizar una nueva crítica a nuestra sociedad y al clasismo que parece que cada vez nos define más al tener identificado el éxito con alguien con estudios superiores y una buena profesión, en el sentido de estar bien pagada. Cuando no es así, porque, como he dicho antes, no a todos se nos dan bien las mismas cosas y por eso, todas son igual de válidas y respetables. Es más, convendría tener mucho más presente que, son aquellas que menos cualificación necesitan las que terminan por ser más indispensables.
Junto a todo eso, Yera es también un personaje que sirve de denuncia para, hacer ver cómo el machismo aún sigue bien presente en nuestra sociedad, hasta el punto tal de que pueden minarnos nuestra autoestima y por lo tanto, obligarnos a tener que esforzarnos el doble o el triple que nuestros colegas masculinos con tal de ser consideradas igual de válidas. Y esto se multiplica mucho más asociado a un deporte que, generalmente se ha asociado "masculino".
Porque sí, les gusta presumir de amigas y parejas que lo practican, pero la realidad es que, pocos son quienes, se alegran de manera genuina, porque ese alarde de fortaleza física, en cierto modo les roba la suya propia y aquí aparece el concepto de masculinidad frágil entendida mal en la novela. Asociada a ausencia de hombría. Cuando es al revés, un hombre que está realmente seguro de sí mismo, no tiene por qué avergonzarse de quién o cómo es. Aunque sobre ese aspecto regresaré más tarde.
Como he dicho anteriormente, es también una novela romántica, donde hay mucho amor, de más de un tipo y no siempre sano.
Así, por ejemplo, hay mucho amor por una profesión, como puede ser la del boxeo. Y aunque tiene mucha importancia en la trama, la realidad es que esta no es una novela violenta. Porque un suelo, puede convertirse en una profesión. Y si tu trabajo te gusta, hay menos sensación de que es un empleo.
Sin embargo, también advierte de cómo cualquier aspecto de nuestra vida cotidiana conlleva un riesgo. Y por eso, puede dar miedo, aunque si permitimos que el miedo gane, nos estamos saboteando a nosotros mismos y así no vivimos, sobrevivimos y somos infelices.
En este sentido, es Eidan quien mejor lo encarna, porque su padre fue un gran boxeador que, a causa de sufrir una lesión, continúa sufriendo secuelas y por eso, ha de hacerse cargo de él. Mismo padre que será el nexo de unión para que, a posteriori, conozca a Yera, ya que ella es una entusiasta del boxeo e incluso puede decirse que era muy fan de él. Con los peligros que supone admirar a otra persona, ya que los consideramos perfectos y la perfección dista mucho de existir.
Mismo padre que también pone de relieve cómo la paternidad no es fácil, y a su vez, cómo las circunstancias en las que hemos sido criados tienen un profundo impacto en nosotros, tanto para bien como para mal, siendo en muchos casos, la causa y motivo por el cual estemos forzados a madurar antes de tiempo y a asumir una serie de roles o papeles para los cuales no estamos preparados.
En el caso de la familia de Eidan es, a causa del duelo, el cual como el amor es entendido de manera individual, ni mejor ni peor. Y por eso, no podemos estandarizarlo, pero sí que debemos gestionarlo y sobre todo, hablar de él, porque a causa de no hacerlo, se pueden generar una serie de problemas y traumas lo suficientemente graves como para tener unos efectos mucho más prolongados en el tiempo.
De ahí que por eso, Eidan haya entendido mal el concepto de lo que es el amor y quien paga las consecuencias directas es él mismo, ya que carece de amor propio. Y lo que es aún más grave, considera que no es digno de ser amado por nadie. Cuando eso es un error, ya que todos tenemos derecho a ser amados. Y si no es por los demás, tenemos que querernos nosotros mismos, porque somos el amor más importante de nuestras vidas.
Pero, como tenemos miedo a la exposición para con los demás y continuamos pensando que la comunicación es un síntoma de debilidad, preferimos callar antes de hablar. Con las consecuencias que esto acarrea. Pero, una vez más es un error, porque la exposición y la comunicación para con los demás no es un síntoma de debilidad, sino de fortaleza.
Y también, conviene recordar que la comunicación puede hacerse con palabras, y también con hechos. Porque la paternidad no es sencilla, pero se ha de tener claro que un hijo es una responsabilidad para toda la vida y que por eso, serán siempre la prioridad. Por eso, aunque las buenas intenciones están llenas de daño, su personaje al final encuentra un modo de reconciliarse consigo mismo y de limpiar su conciencia, ya que tenía claro que, no había hecho las cosas del todo bien. Amén de añadirle un toque misterioso a la novela, ya que, al empezar in media res, el lector deseaba saber cómo y por qué comenzaba de esa manera.
