Cuando dejé de ser víctima de Carol Gutiérrez
¡Buenas tardes!
La entrada del blog de hoy está dedicada a una novela que leí en colaboración con la autora, Carol Gutiérrez, a quien le agradezco el envío del ejemplar en físico y que se pusiera en contacto conmigo para ofrecérmelo.
Hecha esta pequeña introducción, no me voy a entretener mucho más en esta parte de la misma y por eso, prefiero dejaros con la sinopsis y mi opinión de Cuando dejé de ser víctima: una historia de transformación personal, escrito por Carol Gutiérrez.
SINOPSIS
¿Qué sucede cuando la vida te detiene de golpe?
Joana lo tenía todo para ser feliz: familia, estabilidad, futuro. Pero un inesperado accidente cambia el rumbo de su vida y la obliga a detenerse. Entre recuerdos del pasado y el vacío del presente, comienza un viaje profundo de descubrimiento y transformación que la llevará a enfrentase a sus miedos y a renacer desde su autenticidad.
Cuando dejé de ser víctima es una novela íntima, conmovedora y poderosa, que mezcla emoción, autoconocimiento, y nos recuerda que la verdadera libertad nace, cuando dejamos de vivir como esperan los demás, y empezamos a escribir nuestra propia historia.
El Club de la Llave se presenta como un espacio creado por la autora para que la experiencia vaya más allá de la novela. Un lugar exclusivo que ofrece la oportunidad de conectar el viaje de Joana con el de tu propia vida, brindándote un nuevo comienzo, un proceso de transformación personal, y un valor añadido único: convertir la lectura en tu propio despertar.
A lo largo de sus páginas descubrirás llaves y letras ocultas. Al unirlas formarán una palabra secreta: ese será tu código de acceso al Club de la Llave. Una dinámica que te da la oportunidad de transformar tu lectura en un juego, un desafío y un puente hacia tu propio cambio.
Este libro no es solo una novela: es una experiencia completa que te llevará a una reflexión profunda y te dará el impulso real para transformar tu vida.
El verdadero viaje comienza cuando decides utilizar tu propia llave.
OPINIÓN
Antes de comenzar con la opinión propiamente dicha, he de decir que esta no es una novela de crecimiento personal o autoayuda, si bien contiene muchas enseñanzas de ese estilo. Es una novela de ficción donde el lector acompañará a Joanna en su viaje de autoconocimiento y autodescubrimiento para darse cuenta de que la vida es solo una. Y sobre todo, que somos el amor más importante de nuestras vidas. Por eso, antes de querer bien a los demás, tenemos que hacer lo propio con nosotros mismos... a riesgo de insatisfacción e infelicidad.
Por eso, de entrada así la literatura se convierte en algo que trasciende un mero entretenimiento. Es algo que va más allá: un arma de denuncia de aquellos aspectos de nuestra sociedad que no son tan bonitos o brillantes. Y a su vez, un estímulo para aquellos lectores que también puedan sentirse identificados con ellos y por eso, comenzar a poner en práctica... justo eso mismo.
De ahí que, me parece muy bien que Joana, a su edad, decida tomar decisiones drásticas a ojos de los demás e inicie su propio viaje de autodescubrimiento o autoconocimiento. Porque es completamente necesario para todos. Y además, así queda patente que cada persona tiene su propio ritmo vital. Por eso, intentar estandarizarlo o equipararlo al resto es un error. Y es que la diferencia enriquece y no tiene por qué separar.
Así, a priori, lo tiene todo para ser feliz: un marido italiano que la quiere y una familia donde hay amor, respeto y libertad. Y sin embargo... no lo es. Porque forma parte de esta dinámica colectiva que piensa que por tener un buen puesto de trabajo o una buena posición económica, el triunfo y la felicidad están asegurados. Y no es así. No todo el mundo sirve para las mismas cosas. De ahí que, nuevamente lo anteriormente citado de lo rico que es tener varias opciones de elección.
Eso sí, en su caso he de decir que, también tiene un tanto idealizada la profesión de guía turístico. Más en una ciudad masificada como Roma. Porque, es cierto que es un empleo muy bonito y enriquecedor... la mayoría de las veces. Sin embargo, no ha narrado la cara b del mismo y los sinsabores y la mala educación que, en más de un caso tiene el turista para con la persona que trabaja en ese momento.
Además de eso, Joana aquí introduce otro tema bastante interesante como es el de las circunstancias en las que nos hemos criado. A la hora, me quiero referir de desarrollar una determinada personalidad o patrones de comportamiento. Y a su vez, considerar así o no como tóxicos algunos comportamientos y actitudes.
