Y que le gusten los gatos de Kate Bristol


¡Buenas tardes!

La entrada del blog de hoy está dedicada a la opinión de una novela que leí hace tiempo y que tenía por 
mis estanterías. Pero, considero que toda historia tiene su lugar y tiene su momento. Así que ese ha llegado hoy.

Por eso, no me voy a entretener mucho más en la parte introductoria de esta entrada y prefiero dejaros con la sinopsis y mi opinión de Y que le gusten los gatos de Kate Bristol.

SINOPSIS

Si algo le gusta a Beatriz es pasar el tiempo con sus alocadas e imprevisibles amigas, cuidar de la colonia de gatos que siempre ha tenido en el Pazo de Termes y recorrer los prados verdes de su pueblo, un bucólico lugar de Galicia donde a todos sus habitantes les falta un tornillo.
Pero su sencilla vida está a punto de cambiar cuando su padre pierde en una apuesta el pazo familiar. Así, Beatriz, no tiene más remedio que luchar contra el nuevo dueño, Ricardo, un atractivo millonario que amenaza con montar un spa de lujo y deshacerse de todos sus gatos.

Pero Beatriz, lo tiene claro: «millonetis, a mis pequeños ni tocarlos».

Para desbaratar los planes de Ricardo, Beatriz y sus amigas pondrán en marcha las artimañas más alocadas y surrealistas ¿Hasta dónde estarán dispuestas a llegar para recuperar el pazo familiar y mantener a sus queridos gatitos?

OPINIÓN

Antes de comenzar con la opinión propiamente dicha, he de decir que no es mi primera vez con la pluma de la autora. Pero, en realidad es como si lo hiciera porque, en su faceta de contemporánea no lo había hecho antes.

En Y que le gusten los gatos vamos a conocer cómo Beatriz y Ricardo se enamoran. Un enemies to lovers y un opuestos que se atraen de manual, aunque las apariencias engañan y por eso, detrás de una serie de encontronazos - divertidos, dicho sea de paso - se van a dar cuenta de que, en realidad, son más similares de lo que podrían pensar.

Pero además de eso, se tratan otra serie de temas susceptibles de ser desarrollados con más profundidad.

En primer lugar destaco el más que digno homenaje que se le hace a uno de los escenarios de la novela; Galicia. Principalmente porque así, ya se introduce uno de los tipos de amores bien presente en la historia. El del amor hacia una tierra, y este puede hacers de múltiples y variadas formas... entre ellas la literatura. Porque, ya sabéis que es más que un hobby o un entretenimiento, es un arma de denuncia de aquellos aspectos de nuestra sociedad que no son tan bonitos o brillantes y que por tanto, merece que pongamos más la atención sobre ellos.

De ahí que, por ejemplo, la ambientación en lo que a lugares mágicos, misteriosos e incluso legendarios está ahí. De múltiples y variadas formas... incluyendo a las mejores amigas de la protagosita; Valeria y Lía. Mujeres que, no pueden ser más diferentes de ella, pero que así pone de relieve cómo la diferencia siempre enriquece y no tiene por qué separar y sobre todo, es un canto muy poderoso a la sororidad. Porque si las mujeres nos apoyásemos más entre nosotras, el mundo sería un lugar mejor para todo el mundo. Así que el modo Fuenteovejuna que estas tres han activado durante buena parte de la historia ha sido desternillante y un pelín disparatada en ocasiones.

Aunque, esa misma interacción es la que explica el por qué del título, puesto que es uno de los requisitos que Beatriz pone en su lista para encontrar al hombre ideal. Aspecto de su vida en el que digamos que no ha sido especialmente afortunada.

Y ese mismo requisito a su vez sirve para introducir otro de los tipos de amor importantes en la historia, que es el del amor por los animales. Y es que creo firmemente que, dice mucho de nosotros mismos el modo en que los tratamos y cómo se comportan ellos cuando están cerca de nosotros. Es cierto que nos pueden dar miedo o que seamos alérgicos y por eso nuestra relación no sea tan fluida como pudiéramos pensar, pero eso no lleva a menospreciarlos, maltratarlos o incluso matarlos. Especialmente cuando es por puro placer, como bien se indica ahí.

