Desafiando al conde (corazones en Redgrave) de E. D. Linares

¡Buenas tardes!

La entrada del blog de hoy está dedicada a la opinión de una novela que leí en colaboración con el 
autor, a quien le agradezco enormemente el envío del ejemplar en digital y que me haya permitido, así, conocer su pluma. Y volver, por otra parte al género histórico de la Regencia, en el cual ya hacía tiempo que no me movía.

Por esto, no me voy a entretener mucho más en la parte introductoria de la novela y por eso, prefiero dejaros con la sinopsis y mi opinión de Desafiando al conde, escrito por E. D. Linares.

SINOPSIS

Una americana rebelde. Un conde inglés orgulloso. Un amor que desafía todas las reglas de la Regencia.

Mackenzie Darlington ha sido enviada a Inglaterra con un único propósito: conseguir un matrimonio ventajoso que no desea. Lo que anhela de verdad es recuperar su libertad en Estados Unidos. Pero en el condado de Redgrave pronto descubre que escapar de las expectativas sociales será mucho más difícil de lo que imaginaba.

En su lucha contará con inesperadas aliadas: Rose Wang, hija del barón chino de la región, y Julia Hastings, la joven hija de un vizconde cuya familia ha caído en desgracia. Juntas deberán enfrentarse a secretos, rumores y un mundo que espera que callen y obedezcan.

Lo último que Mackenzie esperaba era cruzarse con Edward Pembroke, Conde de Bluegarden. Altivo, hermético y el soltero más codiciado de la temporada. Entre ellos nacerá una guerra de voluntades que pronto se convierte en fascinación peligrosa.

Ella es extranjera, de ideas progresistas y belleza cautivadora. Él es un aristócrata rígido, atrapado en tradiciones oxidadas. Ninguno está dispuesto a ceder… hasta que el deseo y el amor los obliguen a rendirse.

OPINIÓN

Antes de comenzar con la opinión propiamente dicha, he de hacer una aclaración porque, si bien es cierto que es la que da inicio a la serie titulada Corazones en Redgrave, la realiadad es que, al menos, la historia de amor de la pareja protagonista queda resuelta. Así que, en ese sentido puede decirse que es autoconclusiva.

Sin embargo, sí que es cierto que es también una novela bastante coral y que por eso, algunas de las tramas de las mujeres que por entre sus páginas aparecen no han quedado del todo resueltas y por ahí, se entiende que haya más volúmenes al respecto de la misma. Y he de decir que, personalmente, tengo mucha curiosidad por saber de Julia.

Por esta misma razón, puede considerarse que es una novela muy femenina, ya que buena parte del peso argumental lo llevan las mujeres. Permitiendo así desarrollar múltiples puntos de vista, pero también poner de relieve diferentes realidades y sensibilidades al respecto de los diferentes grupos sociales de la época. Siendo conscientes siempre, eso sí, del hecho de que, incluso en grupos privilegiados, las mujeres también tenían una camino en la vida a seguir mucho más encorsetado que los hombres. Más en pueblos y comunidades pequeñas como es Redgrave, dando así pie a desgranar las alabanzas, ventajas y desventajas de vivir en pueblos pequeños.

Porque, el sentimiento de pertenencia y ayuda es mucho más evidente, eso sí. Aunque la crítica al extranjero puede ser mucho más acérrima por el miedo a los cambios. Y además. los rumores, chismes y cotilleos corren como la pólvora puesto que el territorio es mucho más pequeño. Más en un momento como en el que se desarrolla la historia donde, las salidas para resolver problemas económicas eran bastante escasas. Y solían tener a las mujeres como las principales implicadas de manera secundaria para ponerle fin.

Pero volveremos sobre ello más adelante.

Por supuesto, a medida que iba leyendo, la inspiración en la serie de los Bridgerton ha sido indiscutible, no solo en Mackenzie quien, desde la propia portada me recordó a la reina Charlotte, sino en la solterona Julia como Penélope Featherington, el tartamudeo de Edward como Simon, el duque de Hatings o la familia asiática Wang y sus hijas, en una clara referencia a la Sophie protagonista de la cuarta temporada. Una familia que, he de decir que, dentro del contexto histórico, si bien ficcionado, no encajaba demasiado bien.

Al contrario que, por ejemplo Mackenzie. Y es que quizás algunos lectores se lleven las manos a la cabeza al leer una protagonista de color y aristócrata en la Inglaterra de la Regencia. Y hacen bien puesto que es una licencia, ya que la bolición es una enmienda a la constitución de los Estados Unidos de 1865, es decir, más de cincuenta años después de esta novela.

Sin embargo, hubo ya una aristócrata del siglo XVIII bastarda eso sí, de color en plena aristocracia británica, la famosa Dido Elizebeth Belle, más conocida como Belle y mucho más famosa por causa de la película que de la propia historia de la chica en sí. Considero por tanto, que para el personaje de Mackenzie de hecho, esta ha sido la inspiración principal, más que nada porque las ideas que ella promulga, si bien es cierto que ya comenzaban a fraguarse, son en exceso adelantadas para el contexto de la época, más siendo ella mujer. Si bien es cierto, como comento, que otras temas que subyacen, como pueden ser los derechos y la igualdad de la mujer poco a poco ya comienzan a ir conformándose en ese período. Aunque, eso no exime el hecho de que, personalmente, me haya chocado encontrarme en ocasiones con términos tan modernos como sororidad. Sobre todo, porque incluso hoy, cuesta intentar definir qué es.