Porque nuestros padres son el primer espejo en el que nos miramos. Y por eso, sin ser muy conscientes, son también nuestro ejemplo a seguir. Sin embargo, y he ahí lo interesante, se introduce el conflicto de la libertad y el respeto a la individualidad porque, es cierto que ser padre no es fácil, pero tampoco el progenitor ha de imponerse sobre su propio hijo. Al contrario, ha de permitirle la autonomía y la independencia suficiente para que viva y crea feliz. Porque, al no hacer eso, se crea una dinámica de toxicidad que, a la larga, lo que termina por provocar es que seamos infelices.
De ahí que ella siempre se haya guiado por la madre y por eso, ha ido dejando hacia atrás sueños, aspiraciones e incluso la propia felicidad. Única y exclusivamente por buscar su aceptación. Y es triste.
Pero, esta dinámica también sirve para introducir la sororidad. Porque, en más de una ocasión, como madre e hija, las mujeres somos nuestras mayores enemigas. Y por eso, su otra hermana; Silvia - con la que afortunadamente sí que mantiene la relación, porque hasta ahí no han llegado los tentáculos de la madre - es considerada la hippie, la alternativa y la rebelde. Cuando lo es, pero justo por haber entendido el mensaje del egoísmo bien entendido. Y se ha priorizado.
Amén de que, ella sirve para que tengamos en cuenta que la felicidad se haya en las pequeñas cosas del día a día, y que no suelen tener valor material. Y descubre una Ibiza más tranquila y sosegada, y que suele quedar opacada por el turismo masivo que tan flaco favor le hace. Interesante esta otra versión por la profesión de Joanna al principio. He de decir.
Pero, retomando, la dinámica y la especial relación entre las hermanas, sobre todo contrapuesta a la de la madre, lo que se pone de relieve es que si nos apoyásemos más entre nosotras, el mundo sería un lugar mejor. Así que ese alegato en forma de la sororidad bien entendida me parece muy necesario.
Y, como digo, esta novela es también un canto a la vida. Y el mejor personaje que lo encarna es la señora mayor con la que Joana se encuentra en su estancia en el hospital.
Necesaria esta figura además para que así tengamos en cuenta el rol importante que han de tener los ancianos en nuestra sociedad contemporánea, más centrada en el usar y tirar. Cuando su sabiduría proviene de las experiencias vitales y por eso, tenemos que implementarlas en nuestras vidas aplicándolas a nuestras propias circunstancias. Merecerá la pena. Amén de que, también se nos recuerda que nunca podremos negarnos a la aparición de nuevas personas a nuestras vidas. Porque desconocemos también cuán importantes podrán ser.
Un encuentro inolvidable para Joana quien, desde ese primer instante, fuera consciente de que, en ocasiones de algo malo como puede ser un accidente. Y que a su vez se produce por accidente pueden salir cosas maravillosas. Porque es el primer paso para el cambio. Gradual y progresivo en aras de la felicidad.
Además de que Joana es muy afortunada en lo que a primeros encuentros inolvidables se refiere, y es que justo así es como conoce a su marido italiano. Y siendo italiano, ya sabéis que conmigo gana muchos puntos. Una historia, la suya que demuestra que no podemos negarnos tampoco a la aparición del amor en nuestras vidas. Porque será una batalla perdida de antemano. Y sobre todo, que todas las historias de amor son igual de importantes en nuestras vidas, de ahí que tampoco podamos renegar de las mismas.
Y me ha parecido necesario, amén de muy interesante la inclusión de las dos líneas temporales. La de jóvenes y la contemporánea, ya que así se advierte de los peligros que pueden conllevar la aparición de la rutina en una relación. Un amor que, sí, es fuerte y poderoso, pero en la que ambas partes han de estar igual de implicados... a riesgo de que solo nos quedemos con la faceta de padres.
De ahí que buscar pequeños espacios para la pareja y a su vez para los individuos de la misma... siempre será una muy buena decisión. Sobre todo, para nuestra salud mental.
Por eso, ese accidente que la deja rota literal y metafóricamente, termina por convertirse en un revulsivo que a la larga le sirve para darse cuenta de que, por imposible que pueda parecer, el global se compone de piezas. Y que la vida se compone de decisiones y pasos.
Por eso, está en nosotros cómo, cuándo y dónde darlos.
Siempre tendremos la llave. Aunque, gracias a la pulsera que me ha enviado, en mi caso, ya cuento con ella.
¡Muchas gracias por el envío del ejemplar!
¡Nos leemos pronto!

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