Descubrir a la señorita Townsend de Jane Hormouth
¡Buenas tardes!
La entrada del blog está dedicada a la opinión de una novela que leí en colaboración con la autora, a quien agradezco el envío del ejemplar en físico. No es la primera vez que leo su pluma porque gané un sorteo y ahí sí que la conocí por primera vez, pero, como hace un tiempo de eso, podría considerarse como si de una primera vez se tratase.
Por todo ello, no me voy a entretener mucho más en la parte introductoria de esta publicación y prefiero dejaros con la sinopsis y mi opinión de Descubrir a la señorita Townsend escrita por Jane Hormouth.
SINOPSIS
Roselyn, nacida en la pobreza pero educada como una dama, ansía un matrimonio que le asegure un futuro brillante. Sin embargo, la alta sociedad solo la ve como un pasatiempo, dañando su orgullo y su reputación. Decidida a no ser solo un capricho pasajero, idea un plan de venganza con la ayuda de dos aliadas inesperadas. En su camino se cruza Arthur FitzRoy, un banquero ambicioso que desprecia la ingenuidad del amor. Aunque se detestan, una alianza forzada los une, desatando un peligroso juego de voluntades. Encontrarán engaños, deseo y emociones inesperadas...
¿Podrá Roselyn cumplir su venganza sin perder su corazón?
OPINIÓN
Antes de comenzar con la opinión propiamente dicha, he de hacer un comentario al respecto de la novela. Y es que, aunque es autoconclusiva, creo que conviene leer antes la historia de la anterior hermana Townsend; Lady Palmerton, porque, al ser una secundaria en esta novela con cierto grado de protagonismo, el lector va a sentir curiosidad de las peculiares circunstancias de la cabeza de familia.
Pero, volvamos a esta novela porque aquí vamos a conocer la historia de amor de Roselyn y Arthur, dos personas que, a priori, parecen bien diferentes entre sí, pero que en el fondo son mucho más similares de lo que puedan pensar y por eso, en las distancias cortas, que es donde realmente se conoce a una persona, se dan cuenta de ello. Y por eso, es prácticamente inevitable primero, la atracción, pero después el enamoramiento.
Además de eso, es un fiel retrato de la rigidez social y de cómo las normas sociales regían el modo y maneras en que se debían comportar y sobre todo, cómo el más mínimo desvío de esas reglas marcadas, podía suponer la expulsión para siempre. Y sin embargo, eso no era excluyente de que más de uno y una buscase esa validación final que solo el formar parte de la aristocracia de pleno les otorgaba. Estando dispuestos a todo con tal de conseguir su objetivo, incluso sacrificando la felicidad.
Tema este que se repetirá a lo largo de la novela en más de una ocasión.
Por todo ello, en el fondo, aunque parecía que sí, en realidad, nadie era completamente dueño de su destino. Y por eso, podía decirse que eran pocos quienes eran realmente felices porque el amor como sentimiento imperante dentro de un matrimonio se producía en contadas ocasiones. Y si lo hacía, siempre era a posteriori. Porque era entendido como un contrato o un acuerdo "ventajoso" para ambas partes para asegurarse un título nobiliario o para expandir el patrimonio que, por separado, las familias ya poseían.
Hecho que es y parece triste, pero que no es tan lejano a nuestra sociedad como pudiéramos pensar tampoco. Del mismo modo que la presión recaía principalmente para con las mujeres para obtener ese matrimonio ventajoso, a pesar de que no tuvieran la última palabra a la hora de tomar esa decisión.
Pero la presión para alcanzar ese objetivo y sobre todo, para ser perfectas siempre era implacable. Mismo hilo de pensamiento que, por increíble que pueda parecer, se sigue sucediendo y por eso, aún hoy las mujeres tenemos que esforzarnos el doble o el triple que los hombres para ser consideradas igual de válidas. Y que bastará solo un error para que sea imperdonable por siempre.
Como bien sucede aquí, donde la sombra de Lady Palmerstone es alargada y por eso, aunque escandaloso su proceder, les ha llevado a tener una educación que por nacimiento jamás hubieran podido recibir, pero que, al mismo tiempo ha conllevado la no aceptación completa en la sociedad. Por no hablar de que le ha hecho tener una mala fama que... la persigue allá donde va.
Misma mala fama que es la que da pie y origen a su venganza, la cual, personalmente he adorado. Por dos motivos. Por el tremendo sentimiento de unidad que ha hecho que más de una mujer forme equipo y se alíe para que consiga su objetivo, lo cual está muy bien en lo que a sororidad se refiere, más en un mercado matrimonial tan duro o competitivo como el de la época en la que le ha tocado vivir a Roselyn.
Pero sobre todo porque me ha recordado a la estrategia que usó Ana Bolena para conseguir convertirse en reina de Inglaterra y que sigue demostrando que, el ser humano es egoísta por naturaleza y que, generalmente tendemos a desear aquello que generalmente no suele estar a nuestro alcance. Porque lo convierte en algo difícil y a su vez, en un objetivo.