No puedo no hablar tampoco aquí de la madre de Eidan porque, ella sirve para que tengamos claro que padre se hace y no se nace. Y por eso, en cierto modo, es un personaje con el que no he terminado de empatizar del todo, porque, como buena parte de la gente piensa, da por descontado el amor entre los miembros de una familia. Y no es así, quien algo quiere, algo le cuesta. Amén de que, una simple acción, interés y preocupación a posteriori, no termina por borrar, todo lo que se ha hecho - o no - con anterioridad.
Para concluir con el tema de la familia, se recuerda que todas las familias son igual de válidas, independientemente del número de personas que las compongan o de si comparten un grupo sanguíneo o no. Por eso, me ha gustado la inclusión y la importancia - si bien es secundaria - de Sonia, quien ha ejercido de madre no oficial de Eidan, pero sobre todo, porque su personaje pone de relieve que la xenofobia, en un mundo cada vez más globalizado, no tiene cabida.
Es más, convendría preguntarles en más de un caso, cuáles son sus circunstancias y todo lo que han tenido que sacrificar y dejar atrás en aras de una mejor calidad de vida, para sí mismos y para aquellos a los que más quieren.
Y hay amor romántico, por supuesto. Tóxico y sano.
El tóxico está en Borja, la pareja de Yera, quien la quiere moldear a su imagen, semejanza y sus conveniencias. Y ahí no es, porque quien bien te quiere, lo hace libre y no intentará cambiarte, salvo para hacerte sacar la mejor versión de ti mismo. Si eso no sucede, ahí no es.
Pero hay un amor sano entre Eidan y Yera, si bien es cierto que no comenzaron con el mejor de los pies. Ya que la subestimó, pensando, como muchos creen hoy día, que la fortaleza es la que está asociada a un físico, cuando no es así. La más importante es la mental. Y eso, en un deporte como el boxeo es muy importante y por ende, queda muy bien reflejado.
Además de eso, me ha parecido muy interesante esta inversión de roles, donde ella es la del contacto físico y la fuerza bruta, mientras que él es el alma sensible, bien atento a todos los detalles a su alrededor. Aspecto muy bien reflejado en su amor por la fotografía, aunque, paradójicamente, este también le sirve de escondite y, en cierto modo de prisión, puesto que, en el fondo, lo que él también desea es que otra persona le preste el mismo grado de atención e interés que él hace para con los demás.
Y sobre todo, cómo ellos han demostrado que, es en las distancias cortas - haya contacto físico o no - donde realmente se conoce a una persona. Y por eso, estos opuestos se atraen y se complementan. Amén de quererse bien, hasta el punto tal de pensar que han de sacrificarse por el otro en aras de cumplir su sueño y que sean felices.
Y este es, realmente un buen concepto del amor. Lo que ocurre es que, de nuevo, han de hablarse las cosas en una pareja, porque al no hablar, aparecen los malentendidos, las discusiones e incluso, las rupturas sentimentales, temporales o permanentes. A causa de un motivo que no es otro que la falta de confianza, el cual, ha de ser también el otro pilar básico para que una relación funcione de manera positiva.
Junto a todo ello además, se habla del amor por el dinero, y cómo, cada vez más, el veneno y la toxicidad que nos insufla está más presente. Hasta el punto tal de querer y estar dispuestos a hacer de todo con tal de mantenerlo durante el mayor tiempo posible en nuestras manos. Incluyendo ahí "explotar" o tratar de sacar el máximo beneficio de otra persona. E incluso, esperar agazapados el momento exacto para salir del escondite e intentar aprovechar ahí la oportunidad de hacerse con él, pensando así que podrán ser felices.
En este sentido, he de decir que el personaje que se convierte en el entrenador y patrocinador de Yera, no me ha parecido del todo trigo limpio y que mis dudas al respecto de las intenciones profesionales y más allá que tenía para con su pupila no han quedado resueltas del todo. Por eso, me hubiera gustado que este cabo se cerrase un poco mejor.
Menos mal, que como enseñanza esta novela nos deja que, incluso en la cima y el umbral del éxito, podemos ser conscientes de que ni el dinero, la fama o la gloria nos dan la felicidad, sino que son las pequeñas cosas de la vida cotidiana las que lo hacen. Así como las personas que habitan en un lugar son quienes las convierten en un hogar.
Si aprendemos todo eso, y lo aplicamos en nuestras vidas cotidianas, ahí nos daremos cuenta de que el triunfo no va siempre asociado a una victoria pública o gloriosa, sino que el triunfo es saber enfrentarse día a día a las pequeñas vicisitudes que la vida cotidiana nos va poniendo delante.
Porque la vida es una pelea diaria, para con los demás y para con nosotros mismos, y por eso nos pone siempre contra las cuerdas. Pero eso no significa que tenga por qué ser violenta. Al contrario, no hay mayor impacto que podamos sufrir que el del amor, al cual nunca podremos plantar batalla, porque ese sí que será un combate perdido de antemano.
De ahí que todos tengamos que encontrar a la persona más idónea para que nos acompañe en esa pelea. No habrá nadie mejor que nosotros mismos para saber dar con ella.
¡Muchas gracias por querer colaborar conmigo!
¡Nos leemos pronto!
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