Eso sí, entiendo que haya elegido la nacionalidad de Mackenzie como la americana por varios motivos. En primer lugar, porque tras la independencia de las colonias, sí que es cierto que la sociedad americana fue mucho más liberal y moderna que la de la antigua metrópolis, provocando incomprensión e incluso shock. Pero a su vez también que lo usa como crítica porque, la sociedad británica era mucho más encorsetada y criticaba el modus operandi de sus ex colonos, pero no les dolieron prendas en reaceptarlos poco más adelante cuando se dieron cuenta de que ellos eran quienes tenían el dinero y que por tanto, podrían ser la solución a los problemas económicos que más de una familia y casa de rancio abolengo llevaba acumulando desde generaciones. Y por ahí, está muy bien la representación de la hipocresía.

Y un segundo aspecto que desarrolla la novela con más de un personaje y desde más de un punto de vista está también asociado al mismo. Porque es una novela muy romántica. Pero recuerda que, hasta no hace demasiado, el amor era un privilegio al alcance de muy pocos. Y que en más de un caso, los matrimonios se llevaban a cabo como un mero formalismo o contrato que servían para ampliar propiedades o salvar deudas. Y el amor, si llegaba, era siempre a posteriori.

Más que nada porque ese amor y ese deseo solían sentirlo, pero hacia otras mujeres de una extracción social bien diferente y dispar a la suya, como puede ser Margaret, la criada de la casa. Misma mujer que sabía cuál era su lugar y que también sabía que ir más allá podía suponer la ruina completa y total de sus vidas. Pero aun así, eran lo suficientemente valiente para entregarse por completo y experimentar las mieles del amor.

De ahí que nuevamente, Mackenzie sea una rara avis, porque ella quiere casarse por amor, pero es también en ese sentido, un personaje muy masculino porque es ella quien lo entiende como un síntoma de debilidad. De ahí que no quiera exponerse a él y que no quiera tampoco salir de su zona de confort. Por eso, me ha gustado la subtrama del cambio de tornas con Edward, quien claramente, es el valiente de los dos porque no siente reparo alguno en decir, y sobre todo, demostrar sus sentimientos para con ella. Aumentando así su miedo, todo sea dicho de paso.

Pero, como he mencionado antes, no es una rara avis que esté sola, porque encuentra de repente un par de aliadas en las personas de Julia y Rose, quienes sirven a su vez para plantear algunos temas que, también sirven para que nos demos cuenta de que, si bien hemos evolucionado, hay temas y aspectos en los que parece que no lo hemos hecho tanto.

Así, por ejemplo, Julia por edad es una solterona y sirve de pretexto para que seamos conscientes de que la presión acerca de la edad y del control de la mujer siempre ha estado ahí. Cuando con los hombres nunca ha sucedido y siempre se les ha permitido mucho más. Y de Julia he admirado también su tenacidad y que nunca se ha rendido, intentando buscar la mejor solución a la desesperada situación económica de su familia. De ahí que su idea de independencia y de ser la propietaria de su vida y de su negocio, me parece de lo más interesante. Y necesaria.

Y de ahí que necesite también saber más de su especial relación con el señor español López Haro, quien parece ser el único que la ha visto más allá de la fachada casi imperturbable que muestra para con los demás. Amén de que todo ha quedado a medias entre ambos.

Y Rose me ha gustado porque, me he sentido muy identificada con ella, ya que se tiende a pensar que al ser la menor y la más tímida, es apocada y por tanto, no es muy atractiva. Más que nada porque además prefiere la compañía de los libros que la de las personas. Y eso no es así, Rose es selectiva, y por eso, se muestra tal cual es, revelando que es una mujer muy interesante, con aquellas personas con las que se siente verdaderamente cómoda. Como las chicas.

Por supuesto, también me ha gustado que su aparente "simpleza" sea lo que termine de llamar la atención y conquiste a James, un libertino y vividor con una amplia experiencia en lo que a conquista de mujeres se refiere. Y sobre todo, me ha gustado porque así queda demostrado que la inteligencia puede ser atractiva e incluso conquistar hasta al más versado en esos temas. Eso sí, he de decir que me hubiera gustado que jugara un poco más con él y que no se entregase tan rápidamente.

Sobre todo, porque así el triángulo amoroso creado con Gregory hubiera dado mucho más juego y podría haberse prolongado más. Principalmente porque la inclusión de este recurso es un poco arriesgado ya que tiende a quedar desequilibrado. Como aquí e dio la sensación.

Para concluir, he de decir que, si bien ha dado un giro mucho más vertiginoso y rápido el final de la novela, sobre todo, gracias al villano, la realidad es que el empecinamiento de marcharse y sobre todo, el hecho de negarse ser feliz de Mackenzie no me casaba con el resto del arco argumental anterior.

Entiendo que es para reafirmar y reforzar esa idea de de autosuficiencia e independencia que llevaba consigo antes de ir a Inglaterra, pero no hubiera estado de más que se diera cuenta que, pedir ayuda no es síntoma de debilidad, sino de fortaleza. Más en su caso, que nunca estuvo sola. Y sobre todo, porque así, el mensaje final que creo que el autor pretende enviar, que no es otro que el amor también puede ser libertad, hubiera quedado mucho más compacto y cerrado.

Por lo demás, bien está lo que bien acaba y a todo cerdo le llega su San Martín, aunque sigue habiendo tramas sueltas que provocan que, por eso, quiera volver a Redgrave para saber más al respecto de las aventuras y desventuras de sus habitantes.

¡Muchas gracias por el envío del ejemplar!

¡Nos leemos pronto!


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