Un asesino en serie en Soria, ¿en serio? de Ager Aguirre.

¡Buenas tardes!

La entrada del blog de hoy está dedicada a la opinión de una novela que leí en colaboración con su 
autor, a quien agradezco el envío del ejemplar en digital. Y sobre todo, que haya vuelto a confiar en mí para darle mis impresiones al respecto de la misma, más habiendo cambiado de género.

Por todo ello, no me voy a entretener mucho más en la parte introductoria de esta publicación, y por eso, prefiero dejaros con la sinopsis y mi opinión de Un asesino en serie en Soria, ¿en serio? escrito por Ager Aguirre.

SINOPSIS

Sarah Olmes es una inspectora de policía con una increíble capacidad de deducción… que solo ha servido para ganarse la enemistad de toda la comisaría. No ha resuelto ni un solo caso en su carrera.

Desterrada a un despacho sin ventanas —y sin futuro—, se plantea si debería dimitir y dedicarse a repartir propaganda.

Hasta que su comisario, el inaguantable José Demás, se deshace de ella enviándola a un nuevo, y en apariencia resuelto, caso: el accidente de un célebre cocinero durante la décima edición del International Challenger of Torrenos Unique from Soria. El famoso ICTUS.

Acompañada por el agente Ernesto Truhan —especialista en pasar desapercibido hasta para un detector de vida— , Sarah empieza a sospechar que en el hotel no solo se fríen torreznos, también se cuecen asesinatos.

¿Se enfrenta Soria a un asesino en serie o el olfato de Sarah volverá a estar más perdido que un millennials sin Gps?

OPINIÓN

Antes de comenzar con la opinión propiamente dicha, creo conveniente que debamos prestar atención al título, porque ya desde el mismo se nos están dando muchos inputs e informaciones acerca de algunos de los temas que se van a desarrollar entre sus páginas.

Y con ello, vuelve a confirmarse que, una vez más, la literatura es algo que va mucho más allá de un mero entretenimiento, sino que puede ser un arma de denuncia de aquellos aspectos de nuestra sociedad que no son tan bonitos o brillantes. Y por eso, además del género negro, hay mucha sátira, y sobre todo mucha denuncia.

Para comenzar, con el hecho de ubicar la novela en Soria, lo que el autor hace es ubicar y ayudar a que la gente sepa de la España vaciada, que existe. Y, aunque puede no quedar tan glamuroso o ser tan habitual como en Nueva York por ejemplo, la realidad es que así también se nos recuerda que el mal va asociada a las personas y que por tanto, puede aparecer y activarse en cualquier parte del mundo. Incluso en Soria.

Junto a ello, la propia protagonista, Sarah, si bien no tiene un olfato detectivesco favorable para su profesión, la realidad es que sirve para poner de relieve la validez de las mujeres y cómo, por tanto, el machismo sigue campando a sus anchas por nuestra sociedad, obligando a que nos esforcemos el doble o el triple que nuestros colegas masculinos para ser consideradas igual de válidas. Más en trabajos asociados históricamente con los hombres, como suele ser el de la policía.

Por eso también, incluso en aquellos casos en los que se alcanza reconocimiento o una buena posición en los mismos, las dudas y el paternalismo hacia nosotras tampoco desaparece. Amén de una nada sutil amenaza acerca de los modos y maneras en los que los hemos obtenido...acciones y pensamientos que ni siquiera se plantean si sucediera al contrario.

Y hablando de eso, otro tema que se desarrolla aquí de nuevo es el de la validez. Porque, hablemos en claro, la corrupción y el nepotismo han existido desde que el mundo es mundo. El problema es que a veces es tan evidente que clama al cielo. Pero además, incluso en temas como este, de nuevo se vuelve a apreciar el doble rasero de la sociedad porque, no es tan crítico o incisivo con un hombre que con una mujer. De ahí que, Ernesto sea el contrapunto perfecto para ella.

Y una caricatura muy patriota de Sherlock Holmes y el doctor Watson. Nada baladí ni desdeñable.