Incluso aunque hubiera estado al alcance de nuestra mano instantes antes, será solo con la tentación de lo prohibido cuando lo deseemos con mayor intensidad. Sean objetos o personas.
Un mensaje que se repite en las páginas de esta novela es que, paradójicamente en una sociedad de apariencias, estas engañan y por eso, conviene conocer todas las versiones de una historia antes de juzgar con ligereza. Porque podríamos sorprendernos, porque así le pasa a Roselyn, pero también le pasa a Arthur, con el tema de ser judíos.
Un aspecto muy novedoso de este personaje, porque, en mi caso, es la primera vez que lo encuentro en una novela histórica y porque, una vez más, sirve de instrumento para trazar más paralelismos y que seamos conscientes de que, en realidad, las cosas no han cambiado tanto como pensamos. Ya que el diferente suele ser excluido y apartado y porque, la religión es también un motivo para ese ostracismo. Pero además, porque ahonda un poco en ciertas pinceladas históricas al respecto de su situación en el contexto histórico en el que se narra la historia, pero sobre todo, en la parte más íntima y privada de la familia Fitzroy.
De ahí que, el comportamiento que tiene Roselyn con ellos demuestra que, el conocimiento y el respeto al diferente son las claves para evitar rumores y noticias falsas sobre las personas.
Por eso, aunque empiezan siendo dos enemigos, solo en las distancias cortas se dan cuenta de que en realidad son un par de incomprendidos en su búsqueda por encontrar un hueco en esa sociedad y por eso, que la alianza entre ambos les conviene.
Pero sobre todo, porque ambos están ocupando un rol que, por nacimiento no les corresponde y de ahí que prefieran sacrificarse para que quienes están a su alrededor, puedan ser felices, negándosela a sí mismos a su vez. Y es que en cierto modo, se creen indignos de merecerla. Cuando al contrario, todos tenemos derecho a a serlo.
Como he mencionado anteriormente, esta es una novela romántica. Con más de un tipo de sentimiento presente entre las páginas de la misma. Y no siempre del todo sano.
Así, se habla del amor entre los miembros de una familia y cómo, en más de un caso somos herederos de nuestros padres. Pero, que esa consideración es un tanto errónea porque un buen amor es libre y ha de saber respetar la individualidad de todos y cada uno de nosotros.
Porque el mero hecho de ser familia no conlleva la lealtad más extrema ni el amor inmediato entre sus miembros, al contrario. En más de una ocasión al pensar así, se le da por descontado y eso es también un magnífico caldo de cultivo para que se aplique ese saber popular tan cierto que indica que, en más de un caso, las buenas intenciones están llenas de daño.
Asimismo, también se pone de relieve que, las circunstancias en las que hemos sido criados tienen un profundo impacto en nosotros. Y ahí nuevamente se vuelve a poner de relieve lo parecidos que son, porque, en cierto modo, ambos se creen malditos para el amor y por eso, lo confunden con otros objetivos que tienen en su vida y lo han dejado como el último de sus requisitos para ser felices, prefiriendo conformarse con apenas unas migajas de la misma.
Pero, se advierte del hecho que, si bien somos herederos de nuestro pasado, debemos ser lo suficientemente fuertes como para aceptar nuestro presente y ser así por tanto, dueños de nuestro futuro.
Y para ello, hay que dejar de considerar al sentimiento amoroso como si no fuera una prioridad, porque sí que lo es. Y por eso, no hay que plantarle batalla porque será una batalla perdida de antemano. Ni ser cobardes e intentar huir de él, porque, a posteriori, solo seremos felices.
Por eso, me ha gustado la inversión de roles y que tanto Roselyn como la madre de Arthur sí que son los suficientemente valientes como para asumirlo en su totalidad para poder así felices, mientras que él es quien tiene más recelos y miedo a asumirlo en su totalidad. Eso sí, he de decir que cuando lo hace, la evolución es fantástica.
No esperéis un amor fulgurante entre ellos, porque es más bien un enemies to lovers que se va cociendo a fuego lento y donde se van descubriendo poco a poco. Pero tampoco tendría sentido que fuera de otro modo, dado el género que tiene esta novela.
Lo que sí que vais a encontrar es una preciosa historia de amor con una muy buena evolución en los caracteres de los personajes y donde se pone bien patente que amar es libertad. Pero sobre todo respeto. Hacia los demás, pero sobre todo hacia nosotros mismos.
Y sobre todo, es una historia donde a todos y cada uno de los personajes, el tiempo les pone en su lugar y les otorga esa justicia divina que este ha tardado más o menos tiempo en otorgarles.
Como digo, es una historia autoconclusiva que se lee muy fácilmente pero que, me ha dejado con ganas de saber más de Lady Palmerstone, pero también de otra de las hermanas Townsend, Jenny, quien está a punto de debutar. en sociedad.
Y dados los precedentes de las hermanas, me da a mí que esta chica, tampoco va a dejar indiferente a nadie.
¡Muchas gracias por querer colaborar conmigo!
¡Nos leemos pronto!
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