Ricardo como personaje sirve también para criticar a nuestra sociedad contemporánea, la cual vive casi por y para el trabajo y por eso va acelerada. De ahí que se siga pensando que, solo el hecho de obtener un puesto de trabajo con una alta valoración o remuneración será lo que nos lleve a ser felices del todo. Y no es así, la felicidad se halla en las pequeñas cosas de la vida, que además suelen tener valor inmaterial. Amén de que, no todo el mundo sirve para realizar las mismas tareas y labores. Eso por no hablar tampoco del gran mal endémico de nuestra sociedad, como es la ansiedad, la cual en más de un caso viene provocada por no ser capaces de soportar la presión del día a día.

Como bien le pasa a él, preocupando así a quienes están a su alrededor. Y el mejor ejemplo de esto es Umberto, su trabajador.

Así que el choque cultural de Madrid al pueblo de Galicia donde ha comprado un pazo para convertirlo en un hotel está más que asegurado. Sobre todo, porque como le toca vivir en un pueblo pequeño, sufre de primera mano las ventajas y desventajas de vivir en una pequeña comunidad. En la que en la inmensa mayoría de los casos, el sentimiento de pertenencia es mucho más inmediato así como el de acogida que en una gran ciudad. Sin embargo, por supuesto, hay excepciones. Dependiendo sobre todo, de las intenciones con las que s vaya a ir.

Y además de eso, está la contrapartida porque el respeto a la privacidad y la intimidad es más difícil de obtener ya que rumores, cotilleos y noticias más o menos falsas corren a sus anchas por sus calles.

De ahí que con eso también se nos recuerda que, antes de emitir un juicio o de dar nuestra opinión al respecto de cualquier tema, tenemos que conocer las dos versiones de la historia. Podríamos sorprendernos. Porque las apariencias engañan y por eso, en más de una ocasión, cargamos con unos demonios que no solemos compartir con los demás. Por miedo a rechazo o a juicio externo. Y para que eso no suceda, como siempre, tenemos que recurrir a la comunicación.

O mejor dicho, a usar bien la comunicación. Porque, en más de un caso, comunicación y amor van de la mano en el sentido de que sentimos un miedo atroz a ambas. Y por eso, preferimos no hablar o no arriesgarnos a sentir para así no quedar expuestos a ojos del otro. Además de que lo pensamos y consideramos un síntoma de debilidad. Cuando es justo lo contrario, símbolo de fortaleza.

De ahí que hay que hablar, de todo y con todo el mundo. Porque, aunque al principio pueda parecer duro, difícil y doloroso, a la larga resultaremos beneficiados.

Lo comento sobre todo porque, si bien me han gustado los piques y enfrentamientos entre los protagonistas, la realidad es que tanto los motivos por los cuales Beatriz tiene miedo del amor, como el punto de quiebre de la relación de los protagonistas me han parecido precipitados y con necesidad de ser explicados con mayor profundidad para que la novela quedase más redonda.

Ya que al final lo que uno termina por extraer como idea en lo que al amor romántico incluido en ella se refiere es que no se puede huir del sentimiento, porque será una batalla perdida de antemano y sobre todo, porque es tan inteligente que sabrá encontrarnos. O mejor dicho, tenemos que ser nosotros quien lo hallemos en forma de aquella persona que siempre saque la mejor versión de nosotros mismos y que sea la que nos cree también la sensación de hogar. Porque así sí que seremos del todo felices, lo cual ha de ser siempre el objetivo principal de nuestras vidas.
Y por eso Beatriz realiza un homenaje precioso a su tierra, porque resulta que se convierte en la meiga que embruja el frío corazón restaurado de Ricardo.

Para concluir, no puedo no hacer mención a un tema que me ha parecido el más importante de todos los que se incluyen en la novela. Por el debate y la reflexión que queda a posteriori en el lector. Y ese no es otro que el de establecer límites entre el turismo y el respeto a la naturaleza o al patrimonio precedente. No solo para evitar que nos carguemos del todo el planeta en el que vivimos, que también.
Sino que también a modo de advertencia para recordarnos que podríamos morir de éxito si continuamos pensando así.

¡Nos leemos pronto!

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