Aprovechando además el tema del concurso de torreznos, una comida bastante típica de España, se introducen varios conceptos interesantes. Como puede ser el hecho de que el ser humano es evolución, y que por lo tanto, es entendible que la cocina también varíe y se adecúe a las circunstancias donde se desarrolla. Pero también que por eso, la diferencia enriquece y no tiene por qué separar, ya que cuanto más diferentes sean las personas que están a nuestro alrededor, más ricos seremos.

Amén de eso, se anima a salir de cuando en cuando de la zona de confort, ya que nunca se sabe si la sorpresa podría ser agradable o no. Eso sí, también entiendo a aquellos que se opongan a determinadas mezclas. La clave, como siempre está en el respeto porque en la variedad está el gusto y sobre todo, que en el hecho de imponer tu opinión a los demás, empieza el totalitarismo y con ello, la toxicidad.

Un aspecto asociado a esto, y que no suele conocerse mucho es el de la extrema competitividad dentro del mundo de la cocina y en ese sentido, se asocia también con la toxicidad que tienen las personas por el poder y la fama, dispuestos a todo con tal de alcanzarlo y sobre todo, de mantenerlo durante el mayor tiempo posible en sus manos. Incluso en darse un toque más internacional en su nombre con tal de hacerse más visible y notorios. O en quitarse a quien pueda hacerle sombra en aras de competencia.

Por eso, nadie es lo que parece en este concurso, y por eso mismo, todos tienen algo que ocultar. Nadie es lo que parece. Lo cual hace todo mucho más divertido, ya que las sorpresas y revelaciones no paran de sucederse. Y a su vez, también dificulta la investigación. Principalmente porque las muertes parecen, a todas luces, accidentales. Aunque, por ese mismo motivo, tenemos que tener en cuenta dos cosas: que las apariencias engañan y también, que de cuando en cuando, conviene que nos fiemos de nuestro instinto e intuición. Pálpito incluso podría decirse. Siempre resultaremos victoriosos con ellas.

Aunque, si especial es el variado grupo de participantes, más especial es el grupo que conforma el jurado. Donde, nuevamente, vuelve a verse cómo hemos sacrificado en parte la realidad y el sentido común en aras de la fama, el dinero y el éxito. Y aquí se ve muy bien reflejado porque, ninguno tiene que ver de manera directa con el mundo de la cocina. Y, si bien es cierto tener de cuando en cuando, una visión externa, la realidad es que también conviene que sea gente del gremio y del sector quien opine y valore, porque ellos sí que saben determinados aspectos propios del tema que pasarían desapercibidos para los ajenos del mismo.

Llamativa es por tanto, la importancia que se les da a las redes sociales. Pero el autor lo que hace así es recordar que estas son un instrumento o herramienta en manos del ser humano. Y por eso, está en nuestras manos darles el viraje hacia el bien o el para mal. Porque así podemos dar a conocer y aumentar aspectos de la cultura poco conocidos. O denunciar aspectos y temas que no estamos haciendo bien como el respeto al medio ambiente.

Pero, al mismo tiempo, el riesgo de estafa siempre es mucho mayor al no tener tanto carácter físico o terrenal. E incluso, hay algún avispado que se vale de la brecha digital para aprovecharse de aquellos no tan entendidos en la misma. Como pueden ser temas como la criptomoneda.

E incluso, cómo estamos enganchados a los dispositivos electrónicos y los móviles donde parece que si no se comparte o se publica, no se vive. Provocando así que, por ese afán somos tan inocentes y estúpidos que nos hacemos visibles en lo que a confesión de culpabilidad se refiere. 

Para concluir, al ser una novela del género, todos los delitos quedan resueltos y por lo tanto, los personajes tienen el cierre y el final que merece. Y por eso, aunque final cerrado, he de confesar que no me importaría volver a este dúo tan particular en acción.

Sigue habiendo mucha España vaciada por conocer. Y ¿qué mejor manera que a través de la literatura?

¡Muchas gracias por querer colaborar conmigo!

¡Nos leemos pronto